La soledad del camionero
El principal dirigente sindical de Argentina, más debilitado que nunca, amenaza con retirar el apoyo a Cristina Fernández en las próximas elecciones legislativas
Francisco Peregil
Buenos Aires, El País
Puede que más allá de Argentina el nombre de Hugo Moyano no signifique gran cosa. Pero dentro del país, El Negro Moyano, como le conoce su gente, es el líder sindical más poderoso, el único que podría paralizar el país y dejarlo sin todo lo que depende de los camiones: combustibles, alimentos, prensa, recogida de basura… Y es también el rival político que más daño puede infligir a la presidenta, Cristina Fernández. Ayer fue un día triste para Moyano. Renovó su mandato al frente de la Central General de los Trabajadores (CGT), pero solo con 1.009 votos de los 1013 presentes. El problema es que todos sus oponentes, los que representan a sindicatos tan importantes como los empleados de empresas eléctricas, comercios, construcción, hostelerías, han decidido convocar otras elecciones. O sea, se han escindido. Se han llevado con ellos a viejos aliados de Moyano como los taxistas y ferroviarios y votarán otro órgano directivo de la CGT el próximo 3 de octubre. Y el Gobierno apoyará a los rivales de Moyano.
Pero Moyano, más diezmado que nunca, continúa siendo el hombre que más daño puede hacerle a la presidenta. Y ayer se lo expresó claramente a los suyos: “Empecemos a pensar en términos políticos.Si no hay respuesta en 2013, vamos a repensar nuestro voto y vamos a ver si es cierto que, sin el apoyo de los trabajadores en las urnas, ese 54% no se reduce", señaló en relación a la victoria obtenida por Cristina Fernández en las últimas presidenciales.
Fernández y Moyano han compartido escenarios y aplausos hasta hace apenas un año. Pero cuando Fernández asumió la presidencia tras ganar las elecciones con ese histórico 54%, advirtió que no iba a aguantar chantajes políticos. Desde entonces, no hizo más que debilitar a Moyano, irlo despojando poco a poco de sus antiguos aliados. El sindicalista hizo lo que pudo para defenderse: abrazó sin reparos al Grupo Clarín, antaño enemigo de Fernández y de él mismo, convocó una huelga general de un día, que fracasó, y una concentración ante la Casa Rosada que pretendía abarrotar la plaza de Mayo y tampoco lo consiguió. Pero quedó claro que aunque muchos sindicalistas de otros gremios lo seguían abandonando en un lento goteo que no ha cesado, los camioneros lo siguen de forma incondicional. Y eso significa que puede parar en cualquier momento la recogida de basuras, el reparto de combustibles… Pero ese no es su plan ahora. Moyano lleva demasiados años metido en política como para saber hasta qué punto sería impopular utilizar esa bala de plata.
Así que ayer ya dijo que no pensaba “hacer locuras” y empezó a mencionar una palabra que casi nunca había salido de su boca, pero que está entre las principales preocupaciones de los argentinos: la inseguridad. Moyano se quitó por un rato la chaqueta de sindicalista y se colocó la del político astuto que si bien no se presenta a las legislativas de 2013, podría causar cierto desgaste en el Gobierno. Habló de la inflación –“insostenible”-, de los ataques de un Gobierno “que se dice peronista” contra “el movimiento obrero organizado”, de las peleas internas de la presidenta con el gobernador peronista de Buenos Aires, Daniel Scioli, --por supuesto le dio la razón a Scioli—y llegó a comparar la actitud de Fernández respecto a los sindicatos con la de Reino Unido y Argentina: "Nosotros hemos apoyado y valorado cuando la señora Presidenta se levanta en los foros internacionales y pide casi por favor que los ingleses dialoguen por Malvinas. La hemos visto decir que no dialogan porque no tienen argumentos para sostener esa mentira. No quiero pensar que el Gobierno no quiere dialogar con nosotros porque no tiene argumentos. No creo que hagan lo mismo que los ingleses".
Moyano no dispone, ni de lejos, con la capacidad oratoria de la presidenta, pero sabe muy bien cuáles son las palabras –Malvinas, inseguridad, inflación…- que llegan al corazón y al bolsillo de los votantes. "No vamos a hacer ninguna locura, pero también vamos a conversar con todos los sectores de nuestra sociedad, para hacerle entender a propios y extraños que a este país lo arreglamos entre todos o no lo arregla nadie". El país vio a un Moyano que se dispone a administrar de forma muy astuta su debilidad. Su soledad puede ser engañosa.
