Obama trata de distanciarse de la huelga de profesores de Chicago
Las protestas evidencian las diferencias entre la política educativa de la Casa Blanca y los intereses de los sindicatos
Eva Sáiz
Washington, El País
La huelga de profesores de Chicago, que ha culminado su tercer día de paros consecutivo sin visos de acuerdo, ha puesto a Barack Obama en la incomoda posición de mantener el equilibrio entre la reforma educativa del alcalde de la localidad y antiguo jefe de su Gabinete, Rahm Emanuel, -similar a las políticas que ha puesto en marcha su Administración- y los sindicatos, a los que necesita para ganar las elecciones de noviembre. De momento, el presidente no se ha pronunciado públicamente sobre el asunto y sus asesores y los estrategas de su campaña tratan de presentar el conflicto educativo como un asunto meramente local.
“Es lógico que la Casa Blanca quiera hacer creer que la huelga de Chicago es un tema local, pero sus implicaciones tienen alcance nacional, se trata de un problema laboral”, declaró a Reuters Randi Weingarten, el presidente nacional de uno de los sindicatos de profesores que secunda el paro en esa ciudad. Las asociaciones de trabajadores, que en los últimos doce meses han perdido varias de sus reivindicaciones, insisten en otorgar al conflicto de Chicago una dimensión nacional. Los sindicatos de Wisconsin, que en verano vieron como se frustraban sus esfuerzos por desbancar del poder al gobernador Scott Walker por haber debilitado sus poderes, han convocado para el próximo viernes un acto de apoyo a los profesores en huelga en la ciudad del Estado de Illinois..
La Educación en Estados Unidos es responsabilidad, en primera instancia, de los Gobiernos estatales y locales, pero los fondos públicos provenientes de la Administración central influyen de manera importante en las políticas educativas ya que, en general, están sujetos al cumplimiento de los objetivos fijados por aquella. El Ejecutivo federal apenas contribuye en el más del trillón de dólares que se invirtió en educación en el país en el curso pasado, pero sigue teniendo una gran ascendiente en materias como el acceso, la responsabilidad y la calidad del profesorado.
Cuando Obama accedió a la Casa Blanca puso en marcha un nuevo modelo educativo, denominado Race to the top [Carrera hacia la cima], para tratar de mitigar los resultados negativos de la última gran reforma de la enseñanza aprobada por George W. Bush. El programa del presidente, entre otras cosas, incluye la evaluación de los profesores en función, entre otros condicionantes, de las calificaciones que obtengan sus alumnos; el cierre de escuelas que no cumplan con los parámetros de excelencia establecidos; o la ampliación de la jornada lectiva. Unas medidas muy impopulares entre los sindicatos y que Emanuel ha incorporado en su propia reforma educativa.
La Educación es responsabilidad, en primera instancia, de los Gobiernos estatales y locales, pero los fondos públicos provenientes de la Administración central influyen de manera importante en las políticas educativas
Las propuestas de Obama son compartidas en su mayor parte por el Partido Republicano. Su rival en las elecciones, Mitt Romney, declaró que las iniciativas del presidente “tienen sentido” y se ha mostrado a favor de la sustitución de las escuelas que no cumplan los criterios de calidad docente por centros concertados -que no se someten a las mismas normas que los públicos-, y en el sistema de evaluación de los profesores. El candidato republicano difiere, eso sí, en el peso que el Gobierno central debe tener sobre la educación. En los últimos cuatro años, la Administración Obama a otorgado miles de millones en ayudas a aquellos Estados que observaban los parámetros de su nuevo modelo educativo.
Los sindicatos, por tanto, son los principales opositores a las reformas acometidas por el presidente, unas reformas similares a las incorporadas por Emanuel. Si el conflicto se enquista Obama tendría mucho que perder. Varios miembros de su Administración están trabajando en la sombra para tratar de solucionar el conflicto cuanto antes y evitar que las acusaciones de las asociaciones de trabajadores responsabilizando al alcalde de Chicago de cerrar escuelas y destruir empleo público puedan acabar contagiando al presidente, informaba este martes The Washington Post.
