Nueva prueba de fuego para la diplomacia noruega de la paz

OSLO, AFP
Noruega, que hizo de las conversaciones de paz un pilar de su diplomacia, hasta ahora con un éxito relativo, va a retomar su bastón de peregrino al tratar de ayudar a pacificar Colombia, una tarea difícil pero no imposible, según los especialistas.
Con el objetivo de acabar con un conflicto que dura desde hace medio siglo, el presidente colombiano Juan Manuel Santos anunció el martes la apertura de las negociaciones con la rebelión marxista de las FARC en la primera quincena de octubre, primero en la capital noruega y luego en La Habana.

Dos décadas después de haber acogido las primeras conversaciones israelo-palestinas que habían desembocado en los "acuerdos de Oslo", el reino escandinavo -anfitrión del Premio Nobel de la Paz- está de nuevo implicado en una de estas mediaciones que son su especialidad.

"Es un rasgo cultural de la Noruega protestante, esa necesidad de ir en misión evangélica, de difundir su percepción del mundo", analiza Asle Toje, politólogo de la Universidad de Oslo.

Instaurar la paz en el mundo se ha convertido en el auténtico caballo de batalla de la diplomacia noruega desde los años 90, con un balance desigual. El país registró algunos éxitos, como su contribución a la paz en Guatemala en 1996, pero también numerosas decepciones: los acuerdos israelo-palestinos no duraron, la mediación en Sri Lanka fracasó y las conversaciones en Filipinas están estancadas.

"El problema es que el ministerio de Relaciones Exteriores se llenó de activistas (...) que recorrían el mundo para hacer la paz" sin necesariamente tener ni los medios ni las competencias, dice Toje.

Superar los errores del pasado. Pero esta vez, los especialistas tienen la esperanza de que las negociaciones en Colombia -la cuarta tentativa en 30 años- tengan éxito, con Noruega en el papel de facilitador junto a Venezuela y, sobre todo, Cuba.

"Se reúnen numerosas condiciones", estima Wenche Hauge, investigadora en el Instituto de Investigación para la Paz de Oslo (Prio).

Entre los factores de éxito, Hauge enumera el cambio en las relaciones de fuerza en el terreno, con unas FARC militarmente en dificultad, la salida en 2010 del presidente Álvaro Uribe, partidario de la firmeza con la rebelión, y un viento de libertad que sopla sobre Sudamérica.

"Es emocionante tener a Cuba en el proceso porque, para las FARC debilitadas, ese país será garante de que las reivindicaciones socioeconómicas y que la cuestión del reparto de las tierras tengan todo su lugar en el proceso", subraya.

"Noruega, por su parte, podrá contribuir con su experiencia de las mediaciones, su imagen de hacedor de paz que entrega el Nobel y que no tiene intereses económicos en el lugar, y los conocimientos que le entregan numerosas ONG en el terreno", añade.

Noruega. Para Toje, el país escandinavo ha aprendido en parte de sus errores pasados. En el cargo desde 2005, el jefe de su diplomacia, Jonas Gahr Stoere, puso orden a la mezcla de iniciativas de paz y concentró sus esfuerzos en sólo algunos conflictos con un puñado de diplomáticos veteranos.

En los últimos seis meses, los diplomáticos se han activado en La Habana para tejer secretamente vínculos entre el gobierno colombiano y los rebeldes, ofreciéndoles una ayuda logística y obrando por una confianza mutua.

"No hay ninguna duda sobre el hecho de que las partes se enfrentan a grandes desafíos. Debemos mantenernos sobrios: estas conversaciones serán difíciles", explica Veslemoey Lothe Salvesen, portavoz del ministerio noruego de Relaciones Exteriores.

"Pero los dos campos nos han solicitado y era natural responder afirmativamente, independientemente de los fracasos pasados", dice.

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