Liga de Campeones: Gran recital del Málaga ante el Zenit
Málaga, As
Europa, esto es Málaga y esto es el Málaga. Pasión en el campo y en la grada; Sol, rayos y truenos. Los nervios del debut, el temblor del novato, la falta de galones... nada, ni una excusa en La Rosaleda. A cambio, fútbol. Una tonelada de fútbol para presentarse ante la nobleza continental. En el día del primer baile, engalanado y rebosante de autoestima, el Málaga envió un mensaje al planeta Champions: Hola, he llegado. Quizá no gane el torneo, quizá no esté en la final y que me aspen si sé si volveré aquí la próxima temporada. Pero voy a exprimir este sueño hasta que no quede una gota, voy a mimarlo hasta sacarle brillo. Quien quiera, que me acompañe.
El Málaga estrenó viaje europeo con un 3-0 que suena rotundo y que fue hermoso en un partido de fútbol de categoría. El Málaga lo bordó y el Zenit no se descompuso nunca, pese a todo. Fue 3-0 y pudo ser 6-3 sin un ápice de exageración. El Málaga generó una decena de ocasiones de gol muy claras. El Zenit la mitad. Porque el equipo ruso no se rindió, no jugó mal, contribuyó al partidazo con una propuesta impecable y un estilo definido. Pero ni contuvo el tsunami inicial del Málaga ni aprovechó sus ocasiones cuando dominó. Mal en el remate, mal en la contención, talentoso pero gélido en ese centro del campo que es el de la selección rusa: Shirokov, Denisov, Zyrianov. El equipo de Spalleti fue demasiado pulcro, aceptó cada invitación del Málaga con menos decisión, menos magia y menos puntería. Hulk reventó un balón en el larguero todavía con 1-0. Sin llegar a su mejor versión, el brasileño sigue siendo un delantero estruendoso. Pero ahí, en esa madera que resonó por toda Málaga, al Zenit se le fue el partido. Todavía no lo sabía, todavía quedaba todo por jugar...
Porque fue en el minuto 4 aunque parecía que había pasado un mundo, una miríada de llegadas del Málaga y un golazo de Isco, slalom desde la derecha y disparo de seda junto al palo. Isco también cerró el partido a quince minutos del final con otro golazo, este un misil teledirigido a la escuadra. Y entre medio el gol de Saviola, minuto 12, en el remate que ya le vimos mil veces y tras un pase maravilloso filtrado al área por Portillo. Ese es el resumen de las jugadas que dibujaron la hoja de ruta del partido, tres destellos que iluminaron a un equipo que dejó una media hora inicial memorable y que supo después aguantar, dosificar fuerzas y tirar contras. El Málaga y Pellegrini, arquitecto de un grupo que se gusta y al que le gusta el fútbol. Mucho mérito. Siempre, más después de un verano que amenazó ruina.
Si los grandes jugadores crecen en las grandes ocasiones, Isco dejó claro que no se le adivina techo. Dos goles y un despliegue enorme en la zona de tres cuartos, llegando por tierra, mar y aire en oleadas irresistibles, trenzando con un Joaquín poético y un Portillo maravilloso, en sintonía con un Saviola endiablado y protegidos todos por un Camacho de acero. Durante media hora el Málaga bordó el fútbol: robó muy arriba, tocó a la velocidad de la luz y llegó con lo que parecía un ejército completo a la carga. Después bajó revoluciones y se sostuvo en el dominio estéril del Zenit, con Monreal sometiendo a Hulk. Y a los pocos sitios donde no llegó el equipo llegaron Caballero... y el palo. Era la noche del Málaga y fue una noche de Champions. Este es el Málaga: encantado de conocerte, Europa.
Europa, esto es Málaga y esto es el Málaga. Pasión en el campo y en la grada; Sol, rayos y truenos. Los nervios del debut, el temblor del novato, la falta de galones... nada, ni una excusa en La Rosaleda. A cambio, fútbol. Una tonelada de fútbol para presentarse ante la nobleza continental. En el día del primer baile, engalanado y rebosante de autoestima, el Málaga envió un mensaje al planeta Champions: Hola, he llegado. Quizá no gane el torneo, quizá no esté en la final y que me aspen si sé si volveré aquí la próxima temporada. Pero voy a exprimir este sueño hasta que no quede una gota, voy a mimarlo hasta sacarle brillo. Quien quiera, que me acompañe.
