Juicio del mayordomo del Papa comienza 29 septiembre
Ciudad del Vaticano, AFP
Un escándalo del Vaticano será sometido a un inusual escrutinio público la próxima semana, cuando el mayordomo que servía las comidas del Papa y le ayudaba a vestirse vaya a juicio por filtrar documentos privados de Benedicto XVI con la esperanza de limpiar lo que él veía como "el mal y corrupción en todas partes de la Iglesia".
El caso, que ha desencadenado la peor crisis del papado de Joseph Ratzinger, supondrá la divulgación de documentos sensibles en los que se hace referencia a la corrupción en el Vaticano y apunta a una lucha de poder en los más altos niveles de la Iglesia Católica.
Paolo Gabriele, de 46 años y padre de tres niños con una vida sencilla pero cómoda en la ciudad-estado, dijo a la policía tras su detención en mayo que creía que un shock "podría ser algo bueno para devolver a la Iglesia al camino correcto".
El sirviente de confianza dijo que había actuado porque quería ayudar a erradicar la corrupción "porque el Papa no estaba lo suficientemente informado", según los detalles revelados del interrogatorio en agosto.
Gabriele irá a juicio el 29 de septiembre junto con Claudio Sciarpelletti, un experto informático en la Santa Sede, y podría enfrentarse hasta seis años de cárcel si un tribunal del Vaticano le declara culpable de robo con agravante.
El Vaticano, por su parte, ha calificado las revelaciones de un "brutal" ataque contra el Papa, mientras el propio Benedicto XVI se limitó a decir que sentía un gran dolor personal, y criticó a los medios de comunicación por dar una imagen del Vaticano "que no se corresponde con la realidad".
¿CARTAS DEL ARZOBISPO?
Gabriele está acusado de robar las cartas del escritorio y filtrarlas a los periodistas. Su detención puso fin a cinco meses de intrigas tras la difusión a los medios de comunicación italianos de una serie de cartas privadas.
Las cartas más reveladoras fueron escritas al Pontífice por el arzobispo Carlo Maria Vigano, actualmente embajador del Vaticano en Washington, que por aquel entonces era vicegobernador de la Ciudad del Vaticano.
En una, Vigano se quejaba de que cuando asumió el cargo en 2009, descubrió corrupción, nepotismo y amiguismo vinculado a la adjudicación de contratos a empresas externas a precios inflados.
Después, Vigano escribió al Papa sobre una campaña de desprestigio en su contra por otros altos cargos del Vaticano molestos con su drásticas medidas para acabar con los procedimientos de compras.
A pesar de pedir que no se le apartara del Vaticano, Vigano fue posteriormente trasladado a Washington por el secretario de Estado, el cardenal Tracisio Bertone, número dos de la cúpula de la iglesia.
Otras cartas filtradas se referían al banco del Vaticano, que ha estado en el centro de varios escándalos en las últimas décadas.
No está claro cuánto tiempo durará el juicio, que el Vaticano dijo que será cubierto por un grupo de periodistas en una pequeña sala de tribunal. Dado que el estado papal no tiene prisión, Gabriele podría cumplir su condena en una cárcel italiana a menos que el Pontífice lo perdone.
Sciarpelletti será juzgado por cargos menores de complicidad en el robo.
Un escándalo del Vaticano será sometido a un inusual escrutinio público la próxima semana, cuando el mayordomo que servía las comidas del Papa y le ayudaba a vestirse vaya a juicio por filtrar documentos privados de Benedicto XVI con la esperanza de limpiar lo que él veía como "el mal y corrupción en todas partes de la Iglesia".
El caso, que ha desencadenado la peor crisis del papado de Joseph Ratzinger, supondrá la divulgación de documentos sensibles en los que se hace referencia a la corrupción en el Vaticano y apunta a una lucha de poder en los más altos niveles de la Iglesia Católica.
Paolo Gabriele, de 46 años y padre de tres niños con una vida sencilla pero cómoda en la ciudad-estado, dijo a la policía tras su detención en mayo que creía que un shock "podría ser algo bueno para devolver a la Iglesia al camino correcto".
El sirviente de confianza dijo que había actuado porque quería ayudar a erradicar la corrupción "porque el Papa no estaba lo suficientemente informado", según los detalles revelados del interrogatorio en agosto.
Gabriele irá a juicio el 29 de septiembre junto con Claudio Sciarpelletti, un experto informático en la Santa Sede, y podría enfrentarse hasta seis años de cárcel si un tribunal del Vaticano le declara culpable de robo con agravante.
El Vaticano, por su parte, ha calificado las revelaciones de un "brutal" ataque contra el Papa, mientras el propio Benedicto XVI se limitó a decir que sentía un gran dolor personal, y criticó a los medios de comunicación por dar una imagen del Vaticano "que no se corresponde con la realidad".
¿CARTAS DEL ARZOBISPO?
Gabriele está acusado de robar las cartas del escritorio y filtrarlas a los periodistas. Su detención puso fin a cinco meses de intrigas tras la difusión a los medios de comunicación italianos de una serie de cartas privadas.
Las cartas más reveladoras fueron escritas al Pontífice por el arzobispo Carlo Maria Vigano, actualmente embajador del Vaticano en Washington, que por aquel entonces era vicegobernador de la Ciudad del Vaticano.
En una, Vigano se quejaba de que cuando asumió el cargo en 2009, descubrió corrupción, nepotismo y amiguismo vinculado a la adjudicación de contratos a empresas externas a precios inflados.
Después, Vigano escribió al Papa sobre una campaña de desprestigio en su contra por otros altos cargos del Vaticano molestos con su drásticas medidas para acabar con los procedimientos de compras.
A pesar de pedir que no se le apartara del Vaticano, Vigano fue posteriormente trasladado a Washington por el secretario de Estado, el cardenal Tracisio Bertone, número dos de la cúpula de la iglesia.
Otras cartas filtradas se referían al banco del Vaticano, que ha estado en el centro de varios escándalos en las últimas décadas.
No está claro cuánto tiempo durará el juicio, que el Vaticano dijo que será cubierto por un grupo de periodistas en una pequeña sala de tribunal. Dado que el estado papal no tiene prisión, Gabriele podría cumplir su condena en una cárcel italiana a menos que el Pontífice lo perdone.
Sciarpelletti será juzgado por cargos menores de complicidad en el robo.