Eva Sáiz
Washington, El País
La huelga de profesores de Chicago, que ha culminado su tercer día de paros consecutivo sin visos de acuerdo, ha puesto a Barack Obama en la incomoda posición de mantener el equilibrio entre la reforma educativa del alcalde de la localidad y antiguo jefe de su Gabinete, Rahm Emanuel, -similar a las políticas que ha puesto en marcha su Administración- y los sindicatos, a los que necesita para ganar las elecciones de noviembre. De momento, el presidente no se ha pronunciado públicamente sobre el asunto y sus asesores y los estrategas de su campaña tratan de presentar el conflicto educativo como un asunto meramente local.
“Es lógico que la Casa Blanca quiera hacer creer que la huelga de Chicago es un tema local, pero sus implicaciones tienen alcance nacional, se trata de un problema laboral”, declaró a Reuters Randi Weingarten, el presidente nacional de uno de los sindicatos de profesores que secunda el paro en esa ciudad. Las asociaciones de trabajadores, que en los últimos doce meses han perdido varias de sus reivindicaciones, insisten en otorgar al conflicto de Chicago una dimensión nacional. Los sindicatos de Wisconsin, que en verano vieron como se frustraban sus esfuerzos por desbancar del poder al gobernador Scott Walker por haber debilitado sus poderes, han convocado para el próximo viernes un acto de apoyo a los profesores en huelga en la ciudad del Estado de Illinois..
La Educación en Estados Unidos es responsabilidad, en primera instancia, de los Gobiernos estatales y locales, pero los fondos públicos provenientes de la Administración central influyen de manera importante en las políticas educativas ya que, en general, están sujetos al cumplimiento de los objetivos fijados por aquella. El Ejecutivo federal apenas contribuye en el más del trillón de dólares que se invirtió en educación en el país en el curso pasado, pero sigue teniendo una gran ascendiente en materias como el acceso, la responsabilidad y la calidad del profesorado.
Cuando Obama accedió a la Casa Blanca puso en marcha un nuevo modelo educativo, denominado Race to the top [Carrera hacia la cima], para tratar de mitigar los resultados negativos de la última gran reforma de la enseñanza aprobada por George W. Bush. El programa del presidente, entre otras cosas, incluye la evaluación de los profesores en función, entre otros condicionantes, de las calificaciones que obtengan sus alumnos; el cierre de escuelas que no cumplan con los parámetros de excelencia establecidos; o la ampliación de la jornada lectiva. Unas medidas muy impopulares entre los sindicatos y que Emanuel ha incorporado en su propia reforma educativa.
La Educación es responsabilidad, en primera instancia, de los Gobiernos estatales y locales, pero los fondos públicos provenientes de la Administración central influyen de manera importante en las políticas educativas
Las propuestas de Obama son compartidas en su mayor parte por el Partido Republicano. Su rival en las elecciones, Mitt Romney, declaró que las iniciativas del presidente “tienen sentido” y se ha mostrado a favor de la sustitución de las escuelas que no cumplan los criterios de calidad docente por centros concertados -que no se someten a las mismas normas que los públicos-, y en el sistema de evaluación de los profesores. El candidato republicano difiere, eso sí, en el peso que el Gobierno central debe tener sobre la educación. En los últimos cuatro años, la Administración Obama a otorgado miles de millones en ayudas a aquellos Estados que observaban los parámetros de su nuevo modelo educativo.
Los sindicatos, por tanto, son los principales opositores a las reformas acometidas por el presidente, unas reformas similares a las incorporadas por Emanuel. Si el conflicto se enquista Obama tendría mucho que perder. Varios miembros de su Administración están trabajando en la sombra para tratar de solucionar el conflicto cuanto antes y evitar que las acusaciones de las asociaciones de trabajadores responsabilizando al alcalde de Chicago de cerrar escuelas y destruir empleo público puedan acabar contagiando al presidente, informaba este martes The Washington Post.