La guerra contra el ‘narco’ se convierte en la gran ausente de la campaña electoral mexicana
Ninguno de los tres candidatos a la presidencia de México ofrece estrategias contra la violencia
Luis Prados
México, El País
Más de 55.000 muertos, más de 5.000 desaparecidos, más de 8.000 cadáveres sin identificar. Cuerpos decapitados en las calles, descuartizados en bolsas de basura, colgados de los puentes. Amplios territorios de Tamaulipas, Nuevo León, Veracruz, Michoacán, Sinaloa… convertidos en zonas de guerra por los señores de la droga. Asesinatos de mujeres, tráfico de inmigrantes, secuestros, extorsión, robo de órganos, robo de vehículos, fosas comunes… Más periodistas asesinados que en la guerra de Irak, que en Libia o en Siria. La violencia asociada al narcotráfico ha sido la imagen internacional de México durante el sexenio del presidente Felipe Calderón y la inseguridad la principal preocupación de los mexicanos. Sin embargo, ha sido la gran ausente de esta campaña electoral. Ninguno de los candidatos a sucederle tras las elecciones del domingo ha ofrecido una nueva estrategia para acabar con un conflicto que no solo desangra sino que distorsiona toda la vida del país.
Ni Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), ni Josefina Vázquez Mota, del Partido Acción Nacional (PAN) ni Andrés Manuel López Obrador (izquierda) mencionaron la tragedia de las víctimas en los dos debates televisados y han pasado de puntillas sobre el problema en los mítines, limitándose a reiterar medidas ya aplicadas sin apenas éxito por el Gobierno de Calderón. Es decir, mejor información de inteligencia, más policías fiables, más programas sociales de prevención y la promesa de un pronto regreso de los militares a los cuarteles, al que solo López Obrador ha puesto un plazo de seis meses.
Alejandro Hope, experto en seguridad del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMC), explica las razones de esta ausencia: “Vázquez Mota no quería que le recordasen los miles de muertos habidos durante el Gobierno de su partido; el PRI gobierna en los Estados más violentos y la izquierda ve la inseguridad como un subproducto de la pobreza y la desigualdad”.
Calderón justificó la guerra para evitar que México se convirtiera en un narco-Estado, pero seis años después la situación está fuera de control en varios lugares del país. Sin embargo, argumenta Hope, “el presidente ha ganado el debate sobre seguridad. No hay nuevas estrategias, tan solo un cambio sutil en el discurso de los candidatos: ya no se plantean destruir los carteles sino tan solo reducir la violencia, lo que preocupa a los sectores más duros de EE UU”.
Peña Nieto ha avanzado en este terreno un poco más que sus rivales anunciando la creación de una gendarmería con 40.000 agentes, inspirada en la Guardia Civil española, y el fichaje como asesor del general colombiano Óscar Naranjo, el hombre que detuvo al capo de Medellín, Pablo Escobar. La primera iniciativa entraña la dificultad de que la generación de policías inmunes a la corrupción es un proceso muy lento. El número de policías federales, por ejemplo, se multiplicó por siete en este sexenio pero aún son solo poco más de 36.000 para una población de 112 millones. Además, los resultados no han sido siempre positivos. El lunes, una balacera entre policías federales causó el pánico a la hora del desayuno en el aeropuerto internacional de Ciudad de México. Tres agentes murieron cuando trataron de detener a otros compañeros dedicados al narcotráfico.
La contribución de Naranjo apunta al modelo colombiano de lucha contra los carteles, en donde fue decisiva la financiación y participación de EE UU. Desde 2006 Washington ha destinado 1.000 millones de dólares en ayuda a México en materia de seguridad dentro del Plan Mérida y la presencia de agentes de la CIA y de la DEA (la agencia antidrogas estadounidense) en territorio mexicano se ha incrementado bajo el actual Gobierno. Peña Nieto se ha manifestado a favor de ampliar el Plan Mérida.
El candidato del PRI también ha insistido en México y en EE UU en que continuará la lucha contra el crimen organizado y reiterado que su partido jamás pactará con los carteles como le acusan sus adversarios políticos. Tanto Hope como Eduardo Guerrero, investigador experto en narcoviolencia, desprecian la posibilidad de tal acuerdo "por la atomización de los grupos delictivos, la rivalidad entre ellos, y la multiplicación de agencias estatales involucradas".
Los carteles tampoco han hecho campaña. Como explica Guerrero, “solo les preocupan las elecciones a nivel local”. “Secuestran o asesinan a candidatos a alcaldes pero no entran a financiar campañas. Solo La Familia Michoacana y los Caballeros Templarios tienen objetivos políticos”, precisa.
La campaña termina pero la violencia no acaba. El número de asesinatos relacionados con el crimen organizado ha crecido un 16% en el primer cuatrimestre de este año sobre el último cuatrimestre de 2011, según datos de este experto. Más de 5.000 muertos que añadir al drama de México.
