¿Funcionará esta vez?
Sandro Pozzi, El País
Ben Bernanke tiró ayer la casa por la ventana. Literal. La máquina para imprimir dinero está de nuevo encendida. Y esta vez la Reserva Federal lo hace sin marcar un horizonte temporal ni una cantidad específica que sirva de guía. El impulso monetario lo irá modelando a conveniencia, mes a mes, en función de la fortaleza de la economía y de su impacto en el empleo. Y eso gustó a Wall Street, claro, porque la espita estará abierta lo necesario. Los mercados esencialmente escucharon todo lo que querían oír. Otra cosa muy distinta es si beneficiará al ciudadano, por mucho que el profesor de Princeton diga que el objetivo es crear empleo. Y las cosas no están nada claras, visto lo visto.
Es evidente que Bernanke está muy preocupado con el clima económico. Y con su acción puso en evidencia que las políticas precedentes no funcionaron para escapar de la Gran Recesión. El presidente de la Fed admitió, además, que al motor de la recuperación le falta un pistón; el del mercado inmobiliario. Así que el único instrumento que le quedaba al alcance para dar un impulso al sector de la vivienda tras seis años de corrección, y de paso incentivar el crecimiento, era recurrir a la compra de deuda hipotecaria para ayudar a la clase media. Y utilizó esta lógica: si los precios suben, los propietarios sienten que mejoran sus finanzas, crece la demanda y las empresas contratan.
Hasta ahí todo bien. Salvo por un detalle importante. El programa se concentra en los Mortgage Backed Securities, un mercado valorado en 1,4 billones de dólares. La Fed ya tiene en balance activos respaldados por hipotecas por valor de 850.000 millones. El resto está en manos de los inversores. Al ritmo de compra anunciado ayer, tendrá todo para mediados de 2014, lo que da dimensión a la escala de la operación. Así que lo primero que tendría que hacer hoy un propietario en dificultad es llamar a su banco y preguntar qué puede hacer con su préstamo. El problema es que, por muy buenas intenciones que tenga Bernanke, no todo el mundo está cualificado para poder refinanciar su hipoteca.
Es decir, el dinero no va a llegar a los que más lo necesitan en este momento y la maniobra del banco central vuelve a beneficiar a los que tienen más margen y a los inversores. Bernanke puede tener todas las buenas intenciones del mundo con su programa. Y como en anteriores ocasiones, puede tener muchas esperanzas y convicción en que lo que está haciendo servirá para ayudar a un sector deprimido. Pero para que todo esto funcione, y no fue el caso en el pasado, los bancos también deben participar siendo más generosos en el crédito con sus clientes más pequeños. Y con unos tipos estancados en el 0% hasta al menos mediados de 2015, de nuevo pierde el ahorrador.
¿Qué pasa entonces si el paro se lleva dos años más por encima del 8%? La previsión es que, gracias a este programa con principio pero sin final, baje al 7,75% en 2013 y que se mantenga por encima del 7% hasta 2015. Así que otra opción posible es que vuelva a comprar bonos corporativos y deuda vinculada préstamos para la compra de coches, a estudiantes y a propiedades comerciales, como hizo de forma temporal al comienzo de la crisis. De hecho, ya no tiene más de estos activos en su cartera. El problema es que no cuentan con la misma garantía del Gobierno que una letra del Tesoro o un MBS. Demasiado riesgo para la Reserva Federal y un desafío a su mandato.
Ben Bernanke tiró ayer la casa por la ventana. Literal. La máquina para imprimir dinero está de nuevo encendida. Y esta vez la Reserva Federal lo hace sin marcar un horizonte temporal ni una cantidad específica que sirva de guía. El impulso monetario lo irá modelando a conveniencia, mes a mes, en función de la fortaleza de la economía y de su impacto en el empleo. Y eso gustó a Wall Street, claro, porque la espita estará abierta lo necesario. Los mercados esencialmente escucharon todo lo que querían oír. Otra cosa muy distinta es si beneficiará al ciudadano, por mucho que el profesor de Princeton diga que el objetivo es crear empleo. Y las cosas no están nada claras, visto lo visto.
Es evidente que Bernanke está muy preocupado con el clima económico. Y con su acción puso en evidencia que las políticas precedentes no funcionaron para escapar de la Gran Recesión. El presidente de la Fed admitió, además, que al motor de la recuperación le falta un pistón; el del mercado inmobiliario. Así que el único instrumento que le quedaba al alcance para dar un impulso al sector de la vivienda tras seis años de corrección, y de paso incentivar el crecimiento, era recurrir a la compra de deuda hipotecaria para ayudar a la clase media. Y utilizó esta lógica: si los precios suben, los propietarios sienten que mejoran sus finanzas, crece la demanda y las empresas contratan.
Hasta ahí todo bien. Salvo por un detalle importante. El programa se concentra en los Mortgage Backed Securities, un mercado valorado en 1,4 billones de dólares. La Fed ya tiene en balance activos respaldados por hipotecas por valor de 850.000 millones. El resto está en manos de los inversores. Al ritmo de compra anunciado ayer, tendrá todo para mediados de 2014, lo que da dimensión a la escala de la operación. Así que lo primero que tendría que hacer hoy un propietario en dificultad es llamar a su banco y preguntar qué puede hacer con su préstamo. El problema es que, por muy buenas intenciones que tenga Bernanke, no todo el mundo está cualificado para poder refinanciar su hipoteca.
Es decir, el dinero no va a llegar a los que más lo necesitan en este momento y la maniobra del banco central vuelve a beneficiar a los que tienen más margen y a los inversores. Bernanke puede tener todas las buenas intenciones del mundo con su programa. Y como en anteriores ocasiones, puede tener muchas esperanzas y convicción en que lo que está haciendo servirá para ayudar a un sector deprimido. Pero para que todo esto funcione, y no fue el caso en el pasado, los bancos también deben participar siendo más generosos en el crédito con sus clientes más pequeños. Y con unos tipos estancados en el 0% hasta al menos mediados de 2015, de nuevo pierde el ahorrador.
¿Qué pasa entonces si el paro se lleva dos años más por encima del 8%? La previsión es que, gracias a este programa con principio pero sin final, baje al 7,75% en 2013 y que se mantenga por encima del 7% hasta 2015. Así que otra opción posible es que vuelva a comprar bonos corporativos y deuda vinculada préstamos para la compra de coches, a estudiantes y a propiedades comerciales, como hizo de forma temporal al comienzo de la crisis. De hecho, ya no tiene más de estos activos en su cartera. El problema es que no cuentan con la misma garantía del Gobierno que una letra del Tesoro o un MBS. Demasiado riesgo para la Reserva Federal y un desafío a su mandato.