El laico que quiso pasar la ITV de la decencia
El 'banquero de Dios' dijo a la policía que fue atacado por pedir transparencia
Pablo Ordaz
Roma, El País
Si un mafioso es enterrado como un Papa, ¿por qué no su dinero? Si el Vaticano autorizó, en 1990, que Enrico de Pedis, el último capo de la violenta banda de la Magliana, fuese enterrado en la cripta de la basílica de San Apolinar entre cardenales y según un rito reservado a los papas —un ataúd de ciprés dentro de otro de zinc y de un tercero de roble—, ¿quién puede extrañarse que el banco del Vaticano conserve aún códigos cifrados para proteger el anonimato de sus dudosos clientes?
La respuesta es clara: nadie. Ni el muy piadoso Ettore Gotti Tedeschi ni siquiera su mentor, Joseph Ratzinger, quien mucho antes de ser elegido Papa ya se conocía al dedillo las intrigas del Vaticano, adonde llegó en 1981 para ser prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. De hecho, la decisión de limpiar las cuentas del Vaticano no fue alcanzada después de un sincero examen de conciencia. El Instituto para la Obras de Religión (IOR) o banco vaticano siempre se había preciado de estar fuera de las garras de la justicia italiana, y si ahora se intentaba desde dentro un lavado de cara —al menos eso— era porque existía la amenaza de la OSCE (la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) de señalarlo como uno de los bancos sospechosos de blanquear dinero de la droga y el crimen organizado. Esa era “la misión” de Gotti Tedeschi. Homologar el IOR. Intentar, por primera vez en la historia, que pasara la ITV de la decencia.
No fue posible. Sus palabras ante la policía —reproducidas por los medios— son también la declaración de una derrota: “He sido combatido porque quería transparencia, sobre todo en algunas cuentas”. Su informe de 200 folios ya ha sido entregados por los fiscales a la Guardia de Finanza y ahora se verá si el Gobierno del también creyente Mario Monti es capaz de resistir la presión que el Vaticano ya ha empezado a ejercer. La punta del iceberg de esa presión es el comunicado emitido el viernes por la sala de prensa del Vaticano. La batalla será subterránea y dura. Valga un dato. La actual ministra de Justicia, Paola Severino, afamadas penalista, tenía como cliente hasta hace unas semanas a… Gotti Tedeschi.
Un exbanquero de Dios que, aunque todavía asustado, puede darse por satisfecho. Los medios le atribuyen más credibilidad que a sus enemigos —entre ellos, Carl Anderson, caballero supremo de la sociedad de los Caballeros de Colón— y, sobre todo, ha escapado con vida. Sus antecesores en líos parecidos no pudieron contarlo. El banquero de Dios Roberto Calvi fue asesinado hace 30 años tras el escándalo del Banco Ambrosiano y el mafioso Michele Sindona fue envenenado en la cárcel con la dosis justa de cianuro en el café. Si Gotti Tedeschi tenía miedo, tenía por qué.
Pablo Ordaz
Roma, El País
Si un mafioso es enterrado como un Papa, ¿por qué no su dinero? Si el Vaticano autorizó, en 1990, que Enrico de Pedis, el último capo de la violenta banda de la Magliana, fuese enterrado en la cripta de la basílica de San Apolinar entre cardenales y según un rito reservado a los papas —un ataúd de ciprés dentro de otro de zinc y de un tercero de roble—, ¿quién puede extrañarse que el banco del Vaticano conserve aún códigos cifrados para proteger el anonimato de sus dudosos clientes?
La respuesta es clara: nadie. Ni el muy piadoso Ettore Gotti Tedeschi ni siquiera su mentor, Joseph Ratzinger, quien mucho antes de ser elegido Papa ya se conocía al dedillo las intrigas del Vaticano, adonde llegó en 1981 para ser prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. De hecho, la decisión de limpiar las cuentas del Vaticano no fue alcanzada después de un sincero examen de conciencia. El Instituto para la Obras de Religión (IOR) o banco vaticano siempre se había preciado de estar fuera de las garras de la justicia italiana, y si ahora se intentaba desde dentro un lavado de cara —al menos eso— era porque existía la amenaza de la OSCE (la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) de señalarlo como uno de los bancos sospechosos de blanquear dinero de la droga y el crimen organizado. Esa era “la misión” de Gotti Tedeschi. Homologar el IOR. Intentar, por primera vez en la historia, que pasara la ITV de la decencia.
No fue posible. Sus palabras ante la policía —reproducidas por los medios— son también la declaración de una derrota: “He sido combatido porque quería transparencia, sobre todo en algunas cuentas”. Su informe de 200 folios ya ha sido entregados por los fiscales a la Guardia de Finanza y ahora se verá si el Gobierno del también creyente Mario Monti es capaz de resistir la presión que el Vaticano ya ha empezado a ejercer. La punta del iceberg de esa presión es el comunicado emitido el viernes por la sala de prensa del Vaticano. La batalla será subterránea y dura. Valga un dato. La actual ministra de Justicia, Paola Severino, afamadas penalista, tenía como cliente hasta hace unas semanas a… Gotti Tedeschi.
Un exbanquero de Dios que, aunque todavía asustado, puede darse por satisfecho. Los medios le atribuyen más credibilidad que a sus enemigos —entre ellos, Carl Anderson, caballero supremo de la sociedad de los Caballeros de Colón— y, sobre todo, ha escapado con vida. Sus antecesores en líos parecidos no pudieron contarlo. El banquero de Dios Roberto Calvi fue asesinado hace 30 años tras el escándalo del Banco Ambrosiano y el mafioso Michele Sindona fue envenenado en la cárcel con la dosis justa de cianuro en el café. Si Gotti Tedeschi tenía miedo, tenía por qué.