Juan Luis Guerra llega a sus 55 años en la cúspide de la popularidad
Música
Juan Luis Guerra cumplió el jueves 55 años encaramado en una popularidad que le sitúa, sin dudas, como el más internacional de los artistas dominicanos a golpe de candentes y seductores ritmos populares aderezados en los últimos años con temas salidos de su fe cristiana.
Este larguirucho soñador que un día dejó los estudios universitarios de filosofía para seguir su pasión por la música y que ha sabido llevar con éxito el merengue y la bachata a lugares como Japón y Australia ha logrado conquistar a medio mundo.
En 1984 con la salida de su primer álbum, “Soplando”, no era fácil vaticinar que este tímido cantautor al frente de su grupo 4-40 alcanzaría la dimensión mundial de la que hoy goza por lo ‘raro’ que se hacía escuchar merengue mezclado con el jazz que Guerra estudió muy bien en el Berklee College of Music de Boston, en Estados Unidos.
Eran los tiempos del “boom” del merengue, del refinamiento del ritmo a través de jóvenes maestros como Manuel Tejada, quien le produjo un disco de antología al cantante Alex Bueno capaz de competir de “tú a tú” con Fernando Villalona, “El Mayimbe”, el merenguero dominicano más carismático de la historia.
Pero Juan Luis Guerra supo enganchar con el gusto popular con ese estilo suave y diferente que dio un giro más comercial con su segunda producción, “Mudanza y acarreo” (1985) y después con “Mientras más lo pienso… tu” (1986), que definitivamente marcaron el surgimiento de un artista de muchos quilates.
La consagración le llegó a Juan Luis con la emblemática “Ojalá que llueva café” (1990) y especialmente con “Bachata rosa” (1991), que el propio intérprete cree que ha sido su ‘marca de fábrica’.
“En la etapa creadora de los artistas se toma una obra como la más completa (…) quién podría decir que haya una producción más acabada dentro de la magnífica música de Joan Manuel Serrat que ‘Mediterráneo’”, dijo Guerra la noche que presentó en 2007, su penúltimo álbum “La llave de mi corazón”.
De seguro que esa apreciación es compartida por muchos de los seguidores del “maestro” -como le llaman consagrados artistas como Juanes, Enrique Iglesias o Miguel Bosé-, pues ese disco contiene algunas de sus más afamadas creaciones: “La bilirrubina”, “Burbujas de amor”, “Estrellitas y duendes”, “Como abeja al panal”, “Bachata rosa”…
Después de 28 años establecido como una estrella de la música latinoamericana, con premios y reconocimientos por doquier y vendido millones de discos, Juan Luis Guerra sigue siendo un hombre de bajo perfil al que en pocas ocasiones se le ve en lugares públicos.
Su vida gira en torno a su devoción hacia Jesucristo, al que agradece constantemente el “don” que le ha dado, y el haberlo rescatado de momentos críticos que le apartaron de la música y de los escenarios.
Guerra ha sabido mantener un equilibrio entre su producción secular y la de alabanza dedicando a Dios las entregas “Para ti” (2005) y la más reciente “Colección cristiana”, de febrero pasado, en el que destaca el corte “En el cielo no hay hospital”.
“Siempre he dicho que las canciones no cambian las cosas, las cosas las cambian los hombres que escuchan las canciones“, opinó recientemente Guerra sobre su manera de interpretar los problemas sociales que su voz ha denunciado en varias ocasiones.
El autor, quien también ha alcanzado fama por sus baladas, tiene en la “Fundación Juan Luis Guerra” un vehículo para asistir a los necesitados en República Dominicana y que sirvió de plataforma para el concierto “Un canto de esperanza por Haití”, en favor de los afectados por el terremoto de 2010 que azotó esa nación.
El cantante y compositor se prepara estos días para presentar en Santo Domingo el concierto de su gira mundial “AsondeGuerra”, que desde el año pasado pasea por tres continentes.
Y como deseo recientemente desveló un anhelo de lujo: quiere grabar una bachata con Paul McCartney.
