Martins decide el derbi valenciano

Valencia, As
Un gol de Martins a mitad del primer tiempo y a pase del portero de su equipo, Gustavo Munúa, dio la victoria al Levante en un partido en el que el fútbol directo del equipo local pudo con el control de juego del Valencia.


La eficiencia del Levante, que se mostró cómodo con el dominio territorial de su rival, pudo con la ineficacia del Valencia, un equipo endeble en defensa, con más voluntad que calidad en el centro del campo y sin llegada en ataque.

El Levante hizo el fútbol que más le gusta, el que es capaz de generar sobre todo cuando cobra ventaja en el marcador, tal y como hizo hoy tras el gol de Martins.

Aunque el Valencia tuvo casi siempre el balón, sus aproximaciones a la meta local apenas hicieron daño y al final, cuando el partido se abrió, los locales dispusieron de más de una opción para ampliar su ventaja.

El Valencia ya controló el partido desde los primeros minutos, aunque sin ser capaz de resolver las ocasiones de gol de que dispuso. Enfrente, el Levante esperaba con la intención de sorprenderlo al contragolpe.

En el minuto 22 dispuso el equipo local de su primera opción para demostrar sus virtudes y la aprovechó. Un saque largo de Munúa llegó a Martins, que se fue por velocidad de los centrales locales y no dio opción a Guaita en su remate.

El partido se había puesto donde quería el Levante y el Valencia se descontroló durante algunos minutos, hasta que pasada la media hora de juego retomó el control del partido, aunque sin ocasiones claras para batir a Munúa.

El choque llegó al descanso con más intensidad que fútbol, con el balón casi siempre en poder del Valencia, con un Levante muy despierto a la hora de aprovechar su fútbol de contragolpe y con un exceso de brusquedades, consecuencia tanto de la rivalidad creciente entre ambos equipos como de sus urgencias en el inicio de esta Liga.

El segundo tiempo dio comienzo con la misma tónica: el balón era para el Valencia y el Levante buscaba el segundo tanto al contragolpe, pero ambos equipos estaban imprecisos y sus acciones ofensivas apenas iban acompañada de peligro.

Ningún equipo perdió la paciencia. El Valencia, a pesar de la urgencia del resultado, trataba de avanzar con un cierto criterio, aunque le fallaba la definición. El Levante albergaba la esperanza de mantener la ventaja, aunque cada vez se jugaba más cerca de la portería de Munúa.

Pasado el cuarto de hora del segundo tiempo, el dominio del Valencia era absoluto, aunque sin profundidad.

Juan Ignacio Martínez trató de dar oxígeno a su equipo con tres cambios casi consecutivos, pero su equipo acusaba el esfuerzo y no tenía fluidez: apenas llegaba a la portería de Guaita.

Por contra, el Valencia jugaba muy cerca de la meta rival, pero apenas ponía en peligro al Levante, que afrontó el tramo final del encuentro metido en su área para defender las acometidas, más frecuentes que peligrosas, del Valencia.

Cuando el tiempo se le acababa al Valencia y el partido ya estaba completamente roto, volvió el Levante a tener opciones de gol, hasta cuatro, ya en los diez minutos finales de una confrontación resuelta con las armas que caracterizan a este equipo, ante un rival con muchas carencias.

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