La brutal violación que puso a marchar a Colombia
Colombia, BBC
Miles de mujeres se reunirán este domingo en el Parque Nacional de Bogotá para gritar "¡Nunca más!" en el mismo lugar donde Rosa Elvira Cely gritó pidiendo ayuda sin que nadie la escuchara.
Cely, de 35 años, fue brutalmente violada y golpeada en la madrugada del jueves 24 de mayo, y luego abandonada a la orilla del riachuelo que pasa por el parque. Y los detalles del caso -el ensañamiento de sus violadores; el tiempo que tardaron los servicios de emergencia, alertados por una llamada de la misma Cely, en encontrarla; la decisión de no trasladarla al hospital más cercano- parecen haber generado una oleada de indignación sin precedentes en un país que, sin embargo, no es ajeno a este tipo de casos.Cuatro días después falleció en un hospital capitalino, sus entrañas destrozadas por la rama de árbol que sus atacantes emplearon para penetrarla.
"En Tumaco, que es una región en el Pacífico colombiano, en este momento el empalamiento lo utilizan los paramilitares; ha sido una práctica utilizada por los paramilitares en muchas regiones del país", le dijo a BBC Mundo la directora de la ONG Casa de la Mujer, Olga Amparo Sánchez.
"En lo cotidiano hay otros casos tan aberrantes como éste, mujeres a las que las descuartizan y las dejan tiradas en el campo o las tiran al río".
"El horroroso crimen cometido contra Rosa Elvira es como el resumen de los múltiples crímenes que se cometen en este país contra las mujeres", agregó.
"Nunca ocurre nada"
Hay, sin embargo, una importante diferencia que podría terminar haciendo la diferencia.
Un problema cotidiano
Según el Instituto Colombiano de Medicina Legal, 1.215 mujeres fueron asesinadas en Colombia durante 2011: un poco más de tres al día.
Y, en lo que va de este año, las muertes violentas de mujeres ya suman 491, de las cuales al menos tres corresponden a casos de violaciones brutales comparables con la de Rosa Elvira Cely.
En 2011, Medicina Legal también realizó 17.000 exámenes por presunto abuso sexual a mujeres, para un promedio de 46,5 al día.
La verdadera dimensión de la violencia sexual, sin embargo, es probablemente mayor, ya que muchos casos nunca llegan a conocimiento de las autoridades.
""Lo que pasa en la capital tiene mayor impacto que lo que pasa en un pequeño pueblo de este país", explicó Sánchez.
"Y el horrorosos crimen de Rosa Elvira tiene que abrir en este país una discusión muy seria sobre si la sociedad colombiana está interesada en proteger la vida de las mujeres, a considerarla sujetos de derecho", le dijo a BBC Mundo.
El plantón del domingo en el Parque Nacional, que está supuesto a repetirse en otras ciudades del país, es, en ese sentido, un primer paso.
Pero el reto para las organizaciones de mujeres, y en general para la sociedad colombiana, es lograr que la actual indignación no se desvanezca antes de haber conseguido cambios importantes. Y Colombia es un país que a menudo parece saltar de indignación a indignación sin encontrar el tiempo para apuntalar un proceso sostenible de cambio.
"La gente se indigna pero nunca ocurre nada", reconoció Sánchez.
"Por ejemplo, cuando el entrenador de la selección Colombia (de fútbol), el "Bolillo’, golpeó a una mujer hubo también un gran repudio, el presidente se pronunció, la consejera para la mujer se pronunció, la sociedad también, y las cosas no cambiaron", dijo la directora de la Casa de la Mujer.
"Hace unos cuatro o cinco años una mujer de la alta sociedad de Barranquilla fue golpeada brutalmente por su compañero, hubo repudio, empezó un proceso jurídico, pero la presión de ambas familias fue tan grande que la señora terminó volviendo a vivir con él", recordó.
Los cambios necesarios
Por lo pronto, las autoridades bogotanas reaccionaron al caso de Rosa Elvira Cely anunciando la creación de una nueva "Unidad de Respuesta Inmediata" de la policía y la fiscalía, que se encargará de atender las denuncias de grupos vulnerables.
Indignación como motor de cambio
Que la indignación puede ser el motor de cambios importantes lo comprueba el caso de Cari Lightner, quien murió a los 13 años de edad luego de ser atropellada por un conductor en estado de ebriedad que ya había sido condenado varias veces por manejar borracho.
Fue su muerte en esas circunstancias la que llevó a su madre, Candance "Candy" Lightner, a fundar la organización "Madres contra los conductores borrachos" (MADD, por sus siglas en inglés) en 1980.
Y MADD resultó instrumental para la transformación de las actitudes sobre el problema de la conducción en estado de ebriedad en Estados Unidos, logrando elevar la edad legal para consumir alcohol en EE.UU. a 21 años y consiguiendo la aprobación de más de 500 leyes federales y estatales que endurecieron las penas en contra de conductores borrachos.
El alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, prometió además una restructuración del número de emergencia (123) para garantizar una respuesta más efectiva a las solicitudes de ayuda.
Y en un país marcado por la impunidad, en el que las mujeres víctimas de la violencia sexual pocas veces ven hacerse justicia, fue el propio presidente Juan Manuel Santos el que se encargó de anunciar el arresto de uno de dos sospechosos de la violación de Cely el viernes.
Para Sánchez, sin embargo, los cambios necesarios tienen que ser mucho más profundos.
"Se han generado nuevas formas de violencia en contra de las mujeres que, a nuestra manera de ver, tienen que ver con los mayores niveles de autonomía y libertad (que éstas han conseguido)", dijo Sánchez, poniendo como ejemplo el aumento en el número de ataques con ácido.
Y, para Sánchez, esa violencia el resultado de una cultura en la que se asume que el cuerpo de las mujeres "es un cuerpo que se puede coger, tomar, violar, porque los varones tienen poder y derechos sobre ese cuerpo".
En ese contexto, para la directora de la Casa de la Mujer los cambios necesarios deben incluir también al sistema educativo y a unos medios de comunicación "que necesitan cuestionarse como a través de pautas publicitarias y el manejo de la noticia contribuyen a ese simbólico de que el cuerpo de las mujeres es un objeto que se toma, se deja, se bota y se usa".
Y para lograr un cambio se requiere también de sanciones efectivas, tanto a nivel social como dentro de un sistema de justicia que acostumbra tratar los delitos en contra de las mujeres como "delitos de segunda clase".
"Nosotros vamos a seguir luchando porque eso sea así, porque la esperanza es lo ultimo que se pierde", dijo Sánchez.
"De hecho, no podemos seguir diciendo que lo que se necesita es que las mujeres denuncien, porque las mujeres están denunciando, y la denuncia le significa a veces a las mujeres la vida".
"Estamos de luto, pero nuestro luto no significa silencio", concluyó.
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