Las Pussy Riot: “Seguimos deseando arrebatar a Putin el monopolio del poder”
Yekaterina Samutsevich cuenta a 'The Guardian' desde su celda que la condena a cárcel dictada contra las tres integrantes del grupo demuestra que el presidente ruso tiene miedo
Miriam Elder (The Guardian)
Moscú, El País
Una de las integrantes del grupo punk anti-Kremlin Pussy Riot dice que el veredicto de culpabilidad dictado contra ella y sus dos compañeras ha fortalecido su decisión de luchar para conseguir la destitución de Vladímir Putin.
En respuesta a unas preguntas de The Guardian, transmitidas al grupo a través de sus abogados, Yekaterina Samutsevich ha descrito por primera vez para los medios de comunicación occidentales la situación que afronta el trío y su reacción ante el veredicto.
La joven, de 30 años, dice que no teme la condena de dos años dictada por un juez de Moscú a primeros de este mes, por su interpretación de una canción contra Putin en la catedral ortodoxa de Moscú.
“Por supuesto que no esperábamos un veredicto de no culpables”, escribe. “Pretender que haga justicia un tribunal que ignora todas nuestras objeciones es imposible. Así que no nos sorprendió, y, para disgusto de nuestros enemigos, no nos desmayamos al oír la sentencia”.
Samutsevich, Maria Alyokhina, de 24 años, y Nadezhda Tolokonnikova, de 22, fueron declaradas culpables de gamberrismo motivado por odio religioso tras su concierto de febrero, a pesar de su insistencia en que era una forma de protesta política. Su juicio, rapidísimo y lleno de infracciones procesales y elementos absurdos, ha puesto de relieve la represión contra la disidencia en Rusia.
“Nuestro juicio sirvió, sobre todo, para dejar claro que el sistema de justicia y su autoridad directa están supeditados al poder de Putin, algo que no debería ocurrir en un Gobierno que se tilda de democrático”, dice Samutsevich. Las Pussy Riot y sus seguidores han acusado a Putin y a la poderosa Iglesia Ortodoxa rusa de orquestar el caso contra ellas.
“Nuestra condena demuestra el miedo que tiene el régimen de Putin de cualquiera que pueda minar su legitimidad”, dice Samutsevich.
Critica las políticas cada vez más conservadoras del Gobierno y una votación parlamentaria que se llevó a cabo en diciembre de 2011 y estuvo marcada por acusaciones generalizadas de fraude. Las acusaciones, justo dos meses después de que Putin anunciara su plan de volver a la presidencia tras cuatro años como primer ministro, fueron el detonante de las manifestaciones masivas que agitan la capital desde entonces.
De esas protestas nació Pussy Riot, un grupo feminista radical. Hoy, casi un año después de su formación, tres de las integrantes de este colectivo anónimo han pasado a estar entre los presos políticos más famosos de Rusia. Al parecer, otras dos miembros del grupo han huido del país por temor a represalias políticas.
Samutsevich, Alyokhina y Tolokonnikova se encuentran en prisión preventiva en un centro del sur de Moscú desde que las detuvieron en marzo, y permanecerán en él mientras sus abogados recurren la sentencia. Si se rechaza el recurso, las enviarán a las colonias penales para mujeres para cumplir allí sus dos años de condena de prisión y trabajos ligeros, pero se les descontará el tiempo ya transcurrido.
Nuestro juicio sirvió para dejar claro que la justicia está supeditada al poder ”
“Nos tienen en celdas especiales, cada una para cuatro personas, y estamos todas separadas, en distintos pisos”, escribe Samutsevich con una letra diminuta. “En mi celda hay otras tres personas que están acusadas de delitos económicos. Son personas tranquilas e inteligentes, que me apoyan y apoyan las ideas de nuestro grupo”.
“No es extraño, porque hay que estar ciego para no ver que, desde marzo de 2012, el régimen de Putin ha pasado a la represión directa, empezando por una gran campaña contra todos los disidentes, y nuestro grupo fue uno de los primeros en caer”.
Los detractores del Gobierno hablan de una campaña cada vez más intensa de intimidación desde la reelección de Putin en la controvertida votación de marzo. Otros activistas, entre ellos el líder de la oposición Alexei Navalny, se enfrentan a cargos penales.
