Barcelona alcanzó el pleno al batir a un duro Valencia


Barcelona, As
El Barcelona se marcha de puente con un pleno de victorias. Con el triunfo ante el Valencia suma nueve puntos de nueve disputados. Dolió perder la Supercopa de España ante el eterno rival pero los cinco puntos de ventaja suponen un mullido colchón para dormir plácidamente durante las dos semanas de compromisos internacionales. El triunfo ante el supuesto líder de la `liga de los normales`, además de embalsamar el ambiente tras el golpe del Bernabéu, también sirvió para recuperar la confianza de una defensa sospechosamente endeble en Pamplona y en los encuentros de la Supercopa. Ante el Valencia se volvió a ver la entereza de la temporadas pasadas en parte a la solidaridad del conjunto para presionar cuando el rival intentó salir a la contra. Con eso y el fútbol de siempre, el Barça ahogó el Valencia desde el latigazo de Adriano a los veinte minutos de partido.

Mientras el Barcelona afronta plácidamente el parón liguero, el Valencia lo hace con las orejas tiesas y a un punto del descenso. Cierto es que los de Pellegrino ya han visitado las peores plazas de la Liga pero tampoco ofrece algo que despierte la tranquilidad suficiente para pensar que este equipo acabará sin problemas en puestos de Champions League. Para ello hace falta un cerebro y seguramente cambiará la cara cuando Gago, Banega y Canales tomen el timón. Hoy trabajó bien atrás pero no llegó a conectar con su referencia en ataque. Soldado se pegó con la defensa azulgrana y sólo pudo sacar un disparo en la primera parte.

El último plato de la tercera jornada aglutinaba ingredientes pesados para augurar un empacho de fútbol pero finalmente se quedó algo insulso. A la calidad e historia que envuelve a ambos equipos se sumaba el regreso de Pellegrino a su primera casa en España, la vuelta de Valdez al lugar del crimen (uno de los pocos osados en incendiar el Camp Nou durante la era de Guardiola), la oportunidad de Cesc para dar un puñetazo sobre la mesa y el debut de Song como titular azulgrana. Quizá el aliciente con más peso para la afición culé era Song. Deben estar tranquilos porque el camerunés, por lo menos, dejó claro que puede suplir con garantías a Busquets. Una roca inquebrantable que desprecia los adornos a la hora de hacer su trabajo, es decir sacar el balón. Prueba de ello es que se marchó al vestuario con un cero en su casillero de pérdidas en los noventa minutos disputados. Sería un feo dejar sin nombrar a Xavi Hernández. En una noche en la que Messi no brilló como acostumbra e Iniesta empezó en el banquillo, el de Terrasa se erigió en el baluarte azulgrana con los destellos de calidad a la que tiene acostumbrada a la grada. Arropó a Song y dio fluidezal juego del Barça.

Los focos del inicio de la era de Tito Vilanova se han centrado en gran medida en los titubeantes arranques de los partidos. Ocurrió ante la Real Sociedad, en Pamplona y el miércoles en Madrid. Esta noche esas dolencias no aparecieron por el Camp Nou. Se notó más tensión y sobre todo más presión cuando el rival intentaba salir a la contra. Porque el Valencia sólo lo pudo intentar de esa forma. Ya de primeras echó en falta el as que tanto incomodó al Barça la temporada pasada. Mathieu no pasó las últimas pruebas y su puesto lo ocupó el recién llegado Cissokho. Por el carril defendido por el francés avisó el Barcelona después de un centro de Dani Alves que remató a placer Leo Messi, pero Diego Alves se estiró lo suficiente para rechazar.

El dominio recaía claramente sobre las espaldas azulgranas porque al Valencia no le irritaba el hecho de aguantar atrás hasta recuperar el balón y rezar a la calidad de Soldado. Diez minutos tardó el valenciano en disfrutar de su oportunidad tras un gran control ante Piqué pero su disparo no cogió la rosca esperada para sorprender a Valdés.

En esa guerra de control por un lado y paciencia por el otro cayó un misil de larga distancia de Adriano. Como si al brasileño le desesperara eso de tocar y tocar hasta entrar en el campamento del rival. Cogió un balón desde el vértice del área, metió el empeine y el balón encontró la escuadra contraria sin variar la velocidad ni la altura. Esta vez la improvisación de Adriano dio sus frutos pero el Barça retomó rápidamente su invariable actuación del toque hasta borrar por completo a un Valencia sobrio en labores defensivas pero ausente en ataque. Y de ese naufragio valencianista se pudo aprovechar el Barcelona antes del descanso pero Cesc no supo resolver el mano a mano con el portero brasileño.

Una chispa de esperanza valencianista surgió tras el descanso con el paso adelante ordenado por Pellegrino aunque no fue suficiente para prender la mecha. Y casi debían dar gracias por seguir con vida porque si algo se le pudo achacar al Barcelona fue la definición. Especialmente a Cesc Fábregas que a los diez de la segunda parte mandó a las nubes un pase de la muerte de Alexis. La imprecisión azulgrana pudo causar estragos poco después si Víctor Ruiz no hubiera estado en fuera de juego cuando remató una falta botada por el Tino Costa.

Las intenciones no causaban pavor pero Tito Vilanova las intentó cortar de raíz dando entrada a Iniesta en el lugar de Cesc y después a Busquets en el de Alexis. Ese muro de contención evitó que el Valencia pescara un punto casi al final con un testarazo de Víctor Ruiz y un lanzamiento lejano de Jonas.

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