El orden y la inteligencia de Aurora pesaron ante el desorden y la palidez de Wilstermann



José Vladimir Nogales
No pudo ser peor el retorno de Wilstermann a primera división. No tanto por la dureza del cachetazo (0-2), ni por el rival (Aurora, menos estridente en los fichajes, fue mucho más), sino por la forma.

Ante un rival disminuido desde el amanecer (Angulo fue expulsado a los 34 segundos y Olivares pasada la media hora), Wilstermann reveló patógenas flaquezas. No sólo no supo cómo imponer aquella coyuntural superioridad numérica, tampoco supo qué hacer con la pelota heredada, cómo fructificar una posesión que, de manera abrumadora, le perteneció, aunque con flagrante esterilidad. La improductividad expuesta -esencialmente por su aterradora magnitud- es reveladora de males profundos. No es en la ausencia de gol donde se manifiestan las deficiencias de producción, sino en la alarmante falta de situaciones que posibiliten anotaciones. Y esa, más que nada, es una deficiencia estructural que tiene que ver con el diseño (el sistema 4-3-3 tiende a ocasionar desequilibrios en todo el molde), el estilo de juego (verticalidad y velocidad) y el rasgo técnico de los jugadores elegidos para su puesta en práctica. ¿Dónde estriba la deficiencia? En la elección de un modelo poco adecuado para desarrollar un estilo con jugadores sin el perfil requerido. Para practicar el fútbol directo que pregona Soria es imperioso que los delanteros sean altamente resolutivos, que sean capaces de fabricarse, por sí solos, nítidas oportunidades de gol, sustentados únicamente por la claridad y cantidad del suministro. Pero Andaveris (torpe y excedido de revoluciones), De Francesco (excesivamente propenso a pivotear cuanto balón llega a su posición) y Salinas no tienen ni el bagaje técnico ni la capacidad para satisfacer esa exigencia, consecuentemente el volumen de habilitaciones resulta una inversión inútil. Lo peor del asunto es que, por colocar tres hombres de punta, se debilita el centro de campo. Y es ahí donde reside el núcleo de todos los males. Con escaso personal para la recuperación (únicamente Nicolás Suárez) y apenas dos hombres creativos para generar juego (Cardozo y Zárate), el equipo tiende a partirse en dos. La consecuencia es que se expone atrás (recuperando el balón con la defensa, sin filtros delante de ella) y se hace improductivo en ataque, en parte porque solo dos creativos deben superar la presión de todo un batallón de rivales y, también, porque los puntas, estáticos todos, ofrecen nítida referencia a la marca rival, lo que hace que todo el juego, el proyecto, el plan sea absolutamente predecible y, lógicamente, neutralizable. Si a ello agregamos que las ejecuciones se realizan con exasperante lentitud y tóxicos índices de imprecisión, resulta imposible que haya algo que funcione bien. Y no es casual (independientemente del orden y las virtudes que expuso Aurora) que, incluso en inferioridad numérica, el rival se haya bastado con poco para no sufrir en su área.

Aurora absorbió rápidamente la amputación de un defensa antes del primer minuto. Sacrificó un punta (Vargas) para recomponer la defensa con el ingreso del brasileño De Souza y configurar un 4-4-1 que, pese a su énfasis obstructivo, apostaba a los contragolpes de Castellón. Y fue precisamente el delantero, desnudando las miserias de Zanotti, quien anotó el 1-0 en diez minutos.

Lo que siguió fue una férrea resistencia. El empuje (cada vez más caótico) de Wilstermann no inquietaba mínimamente a la compacta muralla que Aurora había armado delante de su área. Presión sobre el centro (con Olivares y Machado en el centro) para descompaginar los mal urdidos y flacos circuitos generadores del rival y una línea defensiva atenta, capaz de anticipar y desmantelar un tridente inocuo, pobremente alimentado.

Una nueva expulsión (la de Olivares, en un exceso de rigidez de un árbitro influenciable como Mansilla que pitó todo al revés queriendo exhibir ecuanimidad) pareció dejar resuelta la batalla en favor de Wilstermann. Si con uno es difícil resistir, con dos suele ser misión imposible. No ante este Wilstermann, cuyo desnortado juego Aurora derruyó (aún más, si fuera posible) con inteligencia, disciplina y laboriosidad. Justo de lo adoleció que el cuadro de Mauricio Soria.

Para aprovechar los dos hombres demás, Soria apeló a una máxima de los manuales: "si el rival ataca solo con uno, es un despilfarro defender con cuatro". Sacó a Gerson García (lateral) para armar una línea de tres incluyendo a Santos Amador. Con Andrada adelantado, el equipo rojo asumió la forma de un 3-4-3 con las mismas deficiencias para generar juego (Zárate ni Cardozo incidían en la construcción) e iguales incapacidades para proveer suministro útil a los atacantes (un manejo vegetativo, sin virtudes colectivas para filtrar pases ni capacidades para profundizar). Pero, al prescindir de laterales, el diseño agregó un problema capital: perdió amplitud al perder presencia por afuera. Y si bien el fútbol fluyó con Andrada pegado a la banda derecha y Zárate sobre la izquierda, ambos sucumbieron ante el escalonamiento rival al no tener quien pase por afuera. Cerradas la bandas, y tentado por los faros que se erigían en el horizonte, Wilstermann se encomendó al pelotazo estéril. Todo un handicap para una marmórea defensa. La redundancia del pelotazo constituía furibunda denuncia de que el cuadro rojo (pese a la estridente exposición de recursos en su compulsiva política de compras) carecía de juego, que nada le funciona individual o colectivamente. Ni tenía a la fortuna de su lado: Andrada erró el penal que Mansilla hizo repetir, purgando una impertinente invasión tras la concreción primaria. Y, para peor, tras la imprudencia de Salinas (se hizo expulsar por una falta tonta) y el reequilibrio de las fuerzas, Wilstermann se suicidó colocando más atacantes (Gianakis Suárez por Zanotti), regalándose atrás. Un contragolpe propició la expulsión de Zenteno y el segundo gol gestado por Castellón e introducido en su valla, entre impotencia e infortunio, por Santos Amador. Fiesta para la facción celeste y honda decepción (mezclada con preocupación) en la mayoritaria masa roja.

Entradas populares