El Gobierno responsabiliza a Mas de la caída de España en los mercados
Margallo culpa a los planes soberanistas de la rebaja de la calificación de la deuda española
El Ejecutivo sale en tromba pero no respalda al 100% a Wert y su “españolización”
Carlos E. Cué / Àngels Piñol
Madrid / Barcelona, El País
El Gobierno de Mariano Rajoy no es un Ejecutivo al uso. Cada ministro, como le gusta al presidente, se hace responsable solo de lo que él dice. Muchos intentan pasar inadvertidos en pleno vendaval de la crisis. Otros son más dados a lanzarse al ruedo, como José Ignacio Wert, el de Educación. Otros se contradicen entre ellos con frecuencia, como los económicos. A veces, el presidente marca una línea estratégica que algunos siguen y otros no tanto. Con la crisis independentista catalana, el asunto político clave del mandato de Rajoy, cada vez más claramente está pasando eso.
El presidente ha marcado una línea clara: hay que atacar a Artur Mas por el lado económico. Se presiona a los empresarios en privado, como están haciendo varios ministros y el propio presidente, para que a su vez hablen con Mas para que entienda que la inestabilidad política no conviene a nadie. Y en público, culpar a Mas de las dificultades de España en los mercados y apelar a los catalanes a no votar a un presidente que genera inestabilidad mientras está pidiendo ayuda al Estado porque no puede financiarse.
A esto último se ha dedicado el presidente en sus mítines en el País Vasco y este jueves reforzaron esta idea tanto José Manuel García-Margallo, ministro de Exteriores, como la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. “La estabilidad política también cotiza en Bolsa. Cuando determinadas decisiones generan inestabilidad política, empeora la financiación de la pyme de Castelldefels y del pequeño empresario de Aranda de Duero”, señaló la vicepresidenta tras el Consejo de Ministros. Lo hizo al ser preguntada sobre la devaluación de la deuda española que hizo Standard&Poor’s, con lo que estaba responsabilizando de esos problemas, al menos en parte, al nacionalismo catalán.
Digan lo que digan, no hay salvación fuera de Europa”, le ha espetado el ministro a Joan Tardà
García-Margallo fue muy claro: “Nos preocupa que estos movimientos, como ha dicho S&P, están debilitando la posición de España en los mercados internacionales, en un momento en que España necesita financiación para ayudar, entre otras, a Cataluña”.
Tanto García-Margallo como Sáenz de Santamaría pidieron responsabilidad a los dirigentes catalanes para no generar más inestabilidad. Sin embargo, fue Wert, uno de los miembros del Ejecutivo, quien el día anterior incendió la política catalana y española al decir que el Gobierno quiere “españolizar a los alumnos catalanes”.
La frase no ha sentado del todo bien en el Gobierno, aunque como en otros asuntos hay división de opiniones. Algunos defienden una respuesta dura a los catalanes, otros optan por buscar un punto de encuentro. Rajoy va por semanas. Al principio ofreció diálogo, después acusó a los nacionalistas de dificultar la salida de la crisis. Pero Wert se salió de esa estrategia de centrar la cuestión en la economía y habló de “españolizar”. En el más puro estilo marianista, Sáenz de Santamaría no quiso ni desautorizar a Wert, aunque podría porque es su superior jerárquico, ni respaldar claramente sus palabras. Pese a que los periodistas hicieron hasta cinco intentos, ella no pronunció la palabra “españolizar” pero tampoco corrigió al ministro. Molesta por tener que hablar de un asunto tan delicado, se limitaba una y otra vez a esquivar la cuestión central, la españolización. Al final, señaló que “el propio ministro explicó por la noche el sentido de sus palabras”. Era una forma evidente de distanciarse de él, pero siempre sin llegar a desautorizarle. Rajoy, y Sáenz de Santamaría con él, siempre han procurado mantener una cierta ambigüedad para contentar a la vez al sector más duro de su partido, alimentado con frases como la de Wert, y también tratar de conservar esa imagen de moderación que promueve el presidente.
En cualquier caso el mensaje político claro era el ataque al nacionalismo por complicar aún más la situación económica española. Y el Gobierno catalán inscribió la reacción de Santamaría en la ofensiva en tromba para desprestigiar el proceso soberanista. Fuentes del ejecutivo catalán recordaron que Mariano Rajoy reaccionó con silencio tras la manifestación soberanista de la Diada y que, pasadas unas semanas, las descalificaciones de los populares son diarias. “Es muy forzado hacer este tipo de lecturas”, dijo el portavoz del Gobierno catalán, Francesc Homs, que recordó que tras la marcha de la Diada bajó la prima de riesgo y subió la Bolsa.
Sáenz de Santamaría también quiso cortar el ejemplo que está utilizando el nacionalismo catalán, esto es el pacto entre el Gobierno del Reino Unido y el de Escocia para convocar en 2014 un referéndum por la independencia de este país en el norte de Gran Bretaña. La vicepresidenta fue clara: “Escocia no puede convocar el referéndum por su cuenta. Necesita autorización del Parlamento del Reino Unido. Y aquí el Parlamento español esta semana votó por 276 votos en contra que no se pueda convocar un referéndum en Cataluña. En el Reino Unido se está respetando la Constitución, espero que aquí también si se quieren hacer paralelismos”.
