El euroescepticismo avanza en Holanda
-Los socialistas radicales, que se oponen a los recortes y las políticas de ajustes de -Bruselas, encabezan los sondeos para las elecciones del 12 de septiembre
Isabel Ferrer
La Haya, El País
Emile Roemer es el nombre a recordar para las próximas elecciones legislativas holandesas, convocadas para el 12 de septiembre. Dirige el Partido Socialista, fundado en 1972 y que hace ya tiempo que abandonó el maoísmo y el marxismo-leninismo de sus orígenes hasta convertirse en el partido de izquierda más relevante del país. En 2004, llegó a tener 25 escaños en un Parlamento de 150. Ahora solo cuenta con 15, pero los sondeos le otorgan ya al menos 36. No sería solo el mejor resultado de su historia. Roemer podría convertirse en un primer ministro euroescéptico, justo cuando la economía nacional afronta un déficit del 4,6% para 2013. De lograr el puesto, formar una coalición (el único tipo de Gobierno posible, porque la mayoría parlamentaria es de 76 escaños) resultará complicado. Su principal oponente son los Liberales de Derecha, que llevan camino de quedar en segundo lugar tras los comicios.
El panorama político holandés ha cambiado mucho en la última década, pero la victoria del socialismo radical de Roemer sería sorprendente en un país acostumbrado al mandato de los moderados. Ha habido Gabinetes de centroderecha y de centroizquierda. Primeros ministros democristianos (como Jan Peter Balkenende), y titulares de Finanzas socialdemócratas (como Wouter Bos). Han compartido parcelas de poder desde la socialdemocracia y los democristianos a los liberales y los calvinistas moderados. Pero el Partido Socialista, que tiene como imagen de marca un tomate, nunca se había acercado tanto al poder. En el año 2006, y con 25 escaños en el bolsillo, abandonó las negociaciones para la formación del Gabinete, que acabó en manos de democristianos y liberales de derecha e izquierda.
Roemer es un desconocido fuera de Holanda, donde el político patrio más reconocible sigue siendo el xenófobo Geert Wilders. Esta vez, además, la campaña electoral no gira en torno a la inmigración o la amenaza del Islam integrista, caballo de batalla del jefe populista de derecha. Hoy se trata de la economía y, por ende, de las exigencias de Bruselas para contener el déficit en la zona euro. Sin embargo, aunque la principal preocupación del 63% de los votantes —según datos del pasado fin de semana— sea la sanidad, Roemer se ha estrenado tropezando con su propio euroescepticismo. “Si Holanda superara la cota del 3% de déficit y la UE nos multara por ello, tendría que pasar por encima de mi cadáver para que pagáramos”, ha dicho. Cuando vio la avalancha de críticas que ello provocaba, matizó la frase explicando que Holanda no llegaría a tener semejantes problemas con sus cuentas.
Lo que el Partido Socialista no oculta es su recelo comunitario. “Rechazo la burocracia. Prefiero la acción. Si hoy tenemos un problema, mañana debe estar resuelto”, proclama Roemer, para ilustrarlo luego con un ejemplo. Sucedió cuando aprendía el oficio de político en Boxmeer, en Brabante, al sur del país. El Ayuntamiento dilató el traslado de una valla para bicicletas infantiles, a la que solo podía llegarse cruzando una calle con mucho tráfico. “Una noche, fuimos unos cuantos padres y la pusimos donde correspondía, junto a la piscina para los niños que la visitaban. Buen trabajo”, gusta recordar. Su formación política mantiene su descontento con la Constitución europea, que ayudaron a tumbar con el no holandés en el referéndum sobre el particular celebrado en 2005. Tampoco aprecian los rescates millonarios necesitados por los países del Sur europeo. “No sé si podremos mantener el euro. La economía europea sufre demasiado por culpa de los ajustes. Vamos a enviar menos dinero a la UE, y a comprar menos aviones de combate. No tenemos enemigos”, asegura el político.
Su programa electoral, recién presentado, evita mencionar el rescate de las economías comunitarias en apuros. Pero el tirón de Roemer se explica por el resentimiento causado por la cura de austeridad impuesta por Alemania. Y también por los millones de euros en garantías que viajan del Norte al Sur de la eurozona. Así que el político holandés ha acertado de lleno al titular Una confianza renovada, su ideario. En pocas páginas, combina la crítica a “la política de la derecha, de más mercado e iniciativa privada”, con el varapalo a banqueros y políticos ineptos. “La crisis actual no es producto de un desastre natural. Resulta de las decisiones tomadas por mandatarios miedosos incapaces de asumir sus responsabilidades. Nuestro país es rico, y tiene problemas por culpa de banqueros, inversores y gobernantes, no por sus gentes”. De ahí que proponga una gran alianza social para superar la crisis. Uno de los clásicos de la izquierda, que en Holanda, espera “devolverle la voz al ciudadano”.
Al otro lado del espectro político, Wilders, también se ha centrado en Europa. En 2005, alentó el no a la Constitución europea. Ahora asegura que las legislativas serán “un referéndum sobre todo lo europeo” y propone acuñar una moneda nueva: el Neuro. Para seguir comerciando en euros y en Europa, con la N de Nederland en la mano.
