Los fieles musulmanes cumplen con el último rito de la peregrinación a La Meca

La Meca, AFP
Más de tres millones de fieles musulmanes de 189 nacionalidades diferentes lapidaron este sábado las tres estelas que simbolizan a Satán cerca de La Meca, en un ritual que marca el fin del peregrinaje (hadj) para el que muchas personas ahorran durante toda su vida.


Avanzando en grupos repartidos según su nacionalidad, hombres, mujeres y niños se congregaron en el valle de Mina, cerca de La Meca, en Arabia Saudí, alrededor de las tres estelas, gritando "Alá Akbar" (Dios es el más grande) y tirando piedras contra ellas.

Según cifras oficiales, 3,16 millones de peregrinos, de los cuales más de 2,7 millones proceden del extranjero, cumplen este año con este peregrinaje, que supone la mayor reunión humana.

Sin embargo, otros cientos de miles, llegados sobre todo del interior del reino, cumplen sin permiso y sin estar censados con el peregrinaje, que comenzó el jueves. Los primeros peregrinos deberían partir el domingo y la gran reunión finalizará oficialmente el lunes.

Durante el rito de lapidación, que puede durar toda la noche, algunos rezaban en voz alta y otros hacían fotos con sus teléfonos móviles, lo que irritó a las fuerzas de seguridad desplegadas en el lugar para garantizar el desarrollo de este rito dentro de la calma.

"¿Cómo podéis al mismo tiempo lapidar a Satán y hacer fotos?", repetían los miembros de las fuerzas de seguridad a través de los megáfonos.

Sentada en un rincón, Aisha Mohamad, una afgana de 77 años, sonríe.

"Es bueno cansarse durante el hadj" dice esta mujer. "Desde mi infancia soñé con subir al Monte Arafat", donde se reagrupan los fieles.

Como muchos peregrinos, Aisha gastó todos sus ahorros para realizar el hadj, uno de los cinco pilares del islam que todo fiel debe cumplir al menos una vez en la vida si tiene los medios necesarios para ello.

"El viaje me costó todo el dinero que tenía", explica. "Ahorré durante más de 15 años y finalmente vendí todas mis joyas para venir aquí".

Abdalah Jad, un egipcio de 63 años, tuvo menos suerte: ahorró durante cuatro años para poder realizar el peregrinaje, pero el agente de viaje que organizó su desplazamiento le exigió pagar por adelantado y resultó ser un estafador.

"Pagué 4.000 dólares y me aseguraron que todo estaría listo a mi llegada, el alojamiento, el transporte... Pero descubrí que fui víctima de una estafa. Duermo en la Gran Mezquita y casi no tengo qué comer", dice con la voz temblorosa antes de desaparecer entre la marea de peregrinos.

La lapidación de Satán, un ejercicio sumamente peligroso debido a los numerosos peregrinos que convergen hacia el mismo lugar, estuvo marcada en los últimos años por avalanchas mortales.

El último incidente se remonta a 2006, cuando una avalancha costó la vida a 364 peregrinos. Después de ello, las autoridades realizaron obras para agrandar y acondicionar el lugar.

Ahora los fieles llegan allí a través de un puente de varios niveles y la policía se encarga de mantener la fluidez de la circulación.

El ritual simboliza la lapidación que Abraham hizo de los tres lugares en los que el diablo se le habría aparecido, según la tradición, para intentar disuadirle de que ofreciera su hijo a Dios como sacrificio.

En total, según las autoridades, unos 168.000 agentes de policía y de la defensa civil fueron movilizados en los Lugares Santos para garantizar el buen desarrollo del hadj que finalizará el domingo.

Tras el ritual de la lapidación, los fieles deben volver a La Meca para rodear una última vez la Kaaba, una construcción en forma de cubo situada en el centro de la Gran Mezquita, antes de comenzar a deambular entre Safa y Marwa.

Como la marea humana impedía el acceso a los coches, las motos se convertían en un medio de transporte de lujo para los trayectos de peregrinos que pagaban entre 150 y 200 riales por el trayecto (entre 40 y 53 dólares).

Más de tres millones de fieles musulmanes de 189 nacionalidades diferentes lapidaban este sábado las tres estelas que simbolizan a Santán cerca de La Meca, en un ritual que marca el fin del peregrinaje ('hadj'), para el que muchas personas ahorran durante toda su vida.

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