España: Tricampeona y leyenda en la Eurocopa
Juan Jiménez
Kiev, As
Leyenda. Tricampeona y leyenda. Tricampeona, leyenda y ejemplo de generaciones venideras. Esta es España, la irrepetible selección de España, campeona de Europa de selecciones por tercera vez en Kiev el 1 de julio de 2012, poseedora desde ya de esa trilogía Eurocopa-Mundial-Eurocopa que es exclusiva. 4-0, sí, 4-0 con bellísimos goles a la tetracampeona del mundo Italia en la final de la Eurocopa. Un resultado que no existía en la historia porque esta Selección no ha existido en la historia. Es la mejor y es para siempre.
Formada por un grupo de jugadores que se hizo mayor en 2008 y que en lugar de tirarse a la bartola fue perfeccionando la vasija. Lo que salió ante Italia en la final de la Eurocopa fue su última obra. La obra maestra de un grupo solidario de jugadores que ha sido indestructible incluso en situaciones límite como la que se vivió hace un año. La enorme madurez de los jugadores, con Casillas y Xavi como líderes, y la experiencia de ese doctor que es Vicente del Bosque (que iguala a Helmut Schoen como único seleccionador campeón de Europa y del Mundial) lo impidieron. España fue campeona por KO ante Italia, sólo campeona de Europa en 1968 frente nuestras tres coronas. Le toca seguir esperando.
Esta vez no hizo falta un balón al espacio del que Torres rescatase oro con su brazada sobre Lahm como en Viena. Ni siquiera la épica y la agonía del gol de Iniesta. Esta vez España persiguió la perfección: cuatro goles a la altura de esta obra maestra que ha escrito. Los firmaron Silva, Jordi Alba, Torres y Mata jugadores que llegaron a la Eurocopa por sus méritos en City, Valencia y Chelsea. Una demostración del espíritu coral de la Selección que inventó Luis Aragonés, presente en Viena, y que ha terminado de redondear Vicente del Bosque. España es un equipo maduro hasta el extremo, con una terrible variedad de registros. Esforzado, solidario, brillante, inteligente tácticamente, seguro. Y, sobre todo, ganador. La capacidad de España para gestionar partidos, para hacer del triunfo una costumbre, ya está en los libros. El último triunfo de la Eurocopa tuvo un guión perfecto
Experto ya en la liturgia de las finales, España prescindió de los fastos y obvió la especialísima atmósfera que rodea estas citas. Su puesta en escena fue maravillosa, a la altura de la leyenda que ha escrito esta Selección. España jugó quince minutos iniciales de película, un resumen muy logrado de estos años de dominio mundial que le convierten ya en irrepetible. Y los coronó con un gol inolvidable, perfecto en la ejecución. Iniesta, jugador del torneo, candidato de ley al Balón de Oro, observó un desmarque de Cesc, el falso nueve que hizo de nueve y siete. De siete y nueve. Y que es un jugador diez. Cesc hizo una pausa maravillosa y esperó a que Silva, de la fábrica de Arguineguín, patrimonio de la humanidad, metió un cabezazo al ángulo. Incluso para el gran Buffon.
España pasó un mal ratito en el siguiente cuarto de hora, claro que para eso ya estaba Casillas. Concentrado, responsabilizado. Perfecto. El rostro de Casillas ha pasado de la ilusión de la primera vez al que se siente guardián de un país. España cree en Iker e Iker responde. Glorioso en dos centros de riesgo, inmóvil en un lanzamiento de Cassano que evitó mil piernas pero no las manos de Iker.
Cansado de sufrir, España pegó otro acelerón. Jordi Alba, que ha jugado la Eurocopa subido en una moto, empezó una carrera imposible que Xavi convirtió en el gol de su carrera. Xavi, arquitecto de esta idea, jugador de leyenda que suma su título número 23 de su carrera, hizo un cálculo informático de la velocidad del catalán. El control orientado de Alba fue medio gol, porque ni le dio tiempo a pensar a quién se enfrentaba. Ejecutó y tocó la gloria. 2-0. Un gol que también fue el triunfo de Del Bosque, que se empeñó en Cesc porque sabía que en la posesión estaba el partido. Del Bosque, fiel a sus ideas, triunfó con mayúsculas en esta Eurocopa.
Prandelli, insatisfecho con Cassano y la poca maldad de la casi siempre venenosa Italia, se decidió por Di Natale, que es todo veneno. En apenas diez minutos, el alma-mater del Udinese remató fuera de cabeza y se encontró con Iker, otra vez gigantesco. Por el camino, Proença obvió un penalti evidente de Balzaretti por mano. Pero Italia ya tenís demasiadas piedras encima. La última, la lesión de Motta cuando Prandelli ya había realizado los tres cambios (Balzaretti y Di Natale habían entrado por Chiellini y Cassano). A Italia se le cayó encima toda la fatiga del torneo y España sacó los violines para terminar de darse el homenaje. El partido fue apagándose con el balón en los pies de Iniesta, Busquets, el mágico Xavi y Xabi Alonso. Del Bosque no se entregó al populismo e hizo los cambios pactados que sostuvieron al equipo toda la Eurocopa. Entre ellos, Fernando Torres, que puso la guinda y cerró el círculo que él mismo abrió en Viena. Primero con el 3-0. Luego con el cuarto de Mata, la única licencia de Del Bosque. Una obra de arte. Todo fue perfecto. España ganó 4-0 pero fue gentil con Italia, muy poca cosa a manos de un equipo gigantesco. Ganó con estilo y clase, la clase que se encuentra en la humildad de unos jugadores fantásticos. Y volvió a levantar y a ganar la Eurocopa. Tricampeona y leyenda.
Sobraban todas estas letras. Bastaba un GRACIAS.