Riquelme, el último gran ídolo de Boca
Joaquín Finat, Clarín
No va más. Juan Román Riquelme pegó el portazo y abrió un mar de recuerdos para los hinchas de Boca. "Soy bostero y voy a morir bostero", dijo, con la voz quebrada, luego de perder la final de la Copa Libertadores ante Corinthians. Y, entonces, afloraron las alegrías que Boca consiguió de la mano de este ídolo contemporáneo.
Mientras el Diez deshoja la margarita y planifica su futuro, es un buen momento para revisar su paso por Boca, en el que jugó 352 partidos: 264 por torneos locales, dos de Copa Argentina, y 86 en copas internacionales. Donde gritó 80 goles (56, 23 y uno en la Copa Argentina) y festejó 10 títulos (5 y 5).
Su vínculo con Boca se inició en septiembre de 1996, cuando llegó de Argentinos Juniors cuando ni siquiera había debutado en Primera. El 10 de noviembre de ese mismo año, Carlos Bilardo lo pone entre los titulares y es una de las figuras en el 2-0 sobre Unión en la Bombonera. Fue un flechazo. Porque Román mostró pincelazos de su talento y recibió los primeros mimos. Dos semanas después, llegaría su primer gol en el 6-0 sobre Huracán.
Después de Bilardo, llegó el Bambino Veira y Riquelme no tuvo tanto protagonismo. Hasta que en junio de 1998 asumió Carlos Bianchi. Y se vio lo mejor de Román. El Virrey le dio la confianza, y la número 10. Formó un trío inolvidable con Guillermo Barros Schelotto y Martín Palermo. Y Boca obtuvo el Apertura 1998, y luego el Clausura 1999. Ese Boca logró la marca de 40 partidos consecutivos sin derrotas.
Riquelme fue también una pieza clave en la obtención del Apertura y la Copa Libertadores 2000, cuando Boca venció por penales a Palmeiras. Y a fin de año, la frutilla del postre: título Intercontinental frente al Real Madrid (2-1) en Japón con una asistencia a Palermo. Al año siguiente, Boca volvió a levantar la Copa Libertadores. Ante Cruz Azul, y otra vez en la serie desde los doce pasos. En esa edición lo eligieron como el Mejor Jugador de la Final.
Tras su paso por Europa (Barcelona y Villarreal), Román retornó a Boca en 2007. Fue determinante en la Copa Libertadores, especialmente en la final ante Gremio, cuando marcó los dos goles en Porto Alegre. Con toda la gloria a cuestas regresó al Villarreal, donde tuvo inconvenientes con el técnico chileno Pellegrini. Y entonces pegó la tercera vuelta. Ganó la Recopa Sudamericana 2008 contra Arsenal, y también el Apertura de ese año tras ganar un triangular con Tigre y San Lorenzo.
Su último título llegó con el Apertura 2011, cuando Boca, de la mano de Falcioni, arrasó con sus rivales, fue campeón en forma invicta y dio la vuelta olímpica tras superar por 3-0 a Banfield. Y este año, Boca fue por más. Por la Triple Corona. Comenzó con el pie derecho y se mantuvo en lo más alto del Clausura. Pero se desdibujó en la recta final y el título fue para Arsenal. En la Copa Libertadores, Boca no pudo con Corinthians y también se quedó con las manos vacías. Un final inesperado para el ídolo más importante de Boca de los últimos años.
No va más. Juan Román Riquelme pegó el portazo y abrió un mar de recuerdos para los hinchas de Boca. "Soy bostero y voy a morir bostero", dijo, con la voz quebrada, luego de perder la final de la Copa Libertadores ante Corinthians. Y, entonces, afloraron las alegrías que Boca consiguió de la mano de este ídolo contemporáneo.
Mientras el Diez deshoja la margarita y planifica su futuro, es un buen momento para revisar su paso por Boca, en el que jugó 352 partidos: 264 por torneos locales, dos de Copa Argentina, y 86 en copas internacionales. Donde gritó 80 goles (56, 23 y uno en la Copa Argentina) y festejó 10 títulos (5 y 5).
Su vínculo con Boca se inició en septiembre de 1996, cuando llegó de Argentinos Juniors cuando ni siquiera había debutado en Primera. El 10 de noviembre de ese mismo año, Carlos Bilardo lo pone entre los titulares y es una de las figuras en el 2-0 sobre Unión en la Bombonera. Fue un flechazo. Porque Román mostró pincelazos de su talento y recibió los primeros mimos. Dos semanas después, llegaría su primer gol en el 6-0 sobre Huracán.
Después de Bilardo, llegó el Bambino Veira y Riquelme no tuvo tanto protagonismo. Hasta que en junio de 1998 asumió Carlos Bianchi. Y se vio lo mejor de Román. El Virrey le dio la confianza, y la número 10. Formó un trío inolvidable con Guillermo Barros Schelotto y Martín Palermo. Y Boca obtuvo el Apertura 1998, y luego el Clausura 1999. Ese Boca logró la marca de 40 partidos consecutivos sin derrotas.
Riquelme fue también una pieza clave en la obtención del Apertura y la Copa Libertadores 2000, cuando Boca venció por penales a Palmeiras. Y a fin de año, la frutilla del postre: título Intercontinental frente al Real Madrid (2-1) en Japón con una asistencia a Palermo. Al año siguiente, Boca volvió a levantar la Copa Libertadores. Ante Cruz Azul, y otra vez en la serie desde los doce pasos. En esa edición lo eligieron como el Mejor Jugador de la Final.
Tras su paso por Europa (Barcelona y Villarreal), Román retornó a Boca en 2007. Fue determinante en la Copa Libertadores, especialmente en la final ante Gremio, cuando marcó los dos goles en Porto Alegre. Con toda la gloria a cuestas regresó al Villarreal, donde tuvo inconvenientes con el técnico chileno Pellegrini. Y entonces pegó la tercera vuelta. Ganó la Recopa Sudamericana 2008 contra Arsenal, y también el Apertura de ese año tras ganar un triangular con Tigre y San Lorenzo.
Su último título llegó con el Apertura 2011, cuando Boca, de la mano de Falcioni, arrasó con sus rivales, fue campeón en forma invicta y dio la vuelta olímpica tras superar por 3-0 a Banfield. Y este año, Boca fue por más. Por la Triple Corona. Comenzó con el pie derecho y se mantuvo en lo más alto del Clausura. Pero se desdibujó en la recta final y el título fue para Arsenal. En la Copa Libertadores, Boca no pudo con Corinthians y también se quedó con las manos vacías. Un final inesperado para el ídolo más importante de Boca de los últimos años.