"Revolución rusa" en el judo de Londres 2012
Londres, EFE
Con tres oros, una plata y un bronce y la primera posición del medallero en esta disciplina, los judocas rusos revolucionaron el tatami olímpico de Londres 2012, donde, sin que nadie se lo esperara, se erigieron en los rivales a batir.
Aunque en el plano individual el rey fue el francés Teddy Riner, al proclamarse campeón olímpico después de cinco títulos mundiales consecutivos, la delegación rusa se convirtió en la protagonista de una fiesta que, en principio, estaba reservada para Francia y un decepcionante Japón.
En una disciplina en la que no habían ganado ningún oro desde la disolución de la Unión Soviética -cinco bronces y tres platas era su bagaje desde Barcelona 1992-, Rusia se marcha de la capital británica con tres campeones olímpicos: Arsen Galstyan en -60 kilos, Mansur Isaev en -73 y Tagir Khaibulaev en -100.
Además de la fuerte inversión en este deporte, el preferido de su presidente Vladímir Putin que el jueves asistió al recinto, esta revolución tiene otro protagonista: el entrenador del equipo masculino, el italiano Ezio Gamba, campeón olímpico en Moscú 1980.
Con métodos de entrenamiento psicológico peculiares, como la práctica del 'rafting', la escalada o el 'puenting', Gamba ha convertido en sólo tres años de trabajo -fichó en 2009- a sus pupilos en los rivales a batir encima del tatami.
Si Rusia fue la cara de la competición, la cruz se la llevó Japón cuyos competidores rindieron muy por debajo de las expectativas levantando las críticas de la prensa de su país que teme que este declive signifique el fin de la hegemonía nipona en esta disciplina.
Con un sistema de repesca que impide ningún despiste en las primeras rondas, muchos de los favoritos a medalla del país asiático como Misato Nakamura o Yoshie Ueno se han visto fuera del cuadro sin apenas avistar la lucha por el oro.
Aun así, Japón se despide con siete medallas -un oro, tres platas y tres bronces- que saben a poco después de los cuatro campeones olímpicos de Pekín o los ocho de Atenas.
A pesar de la decepcionante actuación, con el primer puesto de Kaori Matsumoto en -57 kilos, la delegación japonesa consiguió el oro en la única categoría que le faltaba en la historia de los Juegos.
Corea del Sur y Francia, normalmente a la sombra de los competidores nipones, se aprovecharon de la debilidad de sus oponentes y se colocaron en la segunda y tercera posición del medallero respectivamente.
La delegación francesa confirmó el buen momento que vive el judo en el país galo y se adjudicó siete medallas entre ellas el oro de Lucie Decosse en -70 kilos y de Teddy Riner en +100 kilos.
Si bien el 'gran Ted' se convirtió en el héroe de la competición al confirmar su estatus de mejor judoca del momento con su victoria, uno de los momentos más emotivos lo protagonizó el surcoreano Jae-Bum Kim, al arrollar en la final de -81 kilos al alemán Ole Bischoff, su verdugo en la final de Pekín.
Tras culminar su venganza, Kim volvió a llorar como un niño estirado en el tatami de Londres como lo hizo cuatro años atrás en la capital china pero esta vez con la alegría de saberse campeón olímpico.
El último día de competición también dio a Cuba el esperado oro en judo de la mano de Idalys Ortiz que, además, significó que superaran a Brasil en el medallero y aguantaron durante otros cuatro años como la principal potencia latinoamericana en este deporte.
Brasil, por su parte, se llevó un oro y tres bronces y deberá esperar a Río para, como querían hacer en la capital británica, arrasar en la competición.
Otro equipo que ya apunta su objetivo hacia la cita sudamericana es el español que, una vez más y ya son tres Juegos consecutivos, se marcha con las manos vacías de la Villa Olímpica.
Sugoi Uriarte, en -66 kilos, fue quien lo tuvo más cerca al perder la batalla por el bronce en una controvertida decisión arbitral que otorgó la victoria a su oponente una vez terminó el tiempo extra con empate en el marcador.
