EE UU cree que el ‘número dos’ de Al Qaeda murió en un ataque con ‘drones’

EEUU, AFP
El número dos de Al Qaeda, Abu Yehia al Libi, parece ser una de las víctimas mortales del ataque de un avión no tripulado (drones) estadounidenses en Pakistán el pasado lunes. Ese era el objetivo, según filtraciones difundidas por la prensa norteamericana. Sobre el terreno, los medios paquistaníes recogen testimonios tanto de fuentes de los servicios secretos como de residentes en la zona bombardeada que apuntan a que Washington habría logrado su propósito. De confirmarse, se trataría no sólo de un grave golpe a Al Qaeda, sino de una reivindicación para EE UU de la efectividad de sus polémicas operaciones con drones.


De acuerdo con el relato de los funcionarios paquistaníes, dos misiles alcanzaron un recinto en la aldea de Hesokhel, al este de Miranshah, la capital de Waziristán del Norte, poco antes del amanecer del pasado lunes. Esa comarca, una de las siete áreas tribales federalmente administradas (FATA), se ha convertido en el bastión de Al Qaeda y de los grupos talibanes que luchan contra la presencia de EE UU en Afganistán y contra los Gobiernos de Islamabad y Kabul que la respaldan. El del lunes era el tercer ataque de drones en otros tantos días y dejó 15 muertos.

“Interceptamos algunas conversaciones entre militantes. Estaban hablando de la muerte de un jeque. Aunque no citaron su nombre, hemos hablado con nuestras fuentes en la zona y creemos que se estaban refiriendo a Al Libi”, explicó un agente paquistaní a la agencia Reuters desde el anonimato. Según ese interlocutor, el prominente miembro de Al Qaeda resultó herido y fue trasladado a un hospital privado donde murió.

Un jefe miliciano ha desmentido su muerte, recordando que no es la primera vez que se anuncia. Sucedió en 2009, tras un bombardeo en Waziristán del Sur. Sin embargo, en esta ocasión hay elementos que dan verosimilitud a esa posibilidad. Residentes en la zona contactados por las agencias contaron que un número inusual de insurgentes se reunieron en el lugar tras el ataque, mantuvieron alejados a los lugareños y, a diferencia de otras ocasiones en que entierran a las víctimas en un cementerio cercano, se llevaron los cadáveres. A la imposibilidad de acceso independiente a la zona, se añade la dificultad para identificar los restos, lo que supone que pueden pasar mese antes de que se confirme la identidad de los fallecidos.

Al Libi (literalmente “el libio”, en árabe) es el apodo con el que se conoce a Mohamed Hasan Qaid, considerado el más prominente de los dirigentes de Al Qaeda tras Ayman al Zawahiri, su líder desde que las fuerzas especiales de EEUU mataron a Osama Bin Laden en mayo del año pasado, también en Pakistán. Licenciado en Químicas y con formación religiosa (de ahí que sus seguidores se refieran respetuosamente a él como “jeque”), se hizo un camino en la organización terrorista gracias a su capacidad para la propaganda y el manejo de los medios de comunicación.

“Al Libi ha estado en el meollo de los planes para reconstruir Al Qaeda e intentar volver a montar una campaña transnacional de terror. Esa es una de las razones por la que se le consideraba un objetivo de alto valor”, explica Sajjan Gohel, un analista de seguridad citado por Reuters.

La CIA le consideraba uno de los miembros más peligrosos de Al Qaeda y había ofrecido una recompensa de un millón de dólares por cualquier información que contribuyera a su captura. Según documentos encontrados en la casa donde se mató a Bin Laden y que se han hecho públicos recientemente, Al Libi, que aún no había cumplido 50 años, estaba entre el puñado de fieles a los que Bin Laden confío la difusión de la ideología del grupo a potenciales militantes, en especial a los jóvenes. Su imagen se hizo habitual en los vