Nativos del Cauca tensan la cuerda para echar de su zona al Ejército colombiano
-Los indígenas de Toribío (departamento del Cauca) se enfrentan cuerpo a cuerpo a los militares
-Quieren que se vayan porque su presencia atrae ataques de las FARC que sufre la población
Andrea Peña
Bogotá, El País
Hace apenas una semana, el presidente Juan Manuel Santos viajó con su gabinete en pleno a las montañas del sureño departamento del Cauca (Colombia) para hacerles una advertencia enfática a los indígenas: “Por ningún motivo vamos a desmilitarizar ni un solo centímetro”. Pero para los nativos, sus palabras no son órdenes. Este martes han tensado la cuerda de su desencuentro con el Ejército -al que quieren expulsar de la zona, porque su presencia atrae ataques de las FARC que afectan a los vecinos- con un áspero enfrentamiento: empuñando garrotes de madera han obligado a los militares a desplazarse cientos de metros de sus puestos en el municipio de Toribío, en medio de sus consignas y con un solo mensaje: “No queremos más armados aquí, váyanse con su guerra a otra parte”.
Fueron momentos tensos, en donde se escucharon varios disparos que los militares hicieron al aire para dispersar a los nativos, entre gases lacrimógenos y gritos. Pero, los pobladores en lugar de amedrentarse, tomaron aire y en un bloque compacto avanzaron hacia ellos. Entonces se presentó una escena dramática. Un sargento fue expulsado de su puesto de vigilancia por la fuerza: los indígenas lo retiraron de allí en el aire agarrándolo por pies y manos.
Eran unos 1.000 indígenas contra 100 uniformados del Batallón de Alta Montaña N°8, de la Fuerza de Tarea Apolo del Ejército. Al caer la tarde, éstos no tuvieron más remedio que replegarse hacia la falda del cerro Las Torres, del municipio de Toribío, que se ha convertido en motivo de disputa.
Para los indígenas, la presencia de los militares es un problema porque hasta allí llegan las FARC y en los combates los civiles también se convierten en víctimas. El pasado domingo ocho empleados del Centro de Salud de Toribío quedaron heridos cuando la guerrilla atacaban a militares atrincherados en una loma cercana a la Misión Médica. A una enfermera le tuvieron que amputar una pierna.
Históricamente, esta zona del departamento del Cauca ha sido para el Estado una de las más difíciles para derrotar a los ilegales. Primero porque geográficamente las condiciones no son las mejores, pues está a un costado de la cordillera central donde hay guerrilleros que llevan décadas peleando en temperaturas bajo cero que los militares no resisten. Y segundo porque la guerrilla de las FARC se fundó en 1.964 en Riochiquito, Cauca, al otro de la cordillera, donde el Sexto Frente de esta guerrilla se expandió hacia las zonas indígenas en la década del 70. Por eso el Estado no contempla dejar el lugar, plagado de guerrilleros, infestado de cultivos de coca y propicio para refugio de los ilegales, por su exuberante geografía.
Fuentes estatales aseguran con inquietud que las FARC han logrado infiltrar al movimiento indígena. Los lugareños, por el contrario, exigen que no los estigmaticen. Ha sido una discusión de años que de tanto en tanto adquiere ribetes dolorosos. Así ocurrió en las últimas semanas. De las exigencias se pasó a los hechos. Los indígenas empezaron a quitarles con sus propias manos las trincheras del casco urbano de Toribío a la Policía.
Entonces el presidente Santos anunció que viajaría a Toribío a presidir un consejo de seguridad pero todo terminó peor. Los indígenas se negaron a hablar con Santos porque éste escogió un recinto cerrado y ellos exigían un cabildo abierto; un avión Súper Tucano de la Fuerza Aérea que prestaba seguridad se cayó contra un cerro y las FARC mostraron su osadía al montar un retén militar a 400 metros de donde hablaba el presidente para dar su propia rueda de prensa ante la sorpresa de los periodistas.
El sargento García, llorando después de que los nativos lo echaran de su puesto. / L. R. (AFP)
Santos dijo que el Cauca era un territorio estratégico y que era tal el compromiso del Estado con ésta abandonada región que, como símbolo de soberanía, el desfile militar del 20 de julio del Día de la Independencia se realizaría en Popayán, su capital. Este martes, sin embargo, se anunció que el desfile se había cancelado y que se realizará en las islas de San Andrés, en el Caribe.
Aún se investiga si el avión fue derribado por las FARC, como reivindica la guerrilla, o un accidente, como dice Santos; y para completar los militares fueron sacados a empujones en unas imágenes nunca antes vistas en Colombia. El presidente ha reaccionado a este último episodio avisando a los indígenas que están pasando la raya: "Todo tiene un límite", dijo este martes. Santos exige a los nativos rebeldes que reflexionen, y reafirmó su decisión de no desmilitarizar la zona: "No vamos a abandonar un solo kilómetro en el Cauca ni en ninguna parte".
El comandante de las Fuerzas Militares, el general Alejandro Navas, tiene una sóla orden presidencial: seguir en la montaña, que la tropa se mueva de un lado para evitar confrontaciones y no actuar con violencia.
