El Papa dice que el Líbano está llamado, ahora más que nunca, a ser un ejemplo de paz
Roma, EP
El Papa ha llamado a los políticos, diplomáticos, religiosos, hombres y mujeres del mundo de la cultura del Líbano a ser ejemplo de paz "ahora más que nunca" y ha invitado a "dar testimonio con valor en su entorno, a tiempo y a destiempo, de que Dios quiere la paz y que confía en la paz", durante su visita al Palacio Presidencial de Baabda en el segundo día de su visita apostólica a este país de Oriente Próximo.
Benedicto XVI ha realizado su visita de cortesía al Presidente de la República Libanesa en el Palacio Presidencial de Baabda, donde se ha reunido en privado primero con el presidente de la República, Michel Suleiman; con el presidente del Parlamento Libanés, Nabih Berri, y sucesivamente con el presidente del Consejo de Ministros, Nagib Mikati. A cada uno les ha entregado una copia de la exhortación apostólica post-sinodal de Oriente Medio 'Ecclesia in Medio Oriente', 'Iglesia en Oriente Próximo' firmada por él ayer en la Basílica de 'St Paul', de la ciudad de Harissa. El texto es fruto de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos realizada en el Vaticano del 10 al 24 de octubre de 2010.
Posteriormente, el Pontífice se ha reunido con los jefes de las Comunidades Musulmanas suní, chií, drusa y alauí en el Salón de los Embajadores del Palacio Presidencial de Baabda. En el encuentro, sin discursos públicos, estuvieron presentes el secretario de Estado Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone; el patriarca de Antioquía de los Maronitas y presidente de la Asamblea de los Patriarcas y de los Obispos Católicos del Líbano, Béchara Boutros Raï; el presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, Cardenal JeanLouis Tauran; el Nuncio Apostólico en Líbano, el arzobispo Gabriele Giordano Caccia y un traductor. Al finalizar, se ha llevado a cabo una breve ceremonia simbólica en un jardín del Palacio y se ha plantado un Cedro del Líbano.
Posteriormente, el Papa ha sostenido un encuentro en el Salón 25 de mayo, con miembros del gobierno, de las instituciones de la República, con el cuerpo diplomático, algunos jefes religiosos y representantes del mundo de la cultura así como también algunos miembros del séquito papal, patriarcas y obispos libaneses. Durante la reunión, el presidente de la República Libanesa, Michel Suleiman, ha pronunciado un discurso en árabe y Benedicto XVI ha pronunciado en francés su tercer discurso del viaje.
Durante su discurso, el Papa ha hecho referencia al árbol recién sembrado y a las atenciones que necesitará para fortalecerse y extender sus ramas. Por ello, ha hecho referencia a este país y "su destino, en los libaneses y sus esperanzas, en todas las personas de esta región del mundo que parece conocer los dolores de un alumbramiento sin fin".
En esta línea, ha indicado que Líbano es "un país es rico, ante todo, por las personas que viven en su seno, pero que "su futuro depende de cada una de ellas y de su conjunto, y de su capacidad de comprometerse por la paz", por lo que este compromiso" sólo será posible en una sociedad unida".
El Pontífice ha resaltado que "la cohesión de la sociedad está asegurada por el respeto constante de la dignidad de cada persona y su participación responsable según sus capacidades, aportando lo mejor que tiene". "Con el fin de construir y consolidar la paz, hay que volver incansablemente a los fundamentos del ser humano", ha señalado.
En esta línea, ha remarcado que si "se quiere la paz", es necesario "defender la vida" y ha añadido que "esta lógica no solamente descalifica la guerra y los actos terroristas, sino también todo atentado contra la vida del ser humano, criatura querida por Dios".
Asimismo, Benedicto XVI ha señalado que "aún siendo más evidentes en los países que sufren conflictos armados, los atentados contra la integridad y la vida de las personas existen también en otros países" y ha enumerado el desempleo, la pobreza, la corrupción, las distintas adicciones, la explotación, el tráfico de todo tipo y el terrorismo que "comportan, además del sufrimiento inaceptable de los que son sus víctimas, un deterioro del potencial humano", ha añadido.
