Amenazas de muerte por defender la libertad sexual en Marruecos

-Una fetua de un predicador apunta a un periodista por apoyar las relaciones extramatrimoniales
-Rabat quiere cerrar el debate descartando una reforma

Ignacio Cembrero
Madrid, El País

Son llamamientos demasiado frecuentes en otros países musulmanes, pero en Marruecos eran hasta ahora inexistentes. Abdalá Nahari, un conocido predicador de Oujda, en el este del país, colgó un vídeo en Youtube en el que pronuncia una fetua (edicto islámico) tachando al periodista Mokhtar Laghzioui de dayute, es decir, de cornudo u hombre sin celos si su esposa comete adulterio. Y el profeta Mahoma instó a sus fieles a “matar a los que carecen de celos”.

¿Por qué el “cornudo” debía ser asesinado? Laghzioui se había declarado días antes, en un debate en la televisión libanesa vía satélite Al Mayadine, favorable a la libertad sexual de las mujeres, incluidas las de su familia, es decir, a mantener relaciones sin estar casadas. Laghzioui es el director de Al Ahdat al Magrebia, el diario más visceralmente antiislamista de Marruecos.

“Será un verano caliente debido al debate sobre la libertad sexual (…)”, titulaba, en portada, Akhbar al Youm, otro rotativo de Casablanca, y lo está siendo en un país algo influido por los vientos liberales que soplan de Europa, pero en el que la llegada al Gobierno de los islamistas del Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD) ha dado alas a los más conservadores.

El debate lo inició, el 19 de junio, la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), una de las más potentes de la sociedad civil. Se pronunció por la abrogación del artículo 490 del código penal que estipula: “Serán castigados con una pena de cárcel de entre un mes y un año las personas de sexo opuesto que, no habiendo contraído matrimonio, mantengan entre ellas relaciones sexuales”. Otro artículo penaliza también, con más severidad, las relaciones homosexuales.

Las condenas por ese delito son más bien excepcionales, pero aún así hay que abolirlo, según Khadija Ryadi, presidenta de la AMDH. “Todos sabemos que las relaciones sexuales al margen del matrimonio son corrientes en Marruecos”, asegura. “El hecho de que todo esto se haga a escondidas favorece los abusos e infringe las libertades individuales”, añade.

El retraso en la edad media del matrimonio -29 años para las mujeres y 31 para los hombres- ha fomentado el sexo sin pasar por los abduls (notarios islámicos) que legalizan la unión. “Vivimos en una sociedad musulmana que tiene su propia cultura, sus creencias, sus convicciones y sus vetos”, explica Amal Chabach, la única mujer sexóloga en Marruecos. “Cada uno crece impregnado por todo ello”. “Y, cuando se hace adulto, opta por someterse, por deshacerse de ello o por intentar encontrar un equilibro entre ambas opciones, lo que hoy en día hacen ya muchos jóvenes”, concluye.
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“¿Cómo se llama el órgano sexual femenino en dialecto marroquí? Perdone. ¡No le oigo, dígalo en voz alta, por favor!”. Estas frases y otras similares, acompañadas por un decorado en el que hay bragas colgadas, pueden parecer atrevidas en Marruecos, más aún en estos tiempos de conservadurismo religioso.

Aún así, tres actrices las pronuncian desde hace unas semanas en el Teatro Aquarium, en el barrio popular de Akkari (Rabat), gracias al apoyo del Instituto Francés. Bautizada Dialy, la obra es, en realidad, una adaptación al dariya (árabe dialectal marroquí), subtitulada en francés, de los Monólogos de la vagina de la norteamericana Eve Ensler.

Para elaborarla, Maha Sano, la autora de la adaptación, y Naima Zitane, la directora de la compañía, se han reunido durante siete meses con 150 mujeres de diversas clases sociales para preguntarles sobre su vida íntima. “Nos hemos reído a carcajadas”, asegura Naima Zitan. “Pero también hemos llorado al compartir los recuerdos de algunas de ellas, las que superaron una violación”.

