Una secta rusa mantuvo a una veintena de niños durante 10 años bajo tierra

El Estado 'faizrahmanita', proclamado por una secta musulmana, no reconoce las leyes rusas

Rodrigo Fernández
Moscú, El País

Niños que prácticamente no podían salir a la calle; habitaciones subterráneas sin ventilación donde se hacinaban fanáticos de una secta musulmana: estos son los hallazgos hechos por la policía en los suburbios de Kazán, la capital de Tatarstán, una de las repúblicas que forman la Federación Rusa.

Más de 20 niños, que tienen entre cinco meses y 17 años, vivían, según la policía, en catacumbas, en condiciones completamente anormales y antihigiénicas debido a que sus padres pertenecían a la secta dirigida por Faizrahmán Satárov, líder religioso que a mediados de los años noventa se declaró profeta. Este fanático musulmán, de 83 años, prohibía a los miembros de su secta, unas 70 personas, ir a centros médicos, y a los niños, a la escuela.

La policía entró a las viviendas de los faizrahmanitas, territorio acotado en las afueras de Kazán, el pasado 1 de agosto, en el marco de las investigaciones que la policía lanzó en Tatarstán tras un atentado, a mediados de julio, contra el mufti de esa república, Ildús Faizov, de 49 años. Una bomba explotó bajo el automóvil del religioso y, como no se había puesto el cinturón de seguridad, la explosión lo lanzó fuera del coche y logró sobrevivir. Ese mismo día, Valiulí Yakúpov, otro dirigente musulmán, fue asesinado a tiros en la misma república. Ambos eran conocidos por ser enemigos del islamismo extremista y fundamentalista.

Los niños han sido hospitalizados, y la fiscalía ha abierto una causa contra el líder autoproclamado profeta y estudia abrirla también contra los padres de los niños, por no cumplir los deberes paternales estipulados en la ley rusa.

El Estado faizrahmanita, que no reconoce las leyes rusas, tiene un territorio de unos 700 metros cuadrados, y comprende un casa de tres plantas, una mezquita con su minarete y algunas viviendas subterráneas. Llevan una vida de comuna, se alimentan juntos y duermen en una especie de búnker construido bajo la casa, en espacios separados los hombres, las mujeres y los niños. Desde 2001 viven completamente aislados del mundo exterior, tienen su propia minicentral eléctrica, y el agua la obtienen de un pozo propio. Los niños no reciben vacunas ni enseñanza que no sea la de Faizrahmán.

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