El informe del OIEA sobre el programa nuclear iraní intensifica el temor en Israel
El jefe del Estado Mayor de EE UU, Martin Dempsey, dice: "No me gustaría ser cómplice del ataque en caso de que Israel decidiera hacerlo"
Ana Garralda
Jerusalén, El País
Irán ha duplicado en solo unos meses su capacidad para enriquecer uranio. Esta es una de las conclusiones del último informe publicado este jueves por el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), que apunta a un incremento de más del 50% en el número de las centrifugadoras: desde mayo su número ha pasado de 1.064 a 2.140 en la central subterránea de Fordo, en el centro del país. Esta, junto a la planta de Natanz, en la misma región, acumularían de acuerdo al documento 189,4 kilos de uranio enriquecido al 20%, una cantidad un 23% mayor de lo declarado en el informe de mayo. Para fabricar un arma atómica, este porcentaje tendría que incrementarse hasta al 90%.
El informe apunta, además, a que habría realizado pruebas para la incorporación de material radiactivo a sus misiles de medio alcance Shahab-3 en la base militar de Parchin, habiendo derruido después los edificios y hangares anejos en los que pudieran quedar restos de material nuclear tras los experimentos. Irán, continúa el texto, habría retirado todos los escombros para eliminar los posibles residuos ante una eventual inspección, una antigua demanda del OIEA y del grupo 5+1 (formado por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania) que negocia con Irán su programa nuclear.
Para el Ejecutivo israelí éstas son pruebas suficientes de que la cúpula dirigente de Irán no solo persigue dotarse del arma atómica, sino que además está acelerando el proceso. A pesar que de que el líder supremo iraní, ayatolá Alí Jamenei, acaba de acuñar el eslogan de “energía nuclear para todos, armas nucleares para nadie” en la cumbre del Movimiento de Países No Alineados (MPNA), los israelíes piensan que no es más que una cortina de humo de sus verdaderas intenciones. “El informe indica que Irán continúa comprometido con su programa nuclear y que va a seguir adelante cueste lo que cueste”, explica a este periódico un oficial israelí.
Los datos aportados por el OIEA colocan a Israel en una situación incómoda, lo que hace que sus dirigentes tiendan cada vez más a planificar y, eventualmente, a actuar en solitario. Pero aunque tanto el primer ministro, Benjamín Netanyahu, como el ministro de Defensa, Ehud Barak, parezcan decididos a lanzar un ataque preventivo todavía no cuentan con el consenso del Gabinete de seguridad, tan polarizado en esta cuestión como la propia sociedad israelí. En este sentido, el viceprimer ministro, Moshe Yaalon, se quejó este viernes de que las potencias occidentales, “incluido Estados Unidos”, estén transmitiendo mensajes contradictorios sobre esta cuestión, lo que conlleva una pérdida de credibilidad.
Yaalon salió así al paso de las declaraciones realizadas por el jefe de la Junta de Jefes de Estado Mayor de EE UU, el general Martin Dempsey, quien desde Londres volvió a mostrarse públicamente en contra de un ataque unilateral por parte de Israel. En un encuentro con varios medios de comunicación británicos, Dempsey señaló que “un ataque israelí claramente retrasaría, pero probablemente no destruiría” el programa nuclear iraní. “No me gustaría ser cómplice del ataque en el caso de que Israel decidiese hacerlo”, añadió el militar de mayor graduación de EE UU, quien ya anteriormente dijo metafóricamente que los relojes de Israel y EE UU avanzan a ritmos diferentes.
Otro alto funcionario israelí consultado por este periódico añadió que Dempsey “actúa como un soldado que obedece órdenes” y cuyas palabras ejercen únicamente como correa de transmisión del mensaje real que quiere transmitir la Administración de Obama, abiertamente contraria a un ataque israelí que pueda desencadenar una nueva crisis regional con seguras repercusiones mundiales en vísperas de los comicios del 6 de noviembre. “Las palabras de Dempsey reflejan cuáles son las instrucciones que ha recibido de los políticos norteamericanos”, explica la misma fuente, “porque son ellos quienes al final toman las decisiones y las que ha adoptado Estados Unidos están muy claras”, añade.
Sin embargo, la hipótesis de la idoneidad de un ataque inminente de Israel contra las instalaciones nucleares iraníes podría diluirse en las próximas semanas, o al menos hasta que el primer ministro israelí asista a la Asamblea General de Naciones Unidas, que se celebrará a finales de septiembre en Nueva York. Allí se espera que Netanyahu pronuncie un encendido discurso contra Irán y es probable que aproveche el cónclave para intercambiar impresiones con el presidente Barack Obama en el marco de la propia Asamblea, o que incluso se reúnan inmediatamente después en la Casa Blanca para coordinar posiciones. La fecha de su retorno a Israel y la de los comicios presidenciales en EE UU delimitarían una ventana de oportunidad que, de no emplearse, podría postergar los preparativos militares a la próxima primavera.