Francisco Peregil
Buenos Aires, El País
Puede que más allá de Argentina el nombre de Hugo Moyano no signifique gran cosa. Pero dentro del país, El Negro Moyano, como le conoce su gente, es el líder sindical más poderoso, el único que podría paralizar el país y dejarlo sin todo lo que depende de los camiones: combustibles, alimentos, prensa, recogida de basura… Y es también el rival político que más daño puede infligir a la presidenta, Cristina Fernández. Ayer fue un día triste para Moyano. Renovó su mandato al frente de la Central General de los Trabajadores (CGT), pero solo con 1.009 votos de los 1013 presentes. El problema es que todos sus oponentes, los que representan a sindicatos tan importantes como los empleados de empresas eléctricas, comercios, construcción, hostelerías, han decidido convocar otras elecciones. O sea, se han escindido. Se han llevado con ellos a viejos aliados de Moyano como los taxistas y ferroviarios y votarán otro órgano directivo de la CGT el próximo 3 de octubre. Y el Gobierno apoyará a los rivales de Moyano.
Pero Moyano, más diezmado que nunca, continúa siendo el hombre que más daño puede hacerle a la presidenta. Y ayer se lo expresó claramente a los suyos: “Empecemos a pensar en términos políticos.Si no hay respuesta en 2013, vamos a repensar nuestro voto y vamos a ver si es cierto que, sin el apoyo de los trabajadores en las urnas, ese 54% no se reduce", señaló en relación a la victoria obtenida por Cristina Fernández en las últimas presidenciales.
Fernández y Moyano han compartido escenarios y aplausos hasta hace apenas un año. Pero cuando Fernández asumió la presidencia tras ganar las elecciones con ese histórico 54%, advirtió que no iba a aguantar chantajes políticos. Desde entonces, no hizo más que debilitar a Moyano, irlo despojando poco a poco de sus antiguos aliados. El sindicalista hizo lo que pudo para defenderse: abrazó sin reparos al Grupo Clarín, antaño enemigo de Fernández y de él mismo, convocó una huelga general de un día, que fracasó, y una concentración ante la Casa Rosada que pretendía abarrotar la plaza de Mayo y tampoco lo consiguió. Pero quedó claro que aunque muchos sindicalistas de otros gremios lo seguían abandonando en un lento goteo que no ha cesado, los camioneros lo siguen de forma incondicional. Y eso significa que puede parar en cualquier momento la recogida de basuras, el reparto de combustibles… Pero ese no es su plan ahora. Moyano lleva demasiados años metido en política como para saber hasta qué punto sería impopular utilizar esa bala de plata.
Así que ayer ya dijo que no pensaba “hacer locuras” y empezó a mencionar una palabra que casi nunca había salido de su boca, pero que está entre las principales preocupaciones de los argentinos: la inseguridad. Moyano se quitó por un rato la chaqueta de sindicalista y se colocó la del político astuto que si bien no se presenta a las legislativas de 2013, podría causar cierto desgaste en el Gobierno. Habló de la inflación –“insostenible”-, de los ataques de un Gobierno “que se dice peronista” contra “el movimiento obrero organizado”, de las peleas internas de la presidenta con el gobernador peronista de Buenos Aires, Daniel Scioli, --por supuesto le dio la razón a Scioli—y llegó a comparar la actitud de Fernández respecto a los sindicatos con la de Reino Unido y Argentina: "Nosotros hemos apoyado y valorado cuando la señora Presidenta se levanta en los foros internacionales y pide casi por favor que los ingleses dialoguen por Malvinas. La hemos visto decir que no dialogan porque no tienen argumentos para sostener esa mentira. No quiero pensar que el Gobierno no quiere dialogar con nosotros porque no tiene argumentos. No creo que hagan lo mismo que los ingleses".
Moyano no dispone, ni de lejos, con la capacidad oratoria de la presidenta, pero sabe muy bien cuáles son las palabras –Malvinas, inseguridad, inflación…- que llegan al corazón y al bolsillo de los votantes. "No vamos a hacer ninguna locura, pero también vamos a conversar con todos los sectores de nuestra sociedad, para hacerle entender a propios y extraños que a este país lo arreglamos entre todos o no lo arregla nadie". El país vio a un Moyano que se dispone a administrar de forma muy astuta su debilidad. Su soledad puede ser engañosa.