El Ejecutivo sale en tromba pero no respalda al 100% a Wert y su “españolización”
Carlos E. Cué / Àngels Piñol
Madrid / Barcelona, El País
El Gobierno de Mariano Rajoy no es un Ejecutivo al uso. Cada ministro, como le gusta al presidente, se hace responsable solo de lo que él dice. Muchos intentan pasar inadvertidos en pleno vendaval de la crisis. Otros son más dados a lanzarse al ruedo, como José Ignacio Wert, el de Educación. Otros se contradicen entre ellos con frecuencia, como los económicos. A veces, el presidente marca una línea estratégica que algunos siguen y otros no tanto. Con la crisis independentista catalana, el asunto político clave del mandato de Rajoy, cada vez más claramente está pasando eso.
El presidente ha marcado una línea clara: hay que atacar a Artur Mas por el lado económico. Se presiona a los empresarios en privado, como están haciendo varios ministros y el propio presidente, para que a su vez hablen con Mas para que entienda que la inestabilidad política no conviene a nadie. Y en público, culpar a Mas de las dificultades de España en los mercados y apelar a los catalanes a no votar a un presidente que genera inestabilidad mientras está pidiendo ayuda al Estado porque no puede financiarse.
A esto último se ha dedicado el presidente en sus mítines en el País Vasco y este jueves reforzaron esta idea tanto José Manuel García-Margallo, ministro de Exteriores, como la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. “La estabilidad política también cotiza en Bolsa. Cuando determinadas decisiones generan inestabilidad política, empeora la financiación de la pyme de Castelldefels y del pequeño empresario de Aranda de Duero”, señaló la vicepresidenta tras el Consejo de Ministros. Lo hizo al ser preguntada sobre la devaluación de la deuda española que hizo Standard&Poor’s, con lo que estaba responsabilizando de esos problemas, al menos en parte, al nacionalismo catalán.
Digan lo que digan, no hay salvación fuera de Europa”, le ha espetado el ministro a Joan Tardà
García-Margallo fue muy claro: “Nos preocupa que estos movimientos, como ha dicho S&P, están debilitando la posición de España en los mercados internacionales, en un momento en que España necesita financiación para ayudar, entre otras, a Cataluña”.
Tanto García-Margallo como Sáenz de Santamaría pidieron responsabilidad a los dirigentes catalanes para no generar más inestabilidad. Sin embargo, fue Wert, uno de los miembros del Ejecutivo, quien el día anterior incendió la política catalana y española al decir que el Gobierno quiere “españolizar a los alumnos catalanes”.
La frase no ha sentado del todo bien en el Gobierno, aunque como en otros asuntos hay división de opiniones. Algunos defienden una respuesta dura a los catalanes, otros optan por buscar un punto de encuentro. Rajoy va por semanas. Al principio ofreció diálogo, después acusó a los nacionalistas de dificultar la salida de la crisis. Pero Wert se salió de esa estrategia de centrar la cuestión en la economía y habló de “españolizar”. En el más puro estilo marianista, Sáenz de Santamaría no quiso ni desautorizar a Wert, aunque podría porque es su superior jerárquico, ni respaldar claramente sus palabras. Pese a que los periodistas hicieron hasta cinco intentos, ella no pronunció la palabra “españolizar” pero tampoco corrigió al ministro. Molesta por tener que hablar de un asunto tan delicado, se limitaba una y otra vez a esquivar la cuestión central, la españolización. Al final, señaló que “el propio ministro explicó por la noche el sentido de sus palabras”. Era una forma evidente de distanciarse de él, pero siempre sin llegar a desautorizarle. Rajoy, y Sáenz de Santamaría con él, siempre han procurado mantener una cierta ambigüedad para contentar a la vez al sector más duro de su partido, alimentado con frases como la de Wert, y también tratar de conservar esa imagen de moderación que promueve el presidente.
En cualquier caso el mensaje político claro era el ataque al nacionalismo por complicar aún más la situación económica española. Y el Gobierno catalán inscribió la reacción de Santamaría en la ofensiva en tromba para desprestigiar el proceso soberanista. Fuentes del ejecutivo catalán recordaron que Mariano Rajoy reaccionó con silencio tras la manifestación soberanista de la Diada y que, pasadas unas semanas, las descalificaciones de los populares son diarias. “Es muy forzado hacer este tipo de lecturas”, dijo el portavoz del Gobierno catalán, Francesc Homs, que recordó que tras la marcha de la Diada bajó la prima de riesgo y subió la Bolsa.
Sáenz de Santamaría también quiso cortar el ejemplo que está utilizando el nacionalismo catalán, esto es el pacto entre el Gobierno del Reino Unido y el de Escocia para convocar en 2014 un referéndum por la independencia de este país en el norte de Gran Bretaña. La vicepresidenta fue clara: “Escocia no puede convocar el referéndum por su cuenta. Necesita autorización del Parlamento del Reino Unido. Y aquí el Parlamento español esta semana votó por 276 votos en contra que no se pueda convocar un referéndum en Cataluña. En el Reino Unido se está respetando la Constitución, espero que aquí también si se quieren hacer paralelismos”.