Con tres oros, una plata y un bronce y la primera posición del medallero en esta disciplina, los judocas rusos revolucionaron el tatami olímpico de Londres 2012, donde, sin que nadie se lo esperara, se erigieron en los rivales a batir.
Aunque en el plano individual el rey fue el francés Teddy Riner, al proclamarse campeón olímpico después de cinco títulos mundiales consecutivos, la delegación rusa se convirtió en la protagonista de una fiesta que, en principio, estaba reservada para Francia y un decepcionante Japón.
En una disciplina en la que no habían ganado ningún oro desde la disolución de la Unión Soviética -cinco bronces y tres platas era su bagaje desde Barcelona 1992-, Rusia se marcha de la capital británica con tres campeones olímpicos: Arsen Galstyan en -60 kilos, Mansur Isaev en -73 y Tagir Khaibulaev en -100.
Además de la fuerte inversión en este deporte, el preferido de su presidente Vladímir Putin que el jueves asistió al recinto, esta revolución tiene otro protagonista: el entrenador del equipo masculino, el italiano Ezio Gamba, campeón olímpico en Moscú 1980.
Con métodos de entrenamiento psicológico peculiares, como la práctica del 'rafting', la escalada o el 'puenting', Gamba ha convertido en sólo tres años de trabajo -fichó en 2009- a sus pupilos en los rivales a batir encima del tatami.
Si Rusia fue la cara de la competición, la cruz se la llevó Japón cuyos competidores rindieron muy por debajo de las expectativas levantando las críticas de la prensa de su país que teme que este declive signifique el fin de la hegemonía nipona en esta disciplina.
Con un sistema de repesca que impide ningún despiste en las primeras rondas, muchos de los favoritos a medalla del país asiático como Misato Nakamura o Yoshie Ueno se han visto fuera del cuadro sin apenas avistar la lucha por el oro.
Aun así, Japón se despide con siete medallas -un oro, tres platas y tres bronces- que saben a poco después de los cuatro campeones olímpicos de Pekín o los ocho de Atenas.
A pesar de la decepcionante actuación, con el primer puesto de Kaori Matsumoto en -57 kilos, la delegación japonesa consiguió el oro en la única categoría que le faltaba en la historia de los Juegos.
Corea del Sur y Francia, normalmente a la sombra de los competidores nipones, se aprovecharon de la debilidad de sus oponentes y se colocaron en la segunda y tercera posición del medallero respectivamente.
La delegación francesa confirmó el buen momento que vive el judo en el país galo y se adjudicó siete medallas entre ellas el oro de Lucie Decosse en -70 kilos y de Teddy Riner en +100 kilos.
Si bien el 'gran Ted' se convirtió en el héroe de la competición al confirmar su estatus de mejor judoca del momento con su victoria, uno de los momentos más emotivos lo protagonizó el surcoreano Jae-Bum Kim, al arrollar en la final de -81 kilos al alemán Ole Bischoff, su verdugo en la final de Pekín.
Tras culminar su venganza, Kim volvió a llorar como un niño estirado en el tatami de Londres como lo hizo cuatro años atrás en la capital china pero esta vez con la alegría de saberse campeón olímpico.
El último día de competición también dio a Cuba el esperado oro en judo de la mano de Idalys Ortiz que, además, significó que superaran a Brasil en el medallero y aguantaron durante otros cuatro años como la principal potencia latinoamericana en este deporte.
Brasil, por su parte, se llevó un oro y tres bronces y deberá esperar a Río para, como querían hacer en la capital británica, arrasar en la competición.
Otro equipo que ya apunta su objetivo hacia la cita sudamericana es el español que, una vez más y ya son tres Juegos consecutivos, se marcha con las manos vacías de la Villa Olímpica.
Sugoi Uriarte, en -66 kilos, fue quien lo tuvo más cerca al perder la batalla por el bronce en una controvertida decisión arbitral que otorgó la victoria a su oponente una vez terminó el tiempo extra con empate en el marcador.