“Estamos mentalmente preparadas [para la cárcel]”, escribe Samutsevich. “No me parece que haya nada superaterrador en tener que cumplir un año y medio de trabajos. No creo que se convierta en una prueba especialmente difícil para nosotras, ya hemos pasado los cinco últimos meses con relativa facilidad, y el perverso plan de nuestras autoridades, de encarcelarnos para hundirnos y desmoralizarnos, ha fracasado estrepitosamente”.
“El problema que tiene Putin hoy es que hay mucha gente que ya no ven su fuerza y su poder sino su miedo y su incertidumbre ante los ciudadanos progresistas de Rusia, que, con cada medida como nuestra condena, son cada vez más numerosos”, dice Samutsevich.
El juicio ha agrandado la brecha existente en la sociedad rusa entre los más liberales, sobre todo urbanos, y el campo, más tradicional y que se sintió insultado por la actuación de las mujeres. Pero la oposición a Putin se extiende sin cesar; un reciente sondeo del Centro Levada revelaba que casi la mitad de todos los rusos quiere que dimita cuando termine su mandato de seis años.
Pussy Riot utilizaba su música punk para destacar los problemas de la sociedad rusa, desde el autoritarismo creciente de Putin hasta su estrecha relación con la Iglesia Ortodoxa.
"Hay que estar ciego para no ver que, desde marzo, el régimen de Putin ha pasado a la represión directa"
Samutsevich dice que el trío no ha seguido escribiendo canciones en la cárcel. “Las condiciones en el centro de prisión preventiva no facilitan la creación”, dice. “Durante el próximo año y medio, tendremos que seguir descansando de nuestra labor creativa y de conciertos”.
Dice que el futuro de las mujeres en el grupo es dudoso. “En estos momentos es difícil decir lo que haremos cuando salgamos libres. Por supuesto, me gustaría continuar en el mismo tipo de actuaciones musicales con las que empezamos, pero ¿lo permitirán nuestras nuevas circunstancias, después de nuestra detención? Por ahora no lo sé.
“De lo que sí estoy segura es de que seguimos queriendo con locura que se produzcan cambios en Rusia, que haya un giro hacia unas ideas de izquierdas y antiautoritarias. Nosotras, y muchos otros ciudadanos de nuestro país, deseamos con todas nuestras fuerzas, cada vez más, arrebatar a Putin su monopolio del poder, porque ya no parece tan absoluto ni tan terrible”, añade. “No es más que una ilusión, creada por sus asesores de imagen en las cadenas oficiales de televisión”.
Miriam Elder (The Guardian)
Moscú, El País
Una de las integrantes del grupo punk anti-Kremlin Pussy Riot dice que el veredicto de culpabilidad dictado contra ella y sus dos compañeras ha fortalecido su decisión de luchar para conseguir la destitución de Vladímir Putin.
En respuesta a unas preguntas de The Guardian, transmitidas al grupo a través de sus abogados, Yekaterina Samutsevich ha descrito por primera vez para los medios de comunicación occidentales la situación que afronta el trío y su reacción ante el veredicto.
La joven, de 30 años, dice que no teme la condena de dos años dictada por un juez de Moscú a primeros de este mes, por su interpretación de una canción contra Putin en la catedral ortodoxa de Moscú.
“Por supuesto que no esperábamos un veredicto de no culpables”, escribe. “Pretender que haga justicia un tribunal que ignora todas nuestras objeciones es imposible. Así que no nos sorprendió, y, para disgusto de nuestros enemigos, no nos desmayamos al oír la sentencia”.
Samutsevich, Maria Alyokhina, de 24 años, y Nadezhda Tolokonnikova, de 22, fueron declaradas culpables de gamberrismo motivado por odio religioso tras su concierto de febrero, a pesar de su insistencia en que era una forma de protesta política. Su juicio, rapidísimo y lleno de infracciones procesales y elementos absurdos, ha puesto de relieve la represión contra la disidencia en Rusia.
“Nuestro juicio sirvió, sobre todo, para dejar claro que el sistema de justicia y su autoridad directa están supeditados al poder de Putin, algo que no debería ocurrir en un Gobierno que se tilda de democrático”, dice Samutsevich. Las Pussy Riot y sus seguidores han acusado a Putin y a la poderosa Iglesia Ortodoxa rusa de orquestar el caso contra ellas.
“Nuestra condena demuestra el miedo que tiene el régimen de Putin de cualquiera que pueda minar su legitimidad”, dice Samutsevich.
