Mursi, acosado en Egipto por promesas primeros 100 días

El Cairo, Reuters
El presidente egipcio, Mohamed Mursi, se ha ganado el respeto de detractores en sus primeros 100 días de gobierno, al enviar al Ejército a los cuarteles más rápido de lo que se esperaba y elevar el perfil internacional del país con varias visitas al extranjero.


Sin embargo, su suerte política y la de los Hermanos Musulmanes, la agrupación islamista que lo llevó al poder, puede depender de la capacidad que demuestre para resolver asuntos más mundanos como descongestionar el tráfico y resolver la escasez de pan y de combustible antes del 7 de octubre, tal como había prometido.

Este ingeniero civil, quien es visto como un "presidente accidental" luego de que la opción preferida de los Hermanos Musulmanes fuera descalificado para competir, se encuentra cada vez más acosado a medida que se acerca la fecha límite de las medidas auto-impuestas.

Su mayor prueba hasta la fecha ha sido su manejo de las violentas protestas en la embajada de Estados Unidos en septiembre, provocadas por una película que denigra al islam.

Diplomáticos sintieron que la respuesta del mandatario fue lenta, pero ésta aparentemente resultó efectiva y el daño en las relaciones con el mayor benefactor de Egipto fue mínimo.

Mursi también ha evitado empantanarse en asuntos polémicos, como el rol que jugará la ley islámica en el Gobierno y las leyes del Egipto post-Mubarak, en un debate que continúa dentro del organismo que redacta una nueva Constitución.

Pero el éxito de Mursi se ha visto a menudo eclipsado en los medios de comunicación egipcios por problemas internos, entre ellos una serie de huelgas, que han servido como un recordatorio de las profundas dificultades económicas que alimentaron la revuelta contra su predecesor, Hosni Mubarak.

"Las expectativas de lo que haría frente a todas las injusticias rápidamente crearon una atmósfera de esperanza que es muy (...) poco realista", dijo Hassan Abu Taleb, un consultor político del Centro de Estudios Estratégicos Al-Ahram.

Satisfacer esas expectativas podría ser crucial para el resultado que obtengan los Hermanos Musulmanes en las elecciones parlamentarias a principios del año próximo.

SOLUCIONES RAPIDAS

Claramente no hay soluciones rápidas en una nación con un gran sistema burocrático plagado de corrupción, y con una evidente necesidad de reformas en áreas como salud y educación.

Egipto ocupa el puesto 101 entre 169 países en el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas.

Dos quintas partes de sus 83 millones de habitantes vive cerca de la línea de pobreza y depende de los subsidios que ponen a prueba las arcas estatales. Una de las primeras medidas de Mursi fue gestionar un préstamo de 4.800 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional para apoyar las finanzas públicas.

Mejorar el tráfico de El Cairo, en tanto, ha sido siempre una tarea difícil, y no ayuda el hecho de que los trabajadores del transporte público se encuentren entre los que han convocado a huelgas.

"Votamos por él sobre la base de que restauraría nuestros derechos", dijo el taxista Ibrahim Awadallah. "Es hora de que cumpla sus promesas", agregó.

Los médicos del deteriorado sistema de salud público son los últimos trabajadores en ir a huelga. Sus demandas incluyen un aumento salarial en un sector en el que un médico graduado puede ganar mensualmente sólo unas 200 libras egipcias (30 dólares).

"No vemos ninguna razón para el retraso (de las reformas)", dice Sameh Abdel Azeem, uno de los organizadores de la huelga.

De acuerdo al sitio en internet "Meter Morsi", en el día 97 de mandato, el presidente había cumplido sólo cuatro de las 64 promesas de campaña.

Pero los Hermanos Musulmanes dicen que la evaluación es injusta, e incluso algunos de los opositores a Mursi sostienen que ha habido una mejora notable, pero de difícil medición, en materia de orden público, por ejemplo.

El Gobierno de Mursi ha estado tratando de enfocarse en el largo plazo, buscando inversión en mega-proyectos como el corredor por el Canal de Suez, destinado a aumentar los ingresos marítimos del país.

"Hay mejoras, aunque en un grado pequeño. Pero el volumen de corrupción administrativa y los obstáculos son mayores de lo que alguien pudiera imaginar", asegura Walid Abdelghaffar, un ingeniero que trabajará en el proyecto del canal y que es militante del partido Libertad y Justicia, el brazo político de los Hermanos Musulmanes.

Incluso los críticos de Mursi están impresionados por la rapidez con la que fue capaz de marginar de la política al general Hussein Tantawi, ministro de Defensa de Mubarak durante dos décadas y líder del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas.

Tantawi y otros generales de alto rango fueron llamados a retiro tras un sorpresivo decreto de Mursi, promulgado sólo seis semanas después de asumir.

Mursi también ha inyectado nueva energía a la política exterior de Egipto, viajando a Pekín, Teherán, Nueva York y Ankara, mientras busca lo que ha descrito como una diplomacia más "equilibrada". Muchos egipcios veían a Mubarak como un lacayo de Occidente o de la política de Estados Unidos.

No obstante, tras prometer ser un presidente de todos, una de las medidas de su éxito será si atiende las preocupaciones de algunos egipcios por el papel de la religión en el debate constitucional, dijo Hassan Nafaa, profesor de ciencias políticas de la Universidad de El Cairo.

Prominentes políticos no islamistas, entre ellos Mohamed ElBaradei, están alarmados porque la Constitución será redactada por un organismo dominado por musulmanes.

"No está claro en este momento si él tiene la voluntad o la capacidad de gobernar mediante un consenso nacional en lugar de gobernar como un representante de los Hermanos Musulmanes", dijo Nafaa.

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