El motín policial alcanza una violenta magnitud


La Paz, ANF
¡Viva el motín!, ¡Viva el motín!, azuzaba un policía desde el anonimato de su pasamontañas, mientras decenas de encapuchados alimentaban con “memos”, documentos, muebles y computadoras la hoguera de la Plaza Obispo Bosque. Desde el frontis del Archivo Policial, un letrero premonitorio anunciaba, entre llamas y columnas de humo, la película del año: “Fuego de libertad”. Menos épico, un transeúnte lamentaba: “Están quemando los expedientes de la corrupción”.

Lo que empezó hace una semana con un movimiento de las esposas de los policías en demanda de mejores condiciones salariales, culminó con la toma violenta del cuartel de la Unidad Táctica de Operaciones Policiales (UTOP), a media cuadra del Palacio Quemado, y el saqueo de varias sedes policiales en el marco de un verdadero motín a nivel nacional.

"Estamos llamando al motín. ¡Ya se están amotinando!", declaró Guadalupe Cárdenas, líder de la protesta y de la asociación de esposas de los policías, mientras las cadenas de televisión mostraban a policías uniformados y vestidos de civil, encapuchados o con los rostros descubiertos, emplazados en edificios públicos de varias ciudades del interior, gritando consignas y exhibiendo armas de todo tipo.

Cientos de manifestantes se congregaron desde la noche del jueves frente al cuartel de la UTOP, sobre la calle Junín, junto a la Cancillería, al grito de “¡Motín, motín policial!”, entre curiosos, heladeros y vendedores de comida. “El motín se está registrando en todo el país; los policías se están replegando y no están saliendo a patrullar", acotó Cárdenas en una improvisada conferencia de prensa.

El movimiento reclama la nivelación de los salarios de los policías con los que perciben los militares, unos 2.000 Bolivianos -que supondría un incremento superior al 70 por ciento-, además de otros beneficios sociales. “¡Nivelación, nivelación, nivelación!”, era la consigna generalizada.

“¡No tenemos miedo, carajo; no tenemos miedo, carajo!” gritaban los policías vestidos de civil, mientras saqueaban las oficinas del Tribunal y de la Dirección Nacional de Inteligencia. “Evo cabrón, el pueblo está emputado”, coreaban otros, mezclando consignas salariales con gritos de abierto rechazo al gobierno del presidente Morales.

La furia de los encapuchados aumentó cuando los amotinados encontraron en el interior del Tribunal Disciplinario centenares de latas de cerveza. "Aquí toman los jefes y a nosotros nos sancionan cuando apenas llegamos con tufo", declaró un policía a los periodistas.

Morales, quien retornó en la noche del jueves de Brasil, donde asistió a la Cumbre Rio+20, se encontraba en el Palacio Quemado reunido con sus ministros y la plana mayor de la Policía, evaluando la crisis, aunque nada delataba actividad alguna en su interior. Cerrada a cal y canto, la casa de gobierno lucía como un edificio abandonado. Hasta la guardia presidencial de los Colorados de Bolivia se había replegado, dejando su lugar a un piquete de trabajadores huelguistas de AeroSur.

Una ruidosa marcha, procedente de El Alto, irrumpió en la Plaza Murillo, sacudiendo el letargo de jubilados y curiosos. Pasaron frente al palacio y rodearon la plaza al grito de “¡Motín policial, a nivel nacional!”, mientras el presidente y sus ministros preparaban la respuesta a los amotinados que poco después daría a conocer el ministro de Gobierno, Carlos Romero.

Para los periodistas, fotógrafos y camarógrafos congregados en el lugar resultaba inevitable la comparación con el motín de abril de 2000, contra el gobierno de Hugo Banzer Suárez, y el “febrero negro” de 2003, contra Gonzalo Sánchez de Lozada. “Todo esto es resultado de un Gobierno malagradecido con la Policía", declaró a una emisora local el ex mayor David Vargas, uno de los líderes de los levantamientos pasados.

Fue precisamente el secretario general de la Conferencia Episcopal y Obispo Castrense, monseñor Oscar Aparicio, quien apeló a la “memoria histórica” y a las “lecciones del pasado” para reclamar a gobernantes y policías que extremen esfuerzos para “instalar a la brevedad posible un diálogo abierto y responsable”.

El ministro Romero anunció que el gobierno atenderá los reclamos de los policías, tras admitir que el presidente Evo Morales regresó de Brasil, dos días antes de lo previsto, preocupado por la crisis. "Nos ha instruido de manera expresa que se pueda trabajar, se pueda efectivizar la atención de los requerimientos de la policía boliviana", dijo en una breve comparecencia, pero Guadalupe Cárdenas anticipó que los amotinados no dialogarán con otra autoridad que no sea el propio mandatario.

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