La mafia mancha el norte de Italia

La detención de un político de Lombardía por compra de votos revela el poder
de la ’Ndrangheta. 14 consejeros lombardos, investigados por corrupción

Pablo Ordaz
Roma, El País
Las historias de la mafia suelen ser apasionantes, pero esta no lo es. Esta es una historia más bien corriente. No hay muertos, ni excesivo dinero de por medio, ni capos con la voz ronca ni cabezas de caballo entre sábanas de seda. Solo un tipo de 60 años, político profesional, al que se le ocurre entrar en contacto con la ’Ndrangheta —la potente mafia de Calabria, la más peligrosa del mundo— para comprarle el puñado de votos que le falta para ser elegido consejero de la región de Lombardía en 2010.


En principio, el negocio es fácil, una simple multiplicación: si un voto cuesta 50 euros, 4.000 suman 200.000 euros. A tocateja, sin recibos, un apretón de manos y si te he visto no me acuerdo. Pero la historia se va complicando hasta el punto de que la detención, el pasado miércoles, del consejero Domenico Zambetti, del Pueblo de la Libertad, el partido de Silvio Berlusconi, ya está marcando un antes y un después en la política del norte de Italia. El fin de la inocencia. Una inocencia mantenida a fuerza de taparse los ojos.

La captura de Zambetti, alias Mimmo, se produce el miércoles por la mañana, apenas unas horas después de un hecho aparentemente más grave relacionado también con la política y la mafia. El Gobierno de Mario Monti decide disolver el Ayuntamiento de Reggio Calabria (186.000 habitantes, sur de Italia) esgrimiendo un informe de 250 páginas en el que queda claro que la ’Ndrangheta controla las empresas municipales, las licitaciones de obras, la recogida de basuras, el gabinete jurídico y hasta la gestión de los bienes incautados a la propia mafia calabresa.

Pese a la gravedad de la medida y su apellido de histórica —nunca hasta ahora se había disuelto una capital de provincia por infiltración mafiosa, aunque sí un buen número de pueblos—, los hechos no vienen más que a insistir en una enfermedad aceptada. En el sur de Italia, los diferentes grupos mafiosos (la Camorra napolitana, la Cosa Nostra siciliana, la ’Ndrangheta calabresa e incluso la Sacra Corona Unita de Apulia) siguen hablándole de tú a tú al Estado, disputándole el control de las ciudades y de los ciudadanos. Pero lo del Norte….

Lo del Norte parecía ser distinto. En palabras del escritor Umberto Eco, Milán se consideró siempre “el centro de la cultura, sede de las grandes casas editoras, ombligo del mundo productivo, una ciudad blanca que no aceptaba órdenes ni siquiera del Vaticano”. En un artículo publicado en el diario La Repubblica a raíz de la detención del consejero Domenizo Zambetti por la compra de votos a la ’Ndrangheta, Umberto Eco añade: “Milán, que no quería aceptar órdenes de la Roma ladrona [el insulto preferido de la Liga Norte], se ha plegado a recibir órdenes de lo peor del profundo Sur”. En las grabaciones obtenidas por los Carabinieri, no solo queda demostrado que Zambetti paga religiosamente a la mafia calabresa los 200.000 euros convenidos por los 4.000 votos, sino que la ’Ndrangheta lo convierte en su rehén. El político corrupto se ve obligado a colocar en un ente oficial a la hija del capo Eugenio Costantino, a renovar la licencia de la peluquería de la hermana, a adjudicar una vivienda de protección oficial a la amante y, por supuesto, a apañar contratos públicos a favor de la ’Ndrangheta.

La investigación saca a relucir un sinfín de detalles escabrosos —el desprecio y la superioridad de los mafiosos ante el político que se echa a llorar—, pero sobre todo la falta de respuesta ante las amenazas y el ambiente de corrupción generalizada. Hay dos datos definitivos. De 60 empresarios de Milán sometidos a extorsión por la ’Ndrangheta, ninguno interpuso una denuncia. Y de los 80 consejeros del presidente de la región de Lombardía, Roberto Formigoni, 14 están bajo investigación judicial, incluido el recién detenido y el propio presidente de la región. Pero Formigoni, también del partido de Silvio Berlusconi, sigue negándose a dimitir. Ilda Boccassini, la fiscal de Milán que ha dirigido la operación, advierte: “Es un asunto muy preocupante. Por primera vez en esta región, aparece de modo clarísimo el delito de la compra de votos. La democracia está contaminada”.

De un mes para acá, los escándalos de corrupción en la política italiana se suceden día tras día. Ha saltado el gobierno de la región de Lacio (centro de Italia) después de que se descubriera que sus consejeros utilizaban cantidades ingentes de dinero público en darse la gran vida, comprarse casas y coches de lujo y engordar sus cuentas en el extranjero. La Guardia de Finanzas, la policía especial que se encarga de los delitos económicos, ha registrado las oficinas gubernamentales de Emilia-Romaña y Piamonte.

El Gobierno de Mario Monti no solo ha disuelto el Ayuntamiento de Reggio Calabria, sino que, hace unas semanas, ha obligado al gobernador de Sicilia a convocar unas elecciones anticipadas ante la quiebra de la región. En sus escaños de la Cámara de Diputados y del Senado, mientras se hacen los remolones para aprobar una ley eficaz contra la corrupción, los políticos se preguntan unos a otros, con una mezcla de ironía y temor: “¿A quién han detenido hoy?”

De todo lo que está pasando no solo es responsable la ’Ndrangheta y los políticos sorprendidos directamente con las manos en la masa. También quienes pudiendo frenar la deriva miraron para otro lado. Lo explica Ezio Mauro, el director del diario La Repubblica: “La misma Liga Norte [el partido nacionalista que sostuvo los últimos gobiernos de Berlusconi] que hoy se indigna y eleva la voz, ayer fingía no ver aquello que todos sabían. Una verdadera fuerza política ligada al territorio tenía la responsabilidad de denunciar el peligro, establecer mecanismos de supervisión, organizar una defensa, una repulsa popular… La Liga gobernaba las tres grandes regiones del Norte, una multitud de ciudades y dirigía el Viminale [el ministerio del Interior]”. Pero no hizo nada. Solo recaudar votos, o comprarlos, mientras gritaba “Roma ladrona” y apoyaba a Berlusconi en el gobierno.

Ahora que se van descubriendo los secretos de las mejores familias, el alcalde de Milán llama a la insurrección popular frente a los corruptos, pero ya es tarde. La ’Ndrangheta, como queda demostrado en las grabaciones de los Carabinieri, ya ha dispuesto de suficiente tiempo para echar raíces muy profundas en el norte de Italia. La mafia ya no es solo un asunto del sur.

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