Eurocopa: Vuelve España, vuelve Torres


Alfredo Matilla
Gdansk, As

El campeón ya está aquí. La Roja barrió a Irlanda con su fútbol de siempre y logró de un plumazo un objetivo urgente y otro importante: liderar la clasificación gracias a los dos zarpazos del ‘9’ y a las perlas de Silva y Cesc; y, más crucial aún, reconciliar a las diversas españas. A la que vio fantasmas ante Italia con aquella que entendió la alineación de un falso ariete como el mejor atajo ante una muralla. Y a la que mató al Niño por errar con aquella otra que nunca dudó de él. La victoria, contundente, deja claro que en este segundo partido cambió todo respecto al debut. Pero sobre todo el rival. No nos engañemos. Despreciamos a la tetracampeona. Y, quizás, no está confirmado, puede que el delantero del Chelsea, de nuevo héroe nacional, no estuviera tan mal antes de llegar a la Eurocopa. Simplemente alargó su pretemporada. Junio era su mes. Y para ello se preparaba. La chispa, el hambre y su doblete, son del Fernando de siempre.

España salió enfadada. Deseosa de demostrarle al mundo que su reinado no es pasajero. Que hay más récords y estrellas por conquistar. Avasalló a su rival en el inicio con un fútbol mucho más fluido, con laterales como extremos y, por fin, con una referencia dentro del área para no teñir un estilo ejemplar en previsible. La obsesión era llegar y acabar las jugadas. No dominar por dominar. Xavi fue otro, Iniesta el conocido y Silva mucho más insistente. Pese al cambio de chip, confirmado con apenas ver tocar y presionar al equipo durante dos minutos, fue Casillas el que recibió el primer susto. Era un simple espejismo. España estaba convencida de su metamorfosis y pronto, en su primera aproximación, encontró el camino a explorar. Iniesta intentó conectar con Silva cerca del área. Dunne interceptó el pase trnándose al suelo, pero tardó tanto en recuperar la figura que Torres le robó la cartera. El delantero le rebañó el balón, se lo acomodó sorteando a Ward y disparó con toda la rabia que una diestra puede contener. Golazo y adiós fantasmas.

La goleada debió llegar mucho antes

Lo que ocurrió desde entonces fue simplemente el presagio de un vendaval. España no quería sustos y se empeñó en sentenciar. Por momentos, no tuvo la continuidad en la circulación deseada. Ni el acierto en los metros finales al que nos tiene acostumbrados. Sin embargo, la escasa calidad de Irlanda le hacía dueña del balón casi sin querer. Únicamente había que tener paciencia para desgastar al oponente. Lo de siempre. Hasta doce ocasiones tuvo la Selección en el primer tiempo para comenzar a pensar en Croacia. Faltó acierto. Silva disparó a las manos. A Torres le dio miedo abusar en un par de acciones que exigían egoísmo. Iniesta se especializó en zurdazos. Alonso probó desde lejos. Xavi lo intentó de rosca. El segundo gol se resistía aunque a muchos ya les bastaba con el eficaz lavado de imagen.

España pudo regresar del intermedio con los temores que ayer evidenció Italia o Alemania. Pero no. Su superioridad estaba tan consentida por el adversario que la sentencia era la única salida. Arbeloa pronto buscó suerte con otra de sus innumerables internadas. Irlanda no reaccionaba. Ni podía ni sabía. Aunque a veces, sin saber cómo, austó a Casillas. La eliminación que ahora le castiga ya se la esperaba. Trapattoni hizo un cambio de delanteros con el objetivo de seguir persiguiendo los pelotazos de su defensa como única alternativa para buscar a Casillas. España apretó a esas horas el acelerador y, por fin, sentenció. La jugada nació en un disparo de Iniesta que dio mil rebotes hasta caer en los pies de Silva. El canario, el pleno corazón del área, no tenía espacio para cargar su zurda y tenía mil piernas por montera para divisar la portería. El mago sacó un disparo suave y repleto de intenciones que se coló entre las escopetas de Dunne (otra vez él) rumbo al palo derecho. El gol fue vital. La sutileza, admirable.

Puerta grande a Torres y a Cesc

Con el partido en el bolsillo y los miedos enterrados, el equipo de Del Bosque se apresuró a decorar el golaverage. Cesc ya calentaba, así que a Torres le quedaba una última bala que no desaprovechó. El talentoso centro del campo cañí le buscó a la carrera. Y lo encontró. Nadie galopa como él. Su zancada, muy similar a aquella que nos dio la gloria en 2008, obtuvo el premio deseado. Torres encaró a Given y le batió con la claridad mental que hace días no tenía. Era el tercero, su doblete, pero Del Bosque decidió sustituir al Niño amenazado con una amarilla del primer partido. Moraleja: ya es fijo.

Cesc fue el encargado de suplir a Torres con un mensaje en el bolsillo. Con nueve o sin él, España es mejor que el resto. Sobran goles y motivos para creer fielmente en este grupo de amigos. Fábregas hizo los deberes de llegador y en la primera acción de tronío que tuvo machacó. Silva le sacó un córner en corto que nadie, salvo él, esperaba y el polivalente jugador del Barça burló a su marcador para cruzar un derechazo que se convalidó por la mayor goleada de esta Eurocopa. Podría no ser la última. El porte de este equipo es de auténtico campeón.

España: Casillas; Arbeloa, Piqué, Sergio Ramos, Jordi Alba; Xavi Hernández, Busquets, Xabi Alonso (Javi Martínez, m. 65); Silva, Torres (Cesc, m. 75) e Iniesta (Cazorla, m. 80).

Irlanda: Given; O''Shea, St Ledger, Dunne, Ward; Duff (McClean, m. 76), Andrews, Whelan (Green, m. 84), McGeady; Cox (Walters, m. 46) y Robbie Keane.

Goles: 1-0, m. 4: Fernando Torres recoge un rechace en el área, se va por velocidad de dos defensas y marca con un disparo potente. 2-0, m. 49: Silva caracolea en el área ante dos rivales y bate a Given por bajo. 3-0, m. 70: Fernando Torres supera a Given en el uno contra uno tras un pase de Silva. 4-0, m. 82: Cesc culmina un saque de esquina en corto.

Árbitro: Pedro Proença (Portugal). Amonestó a los irlandeses Robbie Keane (m. 35), Whelan (m. 45) y St Ledger (m. 83) y a los españoles Xabi Alonso (m. 53) y Javi Martínez (m. 77).

Incidencias: partido correspondiente a la segunda jornada del grupo C de la Eurocopa 2012, disputado en el estadio Arena de la ciudad polaca de Gdansk ante unos 40.000 espectadores, cinco mil de ellos de la selección española.

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