Paraguay teme eventuales sanciones de sus socios latinoamericanos
Mercosur suspende al país sudamericano del derecho de acudir a la próxima cita
Francisco Peregil
Buenos Aires, El País
Conforme van pasando las horas desde que el Congreso de Paraguay destituyó de la presidencia del país a Fernando Lugo, el antiguo obispo va endureciendo su discurso. La noche del viernes, cuando más tensos estaban los ánimos en las calles Asunción, Lugo hizo un firme llamamiento a la paz. Denunció, eso sí, que “la historia paraguaya” acababa de ser “herida profundamente”, que se habían “transgredido todos los principios de manera cobarde, de manera alevosa”, y la ley había sido “torcida”. Pero se cuidó mucho de ir más allá. En la noche del sábado, sin embargo, declaró en una improvisada conferencia de prensa en plena calle que “hubo un golpe de Estado parlamentario” en Paraguay. Se sumaba así a los mandatarios de Argentina, Ecuador y Venezuela, quienes habían utilizado horas antes la misma expresión.
Lugo anunció también que había sido invitado a una cumbre de urgencia de los países de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) el próximo miércoles en Lima y que asistiría también a la cumbre del Mercado Común del Sur (Mercosur) que se celebrará este viernes en la ciudad Argentina de Mendoza. En esas dos citas se dirimirá algo tan importante como las posibles sanciones comerciales o diplomáticos que puedan adoptar los países latinoamericanos contra Paraguay. De momento, Brasil y Uruguay llamaron a consulta a sus embajadores en Asunción mientras la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, ordenó la retirada de su embajador. Estos tres países, junto a los asociados que completan Mercosur, resolvieron ayer suspender el derecho de Paraguay a asistir a la cumbre en Mendoza, aunque el nuevo presidente, Federico Franco, ya había adelantado que no creía prudente acudir.
Vicepresidente bajo el Gobierno de Lugo y ahora máxima autoridad del país, Franco se dirigió a Cristina Fernández a través de una entrevista publicada ayer en Clarín: “Quiero decirle a la presidenta de la Argentina que acá en mi país hubo un cambio de guardia en forma absolutamente normal, constitucional, ajustada a las leyes. Y que el vicepresidente tiene la función de reemplazar o sustituir en casos como el que se presenta. El Congreso tomó la decisión, se hizo en forma abierta, en forma pública, transmitido por todos los medios. No hubo un solo contuso, un solo golpeado. Las calles están abiertas, libres, permeables. La Iglesia se ha pronunciado en sentido favorable, lo mismo que los medios paraguayos”. En cuanto a las posibles sanciones, señaló: “Se puede castigar a una persona, pero no es justo castigar a 6,2 millones y al país más pobre de la región”.
Franco ha reiterado su intención de mantenerse en el sillón presidencial hasta que el candidato que salga elegido en los comicios del 21 de abril de 2013 jure el cargo en agosto del mismo año. Todas las encuestas vaticinan que el próximo presidente será alguien del Partido Colorado. La mejor opción de alcanzar la presidencia que tenía este médico de 49 años, miembro del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), era aliarse con sus eternos rivales colorados y destituir a Lugo. A partir de ahora y si no cede ante la presión internacional, Franco será presidente de Paraguay durante 14 meses.
Su tarea primordial ahora será evitar las sanciones de los países vecinos. En una entrevista concedida ayer al diario paraguayo Última Hora, Franco intentó vincular a Lugo con el castigo que el nuevo Gobierno podría sufrir entre sus socios latinoamericanos: “Hay una posibilidad de que Paraguay pueda ser sancionado, y el presidente puede revertir esto, solamente él, no hay otra persona”.
Lugo, por su parte, piensa ya en postularse como candidato al Senado para las próximas elecciones. Pero a diferencia de Hugo Chávez, Cristina Fernández o Evo Morales, el antiguo obispo nunca dispuso de una masa electoral decisiva a sus espaldas. Tan solo contaba con una alianza de partidos demasiado heterogénea. Y en sus cuatro años como presidente no logró cohesionar a la izquierda. Cuando se vio acorralado por la oposición tras la matanza de seis policías y 11 campesinos en una finca de Curuguaty, a Lugo solo se le ocurrió destituir a su ministro del Interior, Carlos Frizzola, y colocar en su puesto al colorado Rubén Candia, antiguo fiscal famoso por su política represiva contra los campesinos sin tierra. Con ese gesto provocó tanto la ira entre los liberales como la decepción entre los militantes de izquierda.
