Gaza se apasiona con el clásico, pese al llamado al boicot
GAZA, AFP
Los palestinos de Gaza se dieron cita en masa el domingo por la noche en los cafés de la franja para seguir el clásico entre Barcelona y Real Madrid (2-2), pese al llamado al boicot por la invitación del club catalán al exsoldado israelí Gilad Shalit.
En el café Omda, en el frente marítimo de la ciudad de Gaza, decenas de aficionados, niños y mayores, estaban ubicados en filas de sillas alineadas sobre la hierba, como si se tratase de un cine de verano, para seguir las evoluciones de sus héroes, ya fuesen catalanes o madrileños.
Sin embargo, las autoridades del movimiento palestino Hamas, que controla el poder en Gaza, y ciertos activistas propalestinos llamaron a boicotear el partido tras la polémica decisión del Barcelona de invitar a Gilad Shalit.
Este joven israelí de 26 años fue secuestrado por grupos vinculados a Hamas cuando cumplía el servicio militar obligatorio en Israel y liberado cinco años más tarde, en octubre de 2011, a cambio de 1.027 palestinos detenidos en el Estado Hebreo.
Desde su liberación, este apasionado del deporte no se pierde ningún gran partido de fútbol europeo por televisión y por esta razón fue invitado a Barcelona.
Ante la polémica suscitada por esta decisión, el Barcelona trató de rebajar la tensión de los aficionados palestinos invitando también a Mahmoud Sarsak, un futbolista palestino encarcelado por Israel durante tres años, hasta que fue liberado el pasado mes de julio después de llevar a cabo una huelga de hambre.
Sin embargo, Sarsak rechazó la invitación con el argumento de que no se podía equiparar la situación de un soldado con uniforme a la de un detenido político.
Por su parte, Hamas instó al Barcelona a anular su invitación al joven israelí, amenazando con llamar a los medios "musulmanes, árabes y palestinos" a boicotear el clásico si Shalit estaba finalmente en las gradas del Camp Nou.
Todo un desafío teniendo en cuenta la extraordinaria popularidad de los dos grandes de España entre los palestinos, auténticos fanáticos del fútbol.
Las advertencias de Hamas calaron entre los aficionados que llenaron el domingo por la noche los cafés, los restaurantes y las salas de los hoteles de Gaza.
"Soy aficionado del Barcelona y estoy realmente indignado de que hayan invitado a Shalit. Es un criminal, no es alguien al que se pueda invitar", explicó a la AFP Hamza Azzam, de 27 años, mientras fumaba en pipa en el café Omda. "Pero finalmente, es fútbol y sigo siendo hincha del Barcelona", añadió.
Su amigo, Haythem Estawi, también criticó la invitación del club catalán: "Veo todos los clásicos y habitualmente no me importa quién gane, pero esta vez, voy con el Madrid. Quiero que Barcelona pierda".
La televisión no mostró a Shalit en las gradas, pero la imagen de una bandera israelí provocó los abucheos y los silbidos de la gente.
Gilad Shalit se metió él mismo en la polémica, al escribir el domingo en la página web del diario israelí Ynet que estaba tan excitado por el partido como "el niño pequeño al que sus padres le llevan a una inmensa confitería".
"Como cada uno sabe, grupos propalestinos amenazaron con manifestarse durante el partido. Hasta ahora, todo está tranquilo, esperamos que se quede en nada. Sino, tenemos guardaespaldas profesionales que garantizarán nuestra seguridad", precisó.
La polémica puede que deje secuelas, por lo menos desde el lado palestino. El Barcelona "debe saber que hay muchos, muchos aficionados de Oriente Medio que están enfadados con lo ocurrido", advirtió Zakariya Atoun, de 53 años y seguidor del Barça.
Los palestinos de Gaza se dieron cita en masa el domingo por la noche en los cafés de la franja para seguir el clásico entre Barcelona y Real Madrid (2-2), pese al llamado al boicot por la invitación del club catalán al exsoldado israelí Gilad Shalit.
En el café Omda, en el frente marítimo de la ciudad de Gaza, decenas de aficionados, niños y mayores, estaban ubicados en filas de sillas alineadas sobre la hierba, como si se tratase de un cine de verano, para seguir las evoluciones de sus héroes, ya fuesen catalanes o madrileños.
Sin embargo, las autoridades del movimiento palestino Hamas, que controla el poder en Gaza, y ciertos activistas propalestinos llamaron a boicotear el partido tras la polémica decisión del Barcelona de invitar a Gilad Shalit.
Este joven israelí de 26 años fue secuestrado por grupos vinculados a Hamas cuando cumplía el servicio militar obligatorio en Israel y liberado cinco años más tarde, en octubre de 2011, a cambio de 1.027 palestinos detenidos en el Estado Hebreo.
Desde su liberación, este apasionado del deporte no se pierde ningún gran partido de fútbol europeo por televisión y por esta razón fue invitado a Barcelona.
Ante la polémica suscitada por esta decisión, el Barcelona trató de rebajar la tensión de los aficionados palestinos invitando también a Mahmoud Sarsak, un futbolista palestino encarcelado por Israel durante tres años, hasta que fue liberado el pasado mes de julio después de llevar a cabo una huelga de hambre.
Sin embargo, Sarsak rechazó la invitación con el argumento de que no se podía equiparar la situación de un soldado con uniforme a la de un detenido político.
Por su parte, Hamas instó al Barcelona a anular su invitación al joven israelí, amenazando con llamar a los medios "musulmanes, árabes y palestinos" a boicotear el clásico si Shalit estaba finalmente en las gradas del Camp Nou.
Todo un desafío teniendo en cuenta la extraordinaria popularidad de los dos grandes de España entre los palestinos, auténticos fanáticos del fútbol.
Las advertencias de Hamas calaron entre los aficionados que llenaron el domingo por la noche los cafés, los restaurantes y las salas de los hoteles de Gaza.
"Soy aficionado del Barcelona y estoy realmente indignado de que hayan invitado a Shalit. Es un criminal, no es alguien al que se pueda invitar", explicó a la AFP Hamza Azzam, de 27 años, mientras fumaba en pipa en el café Omda. "Pero finalmente, es fútbol y sigo siendo hincha del Barcelona", añadió.
Su amigo, Haythem Estawi, también criticó la invitación del club catalán: "Veo todos los clásicos y habitualmente no me importa quién gane, pero esta vez, voy con el Madrid. Quiero que Barcelona pierda".
La televisión no mostró a Shalit en las gradas, pero la imagen de una bandera israelí provocó los abucheos y los silbidos de la gente.
Gilad Shalit se metió él mismo en la polémica, al escribir el domingo en la página web del diario israelí Ynet que estaba tan excitado por el partido como "el niño pequeño al que sus padres le llevan a una inmensa confitería".
"Como cada uno sabe, grupos propalestinos amenazaron con manifestarse durante el partido. Hasta ahora, todo está tranquilo, esperamos que se quede en nada. Sino, tenemos guardaespaldas profesionales que garantizarán nuestra seguridad", precisó.
La polémica puede que deje secuelas, por lo menos desde el lado palestino. El Barcelona "debe saber que hay muchos, muchos aficionados de Oriente Medio que están enfadados con lo ocurrido", advirtió Zakariya Atoun, de 53 años y seguidor del Barça.