Una confusión en Facebook desata el caos en Holanda
Grandes destrozos, 30 heridos y 34 detenidos en la fiesta convocada por error en la red social en Holanda
Unas 4.000 personas abarrotaron el pueblo de Haren
Merthe, una vecina adolescente, olvidó mencionar que su cumpleaños era privado
Isabel Ferrer
La Haya, El País
La misma modélica Haren ha ganado fama mundial este fin de semana por el motivo opuesto. Su vía central estaba ayer tapizada de botellas rotas, latas de bebida aplastadas, plásticos diversos y restos de mobiliario urbano. Los vecinos se afanaban en una limpieza que tenía mucho de catarsis. La noche del viernes habían sufrido el asalto de unos 4.000 jóvenes llegados de todo el país a una falsa fiesta pública anunciada a través de Facebook. En pocas horas arrasaron la imagen de un municipio que había sido declarado dos años consecutivos como pueblo ejemplar del país. Hubo 34 detenidos y 29 personas resultaron heridas.
Haren está en el extremo norte de Holanda, muy alejada del centro de poder de La Haya, y del centro histórico y cultural de la capital, Ámsterdam. Su reducido tamaño se compensa con avenidas residenciales plenas de jardines bien cuidados y lindas casitas de ladrillo. A un tiro de piedra aparece Groningen, una de las ciudades universitarias más concurridas del país. El ritmo de Haren es pausado, por eso los disturbios derivados de la fiesta de Facebook la han traumatizado.
La más afectada es Merthe, la adolescente que invitó vía Facebook a una fiesta sin advertir de que era una celebración privada y se apuntaron miles de espontáneos. Cumplía 16 años. Tuvo que abandonar su hogar con su familia para evitar males mayores. Ahora no sabe dónde meterse.
Su error tiene varias lecturas. Para los vecinos de Haren, el recuerdo que perdurará es el de unas calles al rojo vivo repletas de jóvenes desmadrados.
El Ayuntamiento llevaba varios días explicando, también a través de Facebook, que las masas —hasta 25.000 personas llegaron a anunciar que irían a la fiesta— no eran bienvenidas. “Pero el municipio no tomó medidas adecuadas a tiempo y las fuerzas antidisturbios llegaron tarde”, se quejaba ayer un vecino. Las aseguradoras cifran en millones de euros la cuenta del desastre. El alcalde, Rob Bats, ha comparado el asalto juvenil con el paso de un huracán: “Primero fue la calma y luego el estallido”, dijo. “Son chusma y estaban bien organizados para pelear”, denunció.
Oscar Dros, comisario jefe de la policía de Groningen comparte esa opinión. La “agresividad extrema” contra los agentes registrada la madrugada del viernes al sábado es un fenómeno desconocido en Holanda. “Calculamos todas las posibilidades de esta falsa fiesta. Por eso sacamos a los antidisturbios”, explicó Dros junto al alcalde. Del despliegue de agentes desarmados, se pasó a repeler el lanzamiento de botellas, adoquines y hasta bicicletas, con cargas de los antidisturbios. Al final, había 500 policías enfrentados a un núcleo duro de gamberros. “Que se preparen. Lo tenemos todo grabado. Si no se entregan por las buenas, los sacaremos de sus camas”, remachó el jefe policial.
Las redes sociales han traído una nueva generación de hooligans “más violentos, sin jerarquías y que actúan ajenos al evento visitado”, explica el Instituto holandés para la Seguridad y el Control de la Crisis.
Unas 4.000 personas abarrotaron el pueblo de Haren
Merthe, una vecina adolescente, olvidó mencionar que su cumpleaños era privado
Isabel Ferrer
La Haya, El País
La misma modélica Haren ha ganado fama mundial este fin de semana por el motivo opuesto. Su vía central estaba ayer tapizada de botellas rotas, latas de bebida aplastadas, plásticos diversos y restos de mobiliario urbano. Los vecinos se afanaban en una limpieza que tenía mucho de catarsis. La noche del viernes habían sufrido el asalto de unos 4.000 jóvenes llegados de todo el país a una falsa fiesta pública anunciada a través de Facebook. En pocas horas arrasaron la imagen de un municipio que había sido declarado dos años consecutivos como pueblo ejemplar del país. Hubo 34 detenidos y 29 personas resultaron heridas.
Haren está en el extremo norte de Holanda, muy alejada del centro de poder de La Haya, y del centro histórico y cultural de la capital, Ámsterdam. Su reducido tamaño se compensa con avenidas residenciales plenas de jardines bien cuidados y lindas casitas de ladrillo. A un tiro de piedra aparece Groningen, una de las ciudades universitarias más concurridas del país. El ritmo de Haren es pausado, por eso los disturbios derivados de la fiesta de Facebook la han traumatizado.
La más afectada es Merthe, la adolescente que invitó vía Facebook a una fiesta sin advertir de que era una celebración privada y se apuntaron miles de espontáneos. Cumplía 16 años. Tuvo que abandonar su hogar con su familia para evitar males mayores. Ahora no sabe dónde meterse.
Su error tiene varias lecturas. Para los vecinos de Haren, el recuerdo que perdurará es el de unas calles al rojo vivo repletas de jóvenes desmadrados.
El Ayuntamiento llevaba varios días explicando, también a través de Facebook, que las masas —hasta 25.000 personas llegaron a anunciar que irían a la fiesta— no eran bienvenidas. “Pero el municipio no tomó medidas adecuadas a tiempo y las fuerzas antidisturbios llegaron tarde”, se quejaba ayer un vecino. Las aseguradoras cifran en millones de euros la cuenta del desastre. El alcalde, Rob Bats, ha comparado el asalto juvenil con el paso de un huracán: “Primero fue la calma y luego el estallido”, dijo. “Son chusma y estaban bien organizados para pelear”, denunció.
Oscar Dros, comisario jefe de la policía de Groningen comparte esa opinión. La “agresividad extrema” contra los agentes registrada la madrugada del viernes al sábado es un fenómeno desconocido en Holanda. “Calculamos todas las posibilidades de esta falsa fiesta. Por eso sacamos a los antidisturbios”, explicó Dros junto al alcalde. Del despliegue de agentes desarmados, se pasó a repeler el lanzamiento de botellas, adoquines y hasta bicicletas, con cargas de los antidisturbios. Al final, había 500 policías enfrentados a un núcleo duro de gamberros. “Que se preparen. Lo tenemos todo grabado. Si no se entregan por las buenas, los sacaremos de sus camas”, remachó el jefe policial.
Las redes sociales han traído una nueva generación de hooligans “más violentos, sin jerarquías y que actúan ajenos al evento visitado”, explica el Instituto holandés para la Seguridad y el Control de la Crisis.