Ana Garralda
Jerusalén, El País
Irán ha duplicado en solo unos meses su capacidad para enriquecer uranio. Esta es una de las conclusiones del último informe publicado este jueves por el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), que apunta a un incremento de más del 50% en el número de las centrifugadoras: desde mayo su número ha pasado de 1.064 a 2.140 en la central subterránea de Fordo, en el centro del país. Esta, junto a la planta de Natanz, en la misma región, acumularían de acuerdo al documento 189,4 kilos de uranio enriquecido al 20%, una cantidad un 23% mayor de lo declarado en el informe de mayo. Para fabricar un arma atómica, este porcentaje tendría que incrementarse hasta al 90%.
El informe apunta, además, a que habría realizado pruebas para la incorporación de material radiactivo a sus misiles de medio alcance Shahab-3 en la base militar de Parchin, habiendo derruido después los edificios y hangares anejos en los que pudieran quedar restos de material nuclear tras los experimentos. Irán, continúa el texto, habría retirado todos los escombros para eliminar los posibles residuos ante una eventual inspección, una antigua demanda del OIEA y del grupo 5+1 (formado por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania) que negocia con Irán su programa nuclear.
Para el Ejecutivo israelí éstas son pruebas suficientes de que la cúpula dirigente de Irán no solo persigue dotarse del arma atómica, sino que además está acelerando el proceso. A pesar que de que el líder supremo iraní, ayatolá Alí Jamenei, acaba de acuñar el eslogan de “energía nuclear para todos, armas nucleares para nadie” en la cumbre del Movimiento de Países No Alineados (MPNA), los israelíes piensan que no es más que una cortina de humo de sus verdaderas intenciones. “El informe indica que Irán continúa comprometido con su programa nuclear y que va a seguir adelante cueste lo que cueste”, explica a este periódico un oficial israelí.
Los datos aportados por el OIEA colocan a Israel en una situación incómoda, lo que hace que sus dirigentes tiendan cada vez más a planificar y, eventualmente, a actuar en solitario. Pero aunque tanto el primer ministro, Benjamín Netanyahu, como el ministro de Defensa, Ehud Barak, parezcan decididos a lanzar un ataque preventivo todavía no cuentan con el consenso del Gabinete de seguridad, tan polarizado en esta cuestión como la propia sociedad israelí. En este sentido, el viceprimer ministro, Moshe Yaalon, se quejó este viernes de que las potencias occidentales, “incluido Estados Unidos”, estén transmitiendo mensajes contradictorios sobre esta cuestión, lo que conlleva una pérdida de credibilidad.
Yaalon salió así al paso de las declaraciones realizadas por el jefe de la Junta de Jefes de Estado Mayor de EE UU, el general Martin Dempsey, quien desde Londres volvió a mostrarse públicamente en contra de un ataque unilateral por parte de Israel. En un encuentro con varios medios de comunicación británicos, Dempsey señaló que “un ataque israelí claramente retrasaría, pero probablemente no destruiría” el programa nuclear iraní. “No me gustaría ser cómplice del ataque en el caso de que Israel decidiese hacerlo”, añadió el militar de mayor graduación de EE UU, quien ya anteriormente dijo metafóricamente que los relojes de Israel y EE UU avanzan a ritmos diferentes.
Otro alto funcionario israelí consultado por este periódico añadió que Dempsey “actúa como un soldado que obedece órdenes” y cuyas palabras ejercen únicamente como correa de transmisión del mensaje real que quiere transmitir la Administración de Obama, abiertamente contraria a un ataque israelí que pueda desencadenar una nueva crisis regional con seguras repercusiones mundiales en vísperas de los comicios del 6 de noviembre. “Las palabras de Dempsey reflejan cuáles son las instrucciones que ha recibido de los políticos norteamericanos”, explica la misma fuente, “porque son ellos quienes al final toman las decisiones y las que ha adoptado Estados Unidos están muy claras”, añade.
Sin embargo, la hipótesis de la idoneidad de un ataque inminente de Israel contra las instalaciones nucleares iraníes podría diluirse en las próximas semanas, o al menos hasta que el primer ministro israelí asista a la Asamblea General de Naciones Unidas, que se celebrará a finales de septiembre en Nueva York. Allí se espera que Netanyahu pronuncie un encendido discurso contra Irán y es probable que aproveche el cónclave para intercambiar impresiones con el presidente Barack Obama en el marco de la propia Asamblea, o que incluso se reúnan inmediatamente después en la Casa Blanca para coordinar posiciones. La fecha de su retorno a Israel y la de los comicios presidenciales en EE UU delimitarían una ventana de oportunidad que, de no emplearse, podría postergar los preparativos militares a la próxima primavera.