Ante este panorama, el Pontífice ha destacado que "sólo una solidaridad efectiva constituye el antídoto a todo esto, solidaridad para rechazar lo que impide el respeto de todo ser humano, solidaridad para apoyar las políticas y l as iniciativas que actúan para unir los pueblos de modo honesto y justo".
Además, ha subrayado que "hoy, las diferencias culturales, sociales, religiosas, deben llevar a vivir un tipo nuevo de fraternidad, donde lo que une es justamente el común sentido de la grandeza de toda persona, y el don que representa para ella misma, para los otros y para la humanidad. "En esto se encuentra el camino de la paz. En ello reside el compromiso que se nos pide", ha indicado.
Para abrir a las generaciones futuras, un porvenir de paz, Benedicto XVI ha sugerido como primer tarea el educar en la paz, ya que "la educación, en la familia o en la escuela, debe ser, sobre todo, la educación en los valores espirituales que dan a la transmisión del saber y de las tradiciones de una cultura su sentido y su fuerza".
Por otra parte, ha destacado que en el Líbano "el cristianismo y el Islam habitan el mismo espacio desde hace siglos. No es raro ver en la misma familia las dos religiones" y ha recordado que "lo específico de Oriente Medio se encuentra en la mezcla de diversos componentes". Por lo que ha apuntado que "una sociedad plural sólo existe con el respeto recíproco, con el deseo de conocer al otro y del diálogo continuo".
En este sentido, el Papa ha señalado que "este diálogo entre los hombres es posible únicamente siendo conscientes de que existen valores comunes a todas las grandes culturas, porque están enraizadas en la naturaleza de la persona humana" por lo que ha reiterado que "la libertad religiosa es el derecho fundamental del que dependen muchos otros".
Asimismo, ha añadido los creyentes tienen hoy "un papel esencial, el de testimoniar la paz que viene de Dios y que es un don que seda a todos en la vida personal, familiar, social, política y económica". Al finalizar el encuentro, Benedicto XVI ha regresado a la Nunciatura Apostólica de Harissa y después se dirigirá al Patriarcado Armeno-Católico de Bzommar donde almorzará con los patriarcas, obispos de Líbano y los miembros del Consejo Especial para el Oriente Próximo del Sínodo de los Obispos y el séquito papal.
El Papa ha llamado a los políticos, diplomáticos, religiosos, hombres y mujeres del mundo de la cultura del Líbano a ser ejemplo de paz "ahora más que nunca" y ha invitado a "dar testimonio con valor en su entorno, a tiempo y a destiempo, de que Dios quiere la paz y que confía en la paz", durante su visita al Palacio Presidencial de Baabda en el segundo día de su visita apostólica a este país de Oriente Próximo.
Benedicto XVI ha realizado su visita de cortesía al Presidente de la República Libanesa en el Palacio Presidencial de Baabda, donde se ha reunido en privado primero con el presidente de la República, Michel Suleiman; con el presidente del Parlamento Libanés, Nabih Berri, y sucesivamente con el presidente del Consejo de Ministros, Nagib Mikati. A cada uno les ha entregado una copia de la exhortación apostólica post-sinodal de Oriente Medio 'Ecclesia in Medio Oriente', 'Iglesia en Oriente Próximo' firmada por él ayer en la Basílica de 'St Paul', de la ciudad de Harissa. El texto es fruto de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos realizada en el Vaticano del 10 al 24 de octubre de 2010.
Posteriormente, el Pontífice se ha reunido con los jefes de las Comunidades Musulmanas suní, chií, drusa y alauí en el Salón de los Embajadores del Palacio Presidencial de Baabda. En el encuentro, sin discursos públicos, estuvieron presentes el secretario de Estado Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone; el patriarca de Antioquía de los Maronitas y presidente de la Asamblea de los Patriarcas y de los Obispos Católicos del Líbano, Béchara Boutros Raï; el presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, Cardenal JeanLouis Tauran; el Nuncio Apostólico en Líbano, el arzobispo Gabriele Giordano Caccia y un traductor. Al finalizar, se ha llevado a cabo una breve ceremonia simbólica en un jardín del Palacio y se ha plantado un Cedro del Líbano.