Luis Prados
México, El País
Más de 55.000 muertos, más de 5.000 desaparecidos, más de 8.000 cadáveres sin identificar. Cuerpos decapitados en las calles, descuartizados en bolsas de basura, colgados de los puentes. Amplios territorios de Tamaulipas, Nuevo León, Veracruz, Michoacán, Sinaloa… convertidos en zonas de guerra por los señores de la droga. Asesinatos de mujeres, tráfico de inmigrantes, secuestros, extorsión, robo de órganos, robo de vehículos, fosas comunes… Más periodistas asesinados que en la guerra de Irak, que en Libia o en Siria. La violencia asociada al narcotráfico ha sido la imagen internacional de México durante el sexenio del presidente Felipe Calderón y la inseguridad la principal preocupación de los mexicanos. Sin embargo, ha sido la gran ausente de esta campaña electoral. Ninguno de los candidatos a sucederle tras las elecciones del domingo ha ofrecido una nueva estrategia para acabar con un conflicto que no solo desangra sino que distorsiona toda la vida del país.
Ni Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), ni Josefina Vázquez Mota, del Partido Acción Nacional (PAN) ni Andrés Manuel López Obrador (izquierda) mencionaron la tragedia de las víctimas en los dos debates televisados y han pasado de puntillas sobre el problema en los mítines, limitándose a reiterar medidas ya aplicadas sin apenas éxito por el Gobierno de Calderón. Es decir, mejor información de inteligencia, más policías fiables, más programas sociales de prevención y la promesa de un pronto regreso de los militares a los cuarteles, al que solo López Obrador ha puesto un plazo de seis meses.
Alejandro Hope, experto en seguridad del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMC), explica las razones de esta ausencia: “Vázquez Mota no quería que le recordasen los miles de muertos habidos durante el Gobierno de su partido; el PRI gobierna en los Estados más violentos y la izquierda ve la inseguridad como un subproducto de la pobreza y la desigualdad”.
Calderón justificó la guerra para evitar que México se convirtiera en un narco-Estado, pero seis años después la situación está fuera de control en varios lugares del país. Sin embargo, argumenta Hope, “el presidente ha ganado el debate sobre seguridad. No hay nuevas estrategias, tan solo un cambio sutil en el discurso de los candidatos: ya no se plantean destruir los carteles sino tan solo reducir la violencia, lo que preocupa a los sectores más duros de EE UU”.
Peña Nieto ha avanzado en este terreno un poco más que sus rivales anunciando la creación de una gendarmería con 40.000 agentes, inspirada en la Guardia Civil española, y el fichaje como asesor del general colombiano Óscar Naranjo, el hombre que detuvo al capo de Medellín, Pablo Escobar. La primera iniciativa entraña la dificultad de que la generación de policías inmunes a la corrupción es un proceso muy lento. El número de policías federales, por ejemplo, se multiplicó por siete en este sexenio pero aún son solo poco más de 36.000 para una población de 112 millones. Además, los resultados no han sido siempre positivos. El lunes, una balacera entre policías federales causó el pánico a la hora del desayuno en el aeropuerto internacional de Ciudad de México. Tres agentes murieron cuando trataron de detener a otros compañeros dedicados al narcotráfico.
La contribución de Naranjo apunta al modelo colombiano de lucha contra los carteles, en donde fue decisiva la financiación y participación de EE UU. Desde 2006 Washington ha destinado 1.000 millones de dólares en ayuda a México en materia de seguridad dentro del Plan Mérida y la presencia de agentes de la CIA y de la DEA (la agencia antidrogas estadounidense) en territorio mexicano se ha incrementado bajo el actual Gobierno. Peña Nieto se ha manifestado a favor de ampliar el Plan Mérida.
El candidato del PRI también ha insistido en México y en EE UU en que continuará la lucha contra el crimen organizado y reiterado que su partido jamás pactará con los carteles como le acusan sus adversarios políticos. Tanto Hope como Eduardo Guerrero, investigador experto en narcoviolencia, desprecian la posibilidad de tal acuerdo "por la atomización de los grupos delictivos, la rivalidad entre ellos, y la multiplicación de agencias estatales involucradas".
Los carteles tampoco han hecho campaña. Como explica Guerrero, “solo les preocupan las elecciones a nivel local”. “Secuestran o asesinan a candidatos a alcaldes pero no entran a financiar campañas. Solo La Familia Michoacana y los Caballeros Templarios tienen objetivos políticos”, precisa.
La campaña termina pero la violencia no acaba. El número de asesinatos relacionados con el crimen organizado ha crecido un 16% en el primer cuatrimestre de este año sobre el último cuatrimestre de 2011, según datos de este experto. Más de 5.000 muertos que añadir al drama de México.