Un anticanceroso consigue sacar al VIH de su escondrijo
El fármaco podría acabar con la latencia del virus al "obligarle" a salir del núcleo de la célula
Emilio de Benito
Madrid, El País
El VIH es un quintacolumnista. Y sacarlo de su escondrijo es vital para acabar con él. Ahora, eso parece más cerca. Un fármaco anticanceroso ha demostrado que lo hace, según publica la revista Nature. Con ello se da un paso vital hacia la erradicación, que es el objetivo último de los investigadores.
La importancia del trabajo realizado por un compendio de organizaciones (la Universidad de Carolina del Norte, que lo ha dirigido, la de Harvard, la Universidad de California en San Diego, Merck y el Instituto de Nacional del Cáncer de EE UU) está en la manera de actuar del virus. Una vez que este infecta a una persona, lo primero que hace es buscar refugio. Para ello se desprende de lo accesorio y se queda con lo principal: su material genético. Y, para ocultarlo, lo intercala en el ADN de las células de su anfitrión. Ahí se mantiene latente hasta que, igual que los traidores que hacen vida normal hasta que son llamados a actuar, se activan.
Este comportamiento es clave en uno de los aspectos más endiablados del virus: que mientras está en sus refugios, los medicamentos no les afectan. Por eso los afectados tienen que estar tomando fármacos toda su vida: para que, cuando el virus dé la cara, no tenga tiempo a reproducirse o infectar otras células.
El estudio se considera un éxito precisamente por un dato que, a primera vista, parece malo: a los ocho voluntarios (hombres con VIH en un estado controlado) se les dio el medicamento, vorinostat, y se midió el nivel de virus dentro de sus linfocitos. Su nivel se había multiplicado por 4,5 lo que se interpretó como que este había salido de su escondite.
Lo de hacer la medición dentro de unas células del sistema inmunitario se debe a que es ahí donde el virus no solo se refugia (aunque tiene más reservorios, como las amígdalas o las glándulas mamarias), sino que es donde hace su daño: al reproducirse, destruye el linfocito, y deja al cuerpo sin defensas. Con ello queda a merced de otros agentes infecciosos, los que causan las llamadas enfermedades oportunistas (tuberculosis, neumonía, algunos cánceres), que son los que en verdad pueden llegar a matar a los afectados.
El ensayo es solo un primer paso, y va en línea con lo que persiguen iniciativas como Hacia una cura, que promueve la Nobel Françoise Barré-Sinoussi basándose en el caso de la única persona que ha erradicado el virus, un estadounidense que necesitó quimioterapia y una completa reconstrucción de su sistema inmunitario. Pero mucho más sencillo.
Emilio de Benito
Madrid, El País
El VIH es un quintacolumnista. Y sacarlo de su escondrijo es vital para acabar con él. Ahora, eso parece más cerca. Un fármaco anticanceroso ha demostrado que lo hace, según publica la revista Nature. Con ello se da un paso vital hacia la erradicación, que es el objetivo último de los investigadores.
La importancia del trabajo realizado por un compendio de organizaciones (la Universidad de Carolina del Norte, que lo ha dirigido, la de Harvard, la Universidad de California en San Diego, Merck y el Instituto de Nacional del Cáncer de EE UU) está en la manera de actuar del virus. Una vez que este infecta a una persona, lo primero que hace es buscar refugio. Para ello se desprende de lo accesorio y se queda con lo principal: su material genético. Y, para ocultarlo, lo intercala en el ADN de las células de su anfitrión. Ahí se mantiene latente hasta que, igual que los traidores que hacen vida normal hasta que son llamados a actuar, se activan.
Este comportamiento es clave en uno de los aspectos más endiablados del virus: que mientras está en sus refugios, los medicamentos no les afectan. Por eso los afectados tienen que estar tomando fármacos toda su vida: para que, cuando el virus dé la cara, no tenga tiempo a reproducirse o infectar otras células.
El estudio se considera un éxito precisamente por un dato que, a primera vista, parece malo: a los ocho voluntarios (hombres con VIH en un estado controlado) se les dio el medicamento, vorinostat, y se midió el nivel de virus dentro de sus linfocitos. Su nivel se había multiplicado por 4,5 lo que se interpretó como que este había salido de su escondite.
Lo de hacer la medición dentro de unas células del sistema inmunitario se debe a que es ahí donde el virus no solo se refugia (aunque tiene más reservorios, como las amígdalas o las glándulas mamarias), sino que es donde hace su daño: al reproducirse, destruye el linfocito, y deja al cuerpo sin defensas. Con ello queda a merced de otros agentes infecciosos, los que causan las llamadas enfermedades oportunistas (tuberculosis, neumonía, algunos cánceres), que son los que en verdad pueden llegar a matar a los afectados.
El ensayo es solo un primer paso, y va en línea con lo que persiguen iniciativas como Hacia una cura, que promueve la Nobel Françoise Barré-Sinoussi basándose en el caso de la única persona que ha erradicado el virus, un estadounidense que necesitó quimioterapia y una completa reconstrucción de su sistema inmunitario. Pero mucho más sencillo.