Critica las políticas cada vez más conservadoras del Gobierno y una votación parlamentaria que se llevó a cabo en diciembre de 2011 y estuvo marcada por acusaciones generalizadas de fraude. Las acusaciones, justo dos meses después de que Putin anunciara su plan de volver a la presidencia tras cuatro años como primer ministro, fueron el detonante de las manifestaciones masivas que agitan la capital desde entonces.
De esas protestas nació Pussy Riot, un grupo feminista radical. Hoy, casi un año después de su formación, tres de las integrantes de este colectivo anónimo han pasado a estar entre los presos políticos más famosos de Rusia. Al parecer, otras dos miembros del grupo han huido del país por temor a represalias políticas.
Samutsevich, Alyokhina y Tolokonnikova se encuentran en prisión preventiva en un centro del sur de Moscú desde que las detuvieron en marzo, y permanecerán en él mientras sus abogados recurren la sentencia. Si se rechaza el recurso, las enviarán a las colonias penales para mujeres para cumplir allí sus dos años de condena de prisión y trabajos ligeros, pero se les descontará el tiempo ya transcurrido.
Nuestro juicio sirvió para dejar claro que la justicia está supeditada al poder ”
“Nos tienen en celdas especiales, cada una para cuatro personas, y estamos todas separadas, en distintos pisos”, escribe Samutsevich con una letra diminuta. “En mi celda hay otras tres personas que están acusadas de delitos económicos. Son personas tranquilas e inteligentes, que me apoyan y apoyan las ideas de nuestro grupo”.
“No es extraño, porque hay que estar ciego para no ver que, desde marzo de 2012, el régimen de Putin ha pasado a la represión directa, empezando por una gran campaña contra todos los disidentes, y nuestro grupo fue uno de los primeros en caer”.
Los detractores del Gobierno hablan de una campaña cada vez más intensa de intimidación desde la reelección de Putin en la controvertida votación de marzo. Otros activistas, entre ellos el líder de la oposición Alexei Navalny, se enfrentan a cargos penales.
“Estamos mentalmente preparadas [para la cárcel]”, escribe Samutsevich. “No me parece que haya nada superaterrador en tener que cumplir un año y medio de trabajos. No creo que se convierta en una prueba especialmente difícil para nosotras, ya hemos pasado los cinco últimos meses con relativa facilidad, y el perverso plan de nuestras autoridades, de encarcelarnos para hundirnos y desmoralizarnos, ha fracasado estrepitosamente”.
“El problema que tiene Putin hoy es que hay mucha gente que ya no ven su fuerza y su poder sino su miedo y su incertidumbre ante los ciudadanos progresistas de Rusia, que, con cada medida como nuestra condena, son cada vez más numerosos”, dice Samutsevich.
El juicio ha agrandado la brecha existente en la sociedad rusa entre los más liberales, sobre todo urbanos, y el campo, más tradicional y que se sintió insultado por la actuación de las mujeres. Pero la oposición a Putin se extiende sin cesar; un reciente sondeo del Centro Levada revelaba que casi la mitad de todos los rusos quiere que dimita cuando termine su mandato de seis años.
Pussy Riot utilizaba su música punk para destacar los problemas de la sociedad rusa, desde el autoritarismo creciente de Putin hasta su estrecha relación con la Iglesia Ortodoxa.
"Hay que estar ciego para no ver que, desde marzo, el régimen de Putin ha pasado a la represión directa"
Samutsevich dice que el trío no ha seguido escribiendo canciones en la cárcel. “Las condiciones en el centro de prisión preventiva no facilitan la creación”, dice. “Durante el próximo año y medio, tendremos que seguir descansando de nuestra labor creativa y de conciertos”.
Dice que el futuro de las mujeres en el grupo es dudoso. “En estos momentos es difícil decir lo que haremos cuando salgamos libres. Por supuesto, me gustaría continuar en el mismo tipo de actuaciones musicales con las que empezamos, pero ¿lo permitirán nuestras nuevas circunstancias, después de nuestra detención? Por ahora no lo sé.
“De lo que sí estoy segura es de que seguimos queriendo con locura que se produzcan cambios en Rusia, que haya un giro hacia unas ideas de izquierdas y antiautoritarias. Nosotras, y muchos otros ciudadanos de nuestro país, deseamos con todas nuestras fuerzas, cada vez más, arrebatar a Putin su monopolio del poder, porque ya no parece tan absoluto ni tan terrible”, añade. “No es más que una ilusión, creada por sus asesores de imagen en las cadenas oficiales de televisión”.