Isabel Ferrer
La Haya, El País
Emile Roemer es el nombre a recordar para las próximas elecciones legislativas holandesas, convocadas para el 12 de septiembre. Dirige el Partido Socialista, fundado en 1972 y que hace ya tiempo que abandonó el maoísmo y el marxismo-leninismo de sus orígenes hasta convertirse en el partido de izquierda más relevante del país. En 2004, llegó a tener 25 escaños en un Parlamento de 150. Ahora solo cuenta con 15, pero los sondeos le otorgan ya al menos 36. No sería solo el mejor resultado de su historia. Roemer podría convertirse en un primer ministro euroescéptico, justo cuando la economía nacional afronta un déficit del 4,6% para 2013. De lograr el puesto, formar una coalición (el único tipo de Gobierno posible, porque la mayoría parlamentaria es de 76 escaños) resultará complicado. Su principal oponente son los Liberales de Derecha, que llevan camino de quedar en segundo lugar tras los comicios.
El panorama político holandés ha cambiado mucho en la última década, pero la victoria del socialismo radical de Roemer sería sorprendente en un país acostumbrado al mandato de los moderados. Ha habido Gabinetes de centroderecha y de centroizquierda. Primeros ministros democristianos (como Jan Peter Balkenende), y titulares de Finanzas socialdemócratas (como Wouter Bos). Han compartido parcelas de poder desde la socialdemocracia y los democristianos a los liberales y los calvinistas moderados. Pero el Partido Socialista, que tiene como imagen de marca un tomate, nunca se había acercado tanto al poder. En el año 2006, y con 25 escaños en el bolsillo, abandonó las negociaciones para la formación del Gabinete, que acabó en manos de democristianos y liberales de derecha e izquierda.
Roemer es un desconocido fuera de Holanda, donde el político patrio más reconocible sigue siendo el xenófobo Geert Wilders. Esta vez, además, la campaña electoral no gira en torno a la inmigración o la amenaza del Islam integrista, caballo de batalla del jefe populista de derecha. Hoy se trata de la economía y, por ende, de las exigencias de Bruselas para contener el déficit en la zona euro. Sin embargo, aunque la principal preocupación del 63% de los votantes —según datos del pasado fin de semana— sea la sanidad, Roemer se ha estrenado tropezando con su propio euroescepticismo. “Si Holanda superara la cota del 3% de déficit y la UE nos multara por ello, tendría que pasar por encima de mi cadáver para que pagáramos”, ha dicho. Cuando vio la avalancha de críticas que ello provocaba, matizó la frase explicando que Holanda no llegaría a tener semejantes problemas con sus cuentas.
Lo que el Partido Socialista no oculta es su recelo comunitario. “Rechazo la burocracia. Prefiero la acción. Si hoy tenemos un problema, mañana debe estar resuelto”, proclama Roemer, para ilustrarlo luego con un ejemplo. Sucedió cuando aprendía el oficio de político en Boxmeer, en Brabante, al sur del país. El Ayuntamiento dilató el traslado de una valla para bicicletas infantiles, a la que solo podía llegarse cruzando una calle con mucho tráfico. “Una noche, fuimos unos cuantos padres y la pusimos donde correspondía, junto a la piscina para los niños que la visitaban. Buen trabajo”, gusta recordar. Su formación política mantiene su descontento con la Constitución europea, que ayudaron a tumbar con el no holandés en el referéndum sobre el particular celebrado en 2005. Tampoco aprecian los rescates millonarios necesitados por los países del Sur europeo. “No sé si podremos mantener el euro. La economía europea sufre demasiado por culpa de los ajustes. Vamos a enviar menos dinero a la UE, y a comprar menos aviones de combate. No tenemos enemigos”, asegura el político.
Su programa electoral, recién presentado, evita mencionar el rescate de las economías comunitarias en apuros. Pero el tirón de Roemer se explica por el resentimiento causado por la cura de austeridad impuesta por Alemania. Y también por los millones de euros en garantías que viajan del Norte al Sur de la eurozona. Así que el político holandés ha acertado de lleno al titular Una confianza renovada, su ideario. En pocas páginas, combina la crítica a “la política de la derecha, de más mercado e iniciativa privada”, con el varapalo a banqueros y políticos ineptos. “La crisis actual no es producto de un desastre natural. Resulta de las decisiones tomadas por mandatarios miedosos incapaces de asumir sus responsabilidades. Nuestro país es rico, y tiene problemas por culpa de banqueros, inversores y gobernantes, no por sus gentes”. De ahí que proponga una gran alianza social para superar la crisis. Uno de los clásicos de la izquierda, que en Holanda, espera “devolverle la voz al ciudadano”.
Al otro lado del espectro político, Wilders, también se ha centrado en Europa. En 2005, alentó el no a la Constitución europea. Ahora asegura que las legislativas serán “un referéndum sobre todo lo europeo” y propone acuñar una moneda nueva: el Neuro. Para seguir comerciando en euros y en Europa, con la N de Nederland en la mano.