De este laboratorio femenino ha salido una obra que narra “los desengaños y las alegrías de estas mujeres en un lenguaje sin rigideces ni pudor innecesario por actrices dispuestas a llamar un coño un coño”, afirma el semanario Tel Quel de Casablanca.

“(….) apropiándose de lo que es suyo, de su vagina, lanzan una embestida contra el majzen (la corte), cuyo arsenal jurídico incluye el artículo 490 del código penal, que estipula una pena de cárcel (…) para cualquier relación sexual al margen del matrimonio”, constata satisfecho el escritor marroquí Abdelilá Bouasria.

El periodista Laghzioui respaldó a la AMDH en el debate televisivo, el predicador lanzó su anatema y se desató la gran polémica que ha llegado al Parlamento. El periódico de Laghzioui puso una denuncia contra el propagandista radical ante la fiscalía de Oujda que le convocó para interrogarle sobre unas declaraciones “susceptibles de, a través de las prédicas, provocar actos criminales e incitar a la violencia”, según reza el comunicado que emitió.

El ministerio fiscal no ha inculpado ni detenido a Nahari, aunque le interrogó los tres primeros días de julio y le ha prohibido viajar al extranjero, según Nuredin Aboubaker, el letrado del predicador que es además concejal del islamista PJD en Oujda. Su cliente negó haber instado a matar al director de Al Ahdat al Magrebia. Habría una segunda razón para procesar a Nahari, pronunciar fetuas sin estar autorizado, pero la fiscalía no la tomó en consideración.

El predicador cosechó de inmediato una salva de apoyos. Los tres líderes del salafismo, Hassan Kettani, Omar Hadouchi y Abu Hafs, se solidarizaron con él a través de sus páginas en Facebook. “La arrogancia de los laicos es intolerable”, escribió Kettani. “Un cornudo declara a los cuatro vientos que está dispuesto a dejar pecar a su familia, un jeque [predicador] le denuncia y es este último el que corre el riesgo de ser encarcelados”, se indigna.

Los tres salafistas fueron condenados en 2003 a largos años de cárcel por inspirar con sus pronunciamientos los atentados que, en mayo de ese año, ensangrentaron Casablanca y causaron 45 muertos, pero el rey Mohamed VI les indultó en febrero pasado. Cuatro meses después Omar Hadouchi cruzó la frontera española para predicar un viernes en la mezquita de Al Tauba, en Ceuta.

A la solidaridad de los líderes salafistas se añadió la de los piratas informáticos que atacaron las webs del diario Al Ahdat al Magrebia y de la televisión pública 2 M. Al periodista Laghzioui solo le apoyaron sus colegas, que organizaron varias sentadas callejeras de rechazo al vídeo de Abdalá Nahari.

El grupo socialista en la Cámara de Representantes preguntó el lunes al ministro de Justicia, el islamista Mustafá Ramid, si preveía modificar la ley para que el sexo sin matrimonio dejase de ser un delito. “No aceptamos la despenalización de las relaciones sexuales consentidas fuera del matrimonio porque constituyen una perversión que atenta contra los principios del orden público de Marruecos, uno de cuyos pilares es la religión”, respondió.

De paso, Ramid reiteró también su negativa a despenalizar el aborto. El ministro, que fue hace nueve años el abogado de varios de los salafistas que ahora secundan al predicador de Oujda, prometió, eso sí, reforzar la legislación contra el acoso sexual.

La negativa de Ramid está en línea con aquello que repitió el líder de su partido y actual jefe del Gobierno, Abdelilá Benkiran, durante la campaña electoral de noviembre pasado: “La libertad sexual es nefasta para nuestra identidad. Las personas que la defienden y que dicen ser laicas solo quieren corromper a los que tienen fe. Cuando sea elegido me opondré a ello con la ayuda de Dios”.

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