Posteriormente, el Papa ha sostenido un encuentro en el Salón 25 de mayo, con miembros del gobierno, de las instituciones de la República, con el cuerpo diplomático, algunos jefes religiosos y representantes del mundo de la cultura así como también algunos miembros del séquito papal, patriarcas y obispos libaneses. Durante la reunión, el presidente de la República Libanesa, Michel Suleiman, ha pronunciado un discurso en árabe y Benedicto XVI ha pronunciado en francés su tercer discurso del viaje.
Durante su discurso, el Papa ha hecho referencia al árbol recién sembrado y a las atenciones que necesitará para fortalecerse y extender sus ramas. Por ello, ha hecho referencia a este país y "su destino, en los libaneses y sus esperanzas, en todas las personas de esta región del mundo que parece conocer los dolores de un alumbramiento sin fin".
En esta línea, ha indicado que Líbano es "un país es rico, ante todo, por las personas que viven en su seno, pero que "su futuro depende de cada una de ellas y de su conjunto, y de su capacidad de comprometerse por la paz", por lo que este compromiso" sólo será posible en una sociedad unida".
El Pontífice ha resaltado que "la cohesión de la sociedad está asegurada por el respeto constante de la dignidad de cada persona y su participación responsable según sus capacidades, aportando lo mejor que tiene". "Con el fin de construir y consolidar la paz, hay que volver incansablemente a los fundamentos del ser humano", ha señalado.
En esta línea, ha remarcado que si "se quiere la paz", es necesario "defender la vida" y ha añadido que "esta lógica no solamente descalifica la guerra y los actos terroristas, sino también todo atentado contra la vida del ser humano, criatura querida por Dios".
Asimismo, Benedicto XVI ha señalado que "aún siendo más evidentes en los países que sufren conflictos armados, los atentados contra la integridad y la vida de las personas existen también en otros países" y ha enumerado el desempleo, la pobreza, la corrupción, las distintas adicciones, la explotación, el tráfico de todo tipo y el terrorismo que "comportan, además del sufrimiento inaceptable de los que son sus víctimas, un deterioro del potencial humano", ha añadido.
Ante este panorama, el Pontífice ha destacado que "sólo una solidaridad efectiva constituye el antídoto a todo esto, solidaridad para rechazar lo que impide el respeto de todo ser humano, solidaridad para apoyar las políticas y l as iniciativas que actúan para unir los pueblos de modo honesto y justo".
Además, ha subrayado que "hoy, las diferencias culturales, sociales, religiosas, deben llevar a vivir un tipo nuevo de fraternidad, donde lo que une es justamente el común sentido de la grandeza de toda persona, y el don que representa para ella misma, para los otros y para la humanidad. "En esto se encuentra el camino de la paz. En ello reside el compromiso que se nos pide", ha indicado.
Para abrir a las generaciones futuras, un porvenir de paz, Benedicto XVI ha sugerido como primer tarea el educar en la paz, ya que "la educación, en la familia o en la escuela, debe ser, sobre todo, la educación en los valores espirituales que dan a la transmisión del saber y de las tradiciones de una cultura su sentido y su fuerza".
Por otra parte, ha destacado que en el Líbano "el cristianismo y el Islam habitan el mismo espacio desde hace siglos. No es raro ver en la misma familia las dos religiones" y ha recordado que "lo específico de Oriente Medio se encuentra en la mezcla de diversos componentes". Por lo que ha apuntado que "una sociedad plural sólo existe con el respeto recíproco, con el deseo de conocer al otro y del diálogo continuo".
En este sentido, el Papa ha señalado que "este diálogo entre los hombres es posible únicamente siendo conscientes de que existen valores comunes a todas las grandes culturas, porque están enraizadas en la naturaleza de la persona humana" por lo que ha reiterado que "la libertad religiosa es el derecho fundamental del que dependen muchos otros".
Asimismo, ha añadido los creyentes tienen hoy "un papel esencial, el de testimoniar la paz que viene de Dios y que es un don que seda a todos en la vida personal, familiar, social, política y económica". Al finalizar el encuentro, Benedicto XVI ha regresado a la Nunciatura Apostólica de Harissa y después se dirigirá al Patriarcado Armeno-Católico de Bzommar donde almorzará con los patriarcas, obispos de Líbano y los miembros del Consejo Especial para el Oriente Próximo del Sínodo de los Obispos y el séquito papal.