Las cacerolas vuelven a sonar en algunos barrios de Buenos Aires
Partidarios del Gobierno atribuyen las protestas a la restricción a la compra de dólares
Francisco Peregil
Buenos Aires, El País
Por segunda noche consecutiva las cacerolas han vuelto a oírse en algunos barrios de Buenos Aires como Recoleta, Barrio Norte y Belgrano, tres de los de mayor poder adquisitivo de la capital argentina. En las redes sociales donde inicialmente se convocó la protesta también sonaron alto las cacerolas. Si la noche del jueves la etiqueta #cacerolazo ocupó el primer puesto entre todas las tendencias de Twitter en Argentina, el viernes han sido los críticos de la protestas quienes se han adueñado de los primeros puestos con la palabra #caceroludo, unión de cacerola y boludo (tonto).
Los cibernautas partidarios del Gobierno criticaban las auténticas motivaciones de la protesta. Aunque la convocatoria se había organizado contra la política del Gobierno de Cristina Fernández y se aludía a la inseguridad, a la corrupción y a las restricciones para comprar dólares, entre numerosos partidarios del Gobierno se acusaba a quienes protestaban de estar motivados únicamente por la última razón: las restricciones que ha impuesto el Gobierno para comprar dólares y sacarlos del país. "En 2001 Argentina pedía trabajo, comida, dignidad. Hoy piden poder comprar más dolares y evadir impuestos", se leía en un tuit. También denunciaban la agresión a un equipo de reporteros de la televisión pública por parte de varios manifestantes.
El Gobierno de Argentina necesita mantener un superávit comercial de 10.000 millones de dólares para no verse obligado a recurrir a los préstamos del exterior. Para ello es vital mantener el mayor número posible de dólares dentro del país. Una forma de conseguirlo es ejerciendo un férreo control sobre las importaciones, tal y como el Gobierno viene haciendo desde hace meses. Y otra forma es restringiendo la compra de dólares y la salida al exterior de la divisa. El Gobierno está empleando perros especialmente adiestrados en detectar billetes que registran los maleteros de los coches en la aduana.
No obstante, entre las razones que circularon en las redes sociales para hacer sonar las cacerolas, la cuestión del dólar era solo una más: "Basta de cepo al dólar. Basta de Ciccones [la compañía de impresión de billetes cuya investigación judicial afecta al vicepresidente del Gobierno, Amado Boudou, por supuesto tráfico de influencia]. Basta de violencia verbal. Basta de expropiaciones. Basta de patoterismos [matonismos]. Basta de impunidad. Basta de autoritarismo. Basta de no diálogo. Basta de inseguridad. Basta de corrupción", se podía leer en numerosas páginas de Facebook.
Francisco Peregil
Buenos Aires, El País
Por segunda noche consecutiva las cacerolas han vuelto a oírse en algunos barrios de Buenos Aires como Recoleta, Barrio Norte y Belgrano, tres de los de mayor poder adquisitivo de la capital argentina. En las redes sociales donde inicialmente se convocó la protesta también sonaron alto las cacerolas. Si la noche del jueves la etiqueta #cacerolazo ocupó el primer puesto entre todas las tendencias de Twitter en Argentina, el viernes han sido los críticos de la protestas quienes se han adueñado de los primeros puestos con la palabra #caceroludo, unión de cacerola y boludo (tonto).
Los cibernautas partidarios del Gobierno criticaban las auténticas motivaciones de la protesta. Aunque la convocatoria se había organizado contra la política del Gobierno de Cristina Fernández y se aludía a la inseguridad, a la corrupción y a las restricciones para comprar dólares, entre numerosos partidarios del Gobierno se acusaba a quienes protestaban de estar motivados únicamente por la última razón: las restricciones que ha impuesto el Gobierno para comprar dólares y sacarlos del país. "En 2001 Argentina pedía trabajo, comida, dignidad. Hoy piden poder comprar más dolares y evadir impuestos", se leía en un tuit. También denunciaban la agresión a un equipo de reporteros de la televisión pública por parte de varios manifestantes.
El Gobierno de Argentina necesita mantener un superávit comercial de 10.000 millones de dólares para no verse obligado a recurrir a los préstamos del exterior. Para ello es vital mantener el mayor número posible de dólares dentro del país. Una forma de conseguirlo es ejerciendo un férreo control sobre las importaciones, tal y como el Gobierno viene haciendo desde hace meses. Y otra forma es restringiendo la compra de dólares y la salida al exterior de la divisa. El Gobierno está empleando perros especialmente adiestrados en detectar billetes que registran los maleteros de los coches en la aduana.
No obstante, entre las razones que circularon en las redes sociales para hacer sonar las cacerolas, la cuestión del dólar era solo una más: "Basta de cepo al dólar. Basta de Ciccones [la compañía de impresión de billetes cuya investigación judicial afecta al vicepresidente del Gobierno, Amado Boudou, por supuesto tráfico de influencia]. Basta de violencia verbal. Basta de expropiaciones. Basta de patoterismos [matonismos]. Basta de impunidad. Basta de autoritarismo. Basta de no diálogo. Basta de inseguridad. Basta de corrupción", se podía leer en numerosas páginas de Facebook.