-Quieren que se vayan porque su presencia atrae ataques de las FARC que sufre la población
Andrea Peña
Bogotá, El País
Hace apenas una semana, el presidente Juan Manuel Santos viajó con su gabinete en pleno a las montañas del sureño departamento del Cauca (Colombia) para hacerles una advertencia enfática a los indígenas: “Por ningún motivo vamos a desmilitarizar ni un solo centímetro”. Pero para los nativos, sus palabras no son órdenes. Este martes han tensado la cuerda de su desencuentro con el Ejército -al que quieren expulsar de la zona, porque su presencia atrae ataques de las FARC que afectan a los vecinos- con un áspero enfrentamiento: empuñando garrotes de madera han obligado a los militares a desplazarse cientos de metros de sus puestos en el municipio de Toribío, en medio de sus consignas y con un solo mensaje: “No queremos más armados aquí, váyanse con su guerra a otra parte”.
Fueron momentos tensos, en donde se escucharon varios disparos que los militares hicieron al aire para dispersar a los nativos, entre gases lacrimógenos y gritos. Pero, los pobladores en lugar de amedrentarse, tomaron aire y en un bloque compacto avanzaron hacia ellos. Entonces se presentó una escena dramática. Un sargento fue expulsado de su puesto de vigilancia por la fuerza: los indígenas lo retiraron de allí en el aire agarrándolo por pies y manos.
Eran unos 1.000 indígenas contra 100 uniformados del Batallón de Alta Montaña N°8, de la Fuerza de Tarea Apolo del Ejército. Al caer la tarde, éstos no tuvieron más remedio que replegarse hacia la falda del cerro Las Torres, del municipio de Toribío, que se ha convertido en motivo de disputa.
Para los indígenas, la presencia de los militares es un problema porque hasta allí llegan las FARC y en los combates los civiles también se convierten en víctimas. El pasado domingo ocho empleados del Centro de Salud de Toribío quedaron heridos cuando la guerrilla atacaban a militares atrincherados en una loma cercana a la Misión Médica. A una enfermera le tuvieron que amputar una pierna.
Históricamente, esta zona del departamento del Cauca ha sido para el Estado una de las más difíciles para derrotar a los ilegales. Primero porque geográficamente las condiciones no son las mejores, pues está a un costado de la cordillera central donde hay guerrilleros que llevan décadas peleando en temperaturas bajo cero que los militares no resisten. Y segundo porque la guerrilla de las FARC se fundó en 1.964 en Riochiquito, Cauca, al otro de la cordillera, donde el Sexto Frente de esta guerrilla se expandió hacia las zonas indígenas en la década del 70. Por eso el Estado no contempla dejar el lugar, plagado de guerrilleros, infestado de cultivos de coca y propicio para refugio de los ilegales, por su exuberante geografía.
Fuentes estatales aseguran con inquietud que las FARC han logrado infiltrar al movimiento indígena. Los lugareños, por el contrario, exigen que no los estigmaticen. Ha sido una discusión de años que de tanto en tanto adquiere ribetes dolorosos. Así ocurrió en las últimas semanas. De las exigencias se pasó a los hechos. Los indígenas empezaron a quitarles con sus propias manos las trincheras del casco urbano de Toribío a la Policía.
Entonces el presidente Santos anunció que viajaría a Toribío a presidir un consejo de seguridad pero todo terminó peor. Los indígenas se negaron a hablar con Santos porque éste escogió un recinto cerrado y ellos exigían un cabildo abierto; un avión Súper Tucano de la Fuerza Aérea que prestaba seguridad se cayó contra un cerro y las FARC mostraron su osadía al montar un retén militar a 400 metros de donde hablaba el presidente para dar su propia rueda de prensa ante la sorpresa de los periodistas.
El sargento García, llorando después de que los nativos lo echaran de su puesto. / L. R. (AFP)
Santos dijo que el Cauca era un territorio estratégico y que era tal el compromiso del Estado con ésta abandonada región que, como símbolo de soberanía, el desfile militar del 20 de julio del Día de la Independencia se realizaría en Popayán, su capital. Este martes, sin embargo, se anunció que el desfile se había cancelado y que se realizará en las islas de San Andrés, en el Caribe.
Aún se investiga si el avión fue derribado por las FARC, como reivindica la guerrilla, o un accidente, como dice Santos; y para completar los militares fueron sacados a empujones en unas imágenes nunca antes vistas en Colombia. El presidente ha reaccionado a este último episodio avisando a los indígenas que están pasando la raya: "Todo tiene un límite", dijo este martes. Santos exige a los nativos rebeldes que reflexionen, y reafirmó su decisión de no desmilitarizar la zona: "No vamos a abandonar un solo kilómetro en el Cauca ni en ninguna parte".
El comandante de las Fuerzas Militares, el general Alejandro Navas, tiene una sóla orden presidencial: seguir en la montaña, que la tropa se mueva de un lado para evitar confrontaciones y no actuar con violencia.