La idea de la independencia preocupa a los empresarios en Cataluña

MADRID, AFP
"Inquietud", "preocupación", estas palabras se repiten en boca de muchos empresarios en Cataluña desde que hace unas semanas esa comunidad autónoma hiciera patente su deseo de avanzar hacia una independencia que temen tenga nefastas consecuencias para sus negocios.
Los riesgos a los que aluden son numerosos: exclusión del euro y de la Unión Europea, drástica reducción del mercado interno, boicot a los productos catalanes, impacto en las exportaciones y en las inversiones extranjeras...

La independencia "nos puede provocar la ruina de la economía catalana en las pequeñas y medianas empresas", dice a la AFP Javier Baratech, patrón de una pequeña editorial, Ediciones Rondas.

"Para una empresa como nosotros, que tenemos el 20% de nuestros clientes en Cataluña y el 80% en el resto de España, los aranceles impuestos por estar fuera de la Unión Europa nos harían no competitivos", afirma. "Y ya conozco a algún cliente que dice: 'a igualdad de condiciones, prefiero comprar productos o servicios en una empresa del país que no una que esté fuera'", se lamenta.

Otro empresario editorial, José Manuel Lara, presidente del Grupo Planeta, la novena compañía catalana por facturación, va más lejos. "Si Cataluña fuera independiente, el Grupo Planeta se tendría que ir", afirmó. "No hay ningún negocio editorial que tenga la sede en un país extranjero que hable otro idioma", aseguró a una cadena de radio.

Asfixiada por la crisis, Cataluña, otrora motor económico de España y ahora su comunidad más endeudada, ve crecer el fervor independentista, que el 11 de septiembre sacó a un millón de personas a las calles de Barcelona.

Tras la negativa del Gobierno a negociar un nuevo sistema fiscal que le permita gestionar sus impuestos, el presidente catalán, el nacionalista Artur Mas, decidió convocar elecciones anticipadas el 25 de noviembre.

Y antes de disolverse, el Parlamento autonómico llamó a organizar, durante la próxima legislatura, una consulta popular soberanista.

Aunque siempre hayan apoyado la reivindicación de una mayor autonomía fiscal, muchos empresarios catalanes se resisten a romper los lazos con el resto de España. "La independencia sería una tragedia para Cataluña y para España", afirmó Josep Piqué, exministro de Asuntos Exteriores español y ahora presidente de la aerolínea Vueling, en una entrevista televisiva.

Los patrones catalanes "están demostrando muchísima inquietud, muchísima preocupación, y muchísimo silencio", reconoció Joan Rosell, presidente de la patronal CEOE, en alusión a la negativa de la mayoría a posicionarse en público sobre un tema muy sensible.

"El mundo empresarial está actuando con mucha prudencia. Lo que están pidiendo es que se llegue a un acuerdo en una estructura fiscal más equitativa", explica a la AFP Xavier Mendoza, profesor de la escuela de administración de empresas ESADE, con sede en Barcelona.

Para Mendoza, el principal impacto de una independencia sería, para las empresas catalanas, la reducción del mercado nacional. "De repente, tu mercado ya no es de 45 millones de habitantes, sino de siete", dice, señalando que un mayor mercado interno favorece también la exportación. "El tamaño del mercado natural ayuda a conseguir economías de escala, más especialización, hacerte más competitivo y salir fuera", precisa.

Orientada desde hace años hacia el exterior, la industria catalana es responsable del 26% de exportaciones de bienes de España, aunque la comunidad representa el 16% de la población del país, señala. Pero esto también podría verse afectado si quedase fuera de la UE.

Como muchos expertos, Mendoza considera que una Cataluña independiente se vería, al menos en un primer momento, excluida de la Unión Europea. "Habría un período, que podría ser de pocos años o bastantes años, eso dependería de aspectos políticos, en que habría que negociar los tratados, hacer los acuerdos con la Unión Europea y tener el visto bueno de todos los países miembros", afirma. Durante esa transición, "creo que el efecto más importante, al menos a corto plazo, sería que la inversión extranjera seguramente se retraería de manera significativa", agrega.

Para Baratech, este es el peor momento posible para una independencia, debido al contexto de crisis. "Estas cosas o se hacen cuando hay una bonanza económica muy importante o las empresas lo pasan fatal", afirma. "Hoy día, si una empresa baja un 10% o un 20% su facturación es casi obligado un cierre", sentencia.

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