Juan Luis Guerra cumplió el jueves 55 años encaramado en una popularidad que le sitúa, sin dudas, como el más internacional de los artistas dominicanos a golpe de candentes y seductores ritmos populares aderezados en los últimos años con temas salidos de su fe cristiana.
Este larguirucho soñador que un día dejó los estudios universitarios de filosofía para seguir su pasión por la música y que ha sabido llevar con éxito el merengue y la bachata a lugares como Japón y Australia ha logrado conquistar a medio mundo.
En 1984 con la salida de su primer álbum, “Soplando”, no era fácil vaticinar que este tímido cantautor al frente de su grupo 4-40 alcanzaría la dimensión mundial de la que hoy goza por lo ‘raro’ que se hacía escuchar merengue mezclado con el jazz que Guerra estudió muy bien en el Berklee College of Music de Boston, en Estados Unidos.
Eran los tiempos del “boom” del merengue, del refinamiento del ritmo a través de jóvenes maestros como Manuel Tejada, quien le produjo un disco de antología al cantante Alex Bueno capaz de competir de “tú a tú” con Fernando Villalona, “El Mayimbe”, el merenguero dominicano más carismático de la historia.
Pero Juan Luis Guerra supo enganchar con el gusto popular con ese estilo suave y diferente que dio un giro más comercial con su segunda producción, “Mudanza y acarreo” (1985) y después con “Mientras más lo pienso… tu” (1986), que definitivamente marcaron el surgimiento de un artista de muchos quilates.
La consagración le llegó a Juan Luis con la emblemática “Ojalá que llueva café” (1990) y especialmente con “Bachata rosa” (1991), que el propio intérprete cree que ha sido su ‘marca de fábrica’.
“En la etapa creadora de los artistas se toma una obra como la más completa (…) quién podría decir que haya una producción más acabada dentro de la magnífica música de Joan Manuel Serrat que ‘Mediterráneo’”, dijo Guerra la noche que presentó en 2007, su penúltimo álbum “La llave de mi corazón”.
De seguro que esa apreciación es compartida por muchos de los seguidores del “maestro” -como le llaman consagrados artistas como Juanes, Enrique Iglesias o Miguel Bosé-, pues ese disco contiene algunas de sus más afamadas creaciones: “La bilirrubina”, “Burbujas de amor”, “Estrellitas y duendes”, “Como abeja al panal”, “Bachata rosa”…
Después de 28 años establecido como una estrella de la música latinoamericana, con premios y reconocimientos por doquier y vendido millones de discos, Juan Luis Guerra sigue siendo un hombre de bajo perfil al que en pocas ocasiones se le ve en lugares públicos.
Su vida gira en torno a su devoción hacia Jesucristo, al que agradece constantemente el “don” que le ha dado, y el haberlo rescatado de momentos críticos que le apartaron de la música y de los escenarios.
Guerra ha sabido mantener un equilibrio entre su producción secular y la de alabanza dedicando a Dios las entregas “Para ti” (2005) y la más reciente “Colección cristiana”, de febrero pasado, en el que destaca el corte “En el cielo no hay hospital”.
“Siempre he dicho que las canciones no cambian las cosas, las cosas las cambian los hombres que escuchan las canciones“, opinó recientemente Guerra sobre su manera de interpretar los problemas sociales que su voz ha denunciado en varias ocasiones.
El autor, quien también ha alcanzado fama por sus baladas, tiene en la “Fundación Juan Luis Guerra” un vehículo para asistir a los necesitados en República Dominicana y que sirvió de plataforma para el concierto “Un canto de esperanza por Haití”, en favor de los afectados por el terremoto de 2010 que azotó esa nación.
El cantante y compositor se prepara estos días para presentar en Santo Domingo el concierto de su gira mundial “AsondeGuerra”, que desde el año pasado pasea por tres continentes.
Y como deseo recientemente desveló un anhelo de lujo: quiere grabar una bachata con Paul McCartney.