El Málaga estrenó viaje europeo con un 3-0 que suena rotundo y que fue hermoso en un partido de fútbol de categoría. El Málaga lo bordó y el Zenit no se descompuso nunca, pese a todo. Fue 3-0 y pudo ser 6-3 sin un ápice de exageración. El Málaga generó una decena de ocasiones de gol muy claras. El Zenit la mitad. Porque el equipo ruso no se rindió, no jugó mal, contribuyó al partidazo con una propuesta impecable y un estilo definido. Pero ni contuvo el tsunami inicial del Málaga ni aprovechó sus ocasiones cuando dominó. Mal en el remate, mal en la contención, talentoso pero gélido en ese centro del campo que es el de la selección rusa: Shirokov, Denisov, Zyrianov. El equipo de Spalleti fue demasiado pulcro, aceptó cada invitación del Málaga con menos decisión, menos magia y menos puntería. Hulk reventó un balón en el larguero todavía con 1-0. Sin llegar a su mejor versión, el brasileño sigue siendo un delantero estruendoso. Pero ahí, en esa madera que resonó por toda Málaga, al Zenit se le fue el partido. Todavía no lo sabía, todavía quedaba todo por jugar...
Porque fue en el minuto 4 aunque parecía que había pasado un mundo, una miríada de llegadas del Málaga y un golazo de Isco, slalom desde la derecha y disparo de seda junto al palo. Isco también cerró el partido a quince minutos del final con otro golazo, este un misil teledirigido a la escuadra. Y entre medio el gol de Saviola, minuto 12, en el remate que ya le vimos mil veces y tras un pase maravilloso filtrado al área por Portillo. Ese es el resumen de las jugadas que dibujaron la hoja de ruta del partido, tres destellos que iluminaron a un equipo que dejó una media hora inicial memorable y que supo después aguantar, dosificar fuerzas y tirar contras. El Málaga y Pellegrini, arquitecto de un grupo que se gusta y al que le gusta el fútbol. Mucho mérito. Siempre, más después de un verano que amenazó ruina.
Si los grandes jugadores crecen en las grandes ocasiones, Isco dejó claro que no se le adivina techo. Dos goles y un despliegue enorme en la zona de tres cuartos, llegando por tierra, mar y aire en oleadas irresistibles, trenzando con un Joaquín poético y un Portillo maravilloso, en sintonía con un Saviola endiablado y protegidos todos por un Camacho de acero. Durante media hora el Málaga bordó el fútbol: robó muy arriba, tocó a la velocidad de la luz y llegó con lo que parecía un ejército completo a la carga. Después bajó revoluciones y se sostuvo en el dominio estéril del Zenit, con Monreal sometiendo a Hulk. Y a los pocos sitios donde no llegó el equipo llegaron Caballero... y el palo. Era la noche del Málaga y fue una noche de Champions. Este es el Málaga: encantado de conocerte, Europa.
Málaga: Caballero; Gámez, Demichelis, Weligton, Monreal; Eliseu, Portillo (Iturra, m. 46), Camacho, Isco; Joaquín (Duda, m. 84) y Saviola (Santa Cruz, m. 61).
Zenit: Malafeev; Anyukov, Bruno Alves, Lombaerts, Lukovic (Bystrov, m. 40); Shirokov (Lumb, m. 86), Denisov, Fayzulin, Zyryanov (Djordjevic, m. 74); Hulk y Kerzhakov.
Goles: 1-0, m.3: Isco. 2-0, m.13: Saviola. 3-0, m.76: Isco.
Arbitro: Mark Clattemburg (Inglés). Mostró tarjeta amarilla a los malaguistas Demichelis (m. 14) y Saviola (m. 30), y al jugador del Zenit Hulk (m.90).
Incidencias: Partido correspondiente al grupo C de la Liga de Campeones diputado en el estadio de La Rosaleda ante 30.000 espectadores.