Francisco Peregil
Buenos Aires, El País
Conforme van pasando las horas desde que el Congreso de Paraguay destituyó de la presidencia del país a Fernando Lugo, el antiguo obispo va endureciendo su discurso. La noche del viernes, cuando más tensos estaban los ánimos en las calles Asunción, Lugo hizo un firme llamamiento a la paz. Denunció, eso sí, que “la historia paraguaya” acababa de ser “herida profundamente”, que se habían “transgredido todos los principios de manera cobarde, de manera alevosa”, y la ley había sido “torcida”. Pero se cuidó mucho de ir más allá. En la noche del sábado, sin embargo, declaró en una improvisada conferencia de prensa en plena calle que “hubo un golpe de Estado parlamentario” en Paraguay. Se sumaba así a los mandatarios de Argentina, Ecuador y Venezuela, quienes habían utilizado horas antes la misma expresión.
Lugo anunció también que había sido invitado a una cumbre de urgencia de los países de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) el próximo miércoles en Lima y que asistiría también a la cumbre del Mercado Común del Sur (Mercosur) que se celebrará este viernes en la ciudad Argentina de Mendoza. En esas dos citas se dirimirá algo tan importante como las posibles sanciones comerciales o diplomáticos que puedan adoptar los países latinoamericanos contra Paraguay. De momento, Brasil y Uruguay llamaron a consulta a sus embajadores en Asunción mientras la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, ordenó la retirada de su embajador. Estos tres países, junto a los asociados que completan Mercosur, resolvieron ayer suspender el derecho de Paraguay a asistir a la cumbre en Mendoza, aunque el nuevo presidente, Federico Franco, ya había adelantado que no creía prudente acudir.
Vicepresidente bajo el Gobierno de Lugo y ahora máxima autoridad del país, Franco se dirigió a Cristina Fernández a través de una entrevista publicada ayer en Clarín: “Quiero decirle a la presidenta de la Argentina que acá en mi país hubo un cambio de guardia en forma absolutamente normal, constitucional, ajustada a las leyes. Y que el vicepresidente tiene la función de reemplazar o sustituir en casos como el que se presenta. El Congreso tomó la decisión, se hizo en forma abierta, en forma pública, transmitido por todos los medios. No hubo un solo contuso, un solo golpeado. Las calles están abiertas, libres, permeables. La Iglesia se ha pronunciado en sentido favorable, lo mismo que los medios paraguayos”. En cuanto a las posibles sanciones, señaló: “Se puede castigar a una persona, pero no es justo castigar a 6,2 millones y al país más pobre de la región”.
Franco ha reiterado su intención de mantenerse en el sillón presidencial hasta que el candidato que salga elegido en los comicios del 21 de abril de 2013 jure el cargo en agosto del mismo año. Todas las encuestas vaticinan que el próximo presidente será alguien del Partido Colorado. La mejor opción de alcanzar la presidencia que tenía este médico de 49 años, miembro del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), era aliarse con sus eternos rivales colorados y destituir a Lugo. A partir de ahora y si no cede ante la presión internacional, Franco será presidente de Paraguay durante 14 meses.
Su tarea primordial ahora será evitar las sanciones de los países vecinos. En una entrevista concedida ayer al diario paraguayo Última Hora, Franco intentó vincular a Lugo con el castigo que el nuevo Gobierno podría sufrir entre sus socios latinoamericanos: “Hay una posibilidad de que Paraguay pueda ser sancionado, y el presidente puede revertir esto, solamente él, no hay otra persona”.
Lugo, por su parte, piensa ya en postularse como candidato al Senado para las próximas elecciones. Pero a diferencia de Hugo Chávez, Cristina Fernández o Evo Morales, el antiguo obispo nunca dispuso de una masa electoral decisiva a sus espaldas. Tan solo contaba con una alianza de partidos demasiado heterogénea. Y en sus cuatro años como presidente no logró cohesionar a la izquierda. Cuando se vio acorralado por la oposición tras la matanza de seis policías y 11 campesinos en una finca de Curuguaty, a Lugo solo se le ocurrió destituir a su ministro del Interior, Carlos Frizzola, y colocar en su puesto al colorado Rubén Candia, antiguo fiscal famoso por su política represiva contra los campesinos sin tierra. Con ese gesto provocó tanto la ira entre los liberales como la decepción entre los militantes de izquierda.