Supercopa española: El Real Madrid encuentra su corona


Madrid, Marca
El Madrid descubrió la fórmula que tanto llevaba persiguiendo. No estaba Guardiola y el Barcelona perdió en el Bernabéu la Supercopa, donde no era derrotado desde hace cuatro años antes del inicio del cambio. Los blancos se miraron al pecho y reconocieron su escudo. Allí estaba la corona, su corona, el Real Madrid.

El Real Madrid encontró la fórmula durante media hora maravillosa en la que explotó todas sus virtudes y descosió al Barcelona. El traje azulgrana pocas veces se había ensuciado con Guardiola de sastre. Este miércoles, el Madrid lo ensució, pero no lo aprovechó del todo. Marcó dos goles, provocó la expulsión de Adriano, pero no aprovecho del todo el Apocalípsis. El Barça tomó aire en el último cuarto y marcó poco antes del descanso. Messi clavó una falta superando la barrera y la gravedad. Le dio tal rosca a la pelota que no llegó Casillas y sí encontró portería. El Barcelona pudo haber muerto, pero estaba vivo, muy vivo.

El propio Mourinho pensaba que para ganar al Barcelona no se podía ir a por él. Nada más lejos de la realidad. El Madrid no fue a por su eterno rival, le pisoteó en media hora insólita. Higuaín abrió el marcador a los diez minutos y Cristiano puso el 2-0 poco después. Fueron dos goles calcados. El Barça no vigiló sus espaldas, primero Mascherano y luego Piqué, y dos aviones blancas se plantaron delante de Valdés para batirle. El Pipa marcó a la segunda después de toparse con el buen pie del portero. Tuvo otros dos manos a mano y los tiró a la basura.

El Madrid no respiró ni dejó respirar y el Barcelona se sintió más extraño que Pepe tras el golpe que se dio con Casillas. No se reconoció. Hasta regaló el balón, ese instrumento que convirtió en aguja Marcelo para agujear el siempre traje precioso de su rival. Único. También lo es Pepe, en el que acabaron todos los ataques culés.

El plan blanco salió a la perfección. Le anularon un gol a Pepe y pareció el fin del mundo para el Barcelona la roja directa de Adriano. Tito, que ya perdió a Alves en el calentamiento, escondió el agujero quitando a Alexis y apostando por Montoya. Parecía imposible, pero el Barça sobrevivió y se marchó al vestuario a un sólo gol de la Supercopa gracias a Leo y a la candidez de Higuaín, que tenía tanta prisa por celebrar goles que se olvidó de definir con precisión. Metió uno, pero bien pudieron ser tres o cuatro que hubiesen aniquilado la posible revolución.

Tras el paso por vestuario el Madrid cedió terreno y le puso cabeza al asunto. Pudo perder la Supercopa, pero no lo hizo. Pedro se topó dos veces con Casillas, otra perdonó Higuaín, y el Bernabéu miró al cielo en una parada de Iker a Montoya y en un disparo desviado de Messi. Modric, que salió en el 83', levantó la Supercopa cerca de Song. El Madrid ha vuelto, digamos, el Real Madrid.

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