Xavi redime al Barcelona ante Granada


Juanma Rubio, As
... Y cuando falle todo lo demás, Xavi Hernández, el alfa y omega de una forma de entender el fútbol, tantas veces secundario de lujo y arquitecto desde la discreción y esta vez protagonista y catalizador de la furia y el hambre de un equipo en cuyo estómago ruge el vacío de la pasada Liga. Sin esos meses de privación tras tanto tiempo de fastos sería difícil entender estas dentelladas, la rebeldía con la que ha salvado -Osasuna, Spartak, Granada- partidos en los que la pasada temporada encalló. O eso o ha cambiado la suerte pero un Barcelona con mucho menos fútbol del habitual suma quince de quince en Liga y se acuesta con once puntos más que un Real Madrid que saldrá con la navaja en el cuello a ese maravilloso incordio llamado Vallecas.


A la espera del mejor tono físico y del fútbol para gourmets, el Barcelona ha salvado en cuatro días dos partidos que se habían alejado. Tozudo y con un coraje que no necesita cuando juega en versión imperial, el Barça ha sacado fuerza y raza para encontrar victorias en medio de laberintos en los que se mete por sus propios pecados. Ante el Spartak fue, como tantas veces, Messi. Ante el Granada fue Xavi, que entró en el minuto 53 y comandó la carga del séptimo de caballería azulgrana. La única pausa entre el ansia, el cerebro en el ojo del huracán. Y el gol, un disparo tremendo desde la frontal a la escuadra de un héroe llamado Toño, hasta entonces infranqueable. Era el minuto 86 y el Camp Nou estalló, poco acostumbrado a que su equipo necesite tanto, a que le cueste tanto. Y a disfrutarlo tanto. Después del gol de Xavi una diablura de Messi acabó en un pase de la muerte que Borja embocó en su propia portería. Sucedió cinco minutos después pero conviene recordar que la suerte del Granada quedó seguramente sellada tres minutos antes del cañonazo de Xavi cuando Orellana se quedó sólo ante Valdés y se le agigantó un portero que recuperó su aura y que también salvó en el primer tiempo un mano a mano, menos claro, de Siqueira.

En ese puñado de segundos en los que Orellana pensó demasiado y se le echó encima el Camp Nou y un portero excepcional quedó claro que toda la locura de aquel segundo tiempo tenía un destino escrito que esperaba en la bota de Xavi. El Barcelona purgó con un sufrimiento indecible su pésimo primer tiempo y acabó con un desembarco épico sobre la portería de un Toño que hizo media docena de paradas salvadoras. Con Pedro y Tello entrando para abrir las bandas y un escuadrón que rompía por la zona central: Messi, Alexis, Cesc, Xavi, Busquets... El Barcelona se desordenó, se desnudó en defensa, se olvidó del baile de salón y se lanzó sobre una presa que boqueaba tras tantos minutos de trabajo impecable. Hasta que llegó un gol que resonó por Barcelona como un trueno: la mala suerte no existe cuando la espantas a golpe de acumular méritos, llegadas, remates.

Del Granada de Anquela, que al fin y al cabo se va con los dos puntos con los que llegó, sólo se pueden decir buenas palabras. No sufrió demasiado hasta los últimos minutos del primer tiempo y tuvo una llegada espléndida por tiempo. Presionó mucho de salida, jugó en campo contrario y sólo reculó cuando le obligó un Barcelona desbocado; acabó en su área colapsando la franja central y achicando agua como pudo. Enorme partido de Siqueira, Nyom o Iriney y una derrota que no desluce el trabajo de un buen equipo. Nada en absoluto.

Pero más allá del buen planteamiento, el enorme esfuerzo y el instinto de supervivencia del Granada, el dramático desenlace al que se abocó el partido fue responsabilidad de un Barcelona que volvió a salir desactivado, lento de piernas y pensamiento, sin presión y sin circulación, sin movimiento sin balón y sin seguridad defensiva. Sin Iniesta ni Xavi y sin Puyol ni Piqué el esqueleto se resquebraja. Si se le suma el mal momento de Alves y Mascherano y la desubicación de Song el resultado es una defensa que es un flan y que ni sube líneas ni inicia jugadas como suele. De ahí se propagan los males: Thiago y Villa pasaron desapercibidos, Alexis se estorbó a sí mismo y Cesc volvió a flojear en la zona de creación y a fallar con el estoque, esta vez que tan cerca lo tuvo. Messi lo intentó todo hasta el ataque de nervios y el Barcelona fue un puzzle roto, una sombra de sí mismo hasta los albores del descanso.

En la segunda parte cambió todo y la falta de ideas y frescura quedó eclipsada por un impulso de pura necesidad: el hambre. Una, dos, cuatro, seis ocasiones claras, un par de llegadas por minuto, robos en la frontal de un Granada agotado... Xavi al mando, Messi en todas partes, Pedro y Tello en avalancha... Ciego de ideas pero ciego de hambre y pasión ganó un Barcelona que espera a tiempos mejores, por físico y por juego, con pleno de victorias en Liga y el aura intacta. La meta es ganar y la brújula es Xavi, que tantas veces asfaltó la autopista y que esta vez, porque estaba fallando todo lo demás, supo ser depredador. Todo lo que haga falta, siempre lo que haga falta y siempre, todo y siempre, al servicio de

Barcelona: Valdés; Alves, Song, Mascherano, Adriano (Tello, m.73); Busquets, Thiago (Xavi, m.53), Cesc; Alexis, Messi y Villa (Pedro, m.53)

Granada: Toño; Nyom, Íñigo López, Borja Gómez, Siqueira; Iriney, Mikel Rico, Orellana, Torje (Juanma Ortiz, m.66); Brahimi (Jaime, m.75) y Floro Flores (Al Arabi, m.58).

Goles: 1-0, m.87: Xavi. 2-0, m.90+2: Borja Gómez, propia puerta.

Árbitro: del Cerro Grande (Col. Madrileño). Mostró cartulina amarilla a Floro Flores (m.24), Toño (m.45) y a Borja Gómez (m.72).

Incidencias: Asistieron al encuentro 65.834 espectadores en partido de la quinta jornada de Primera División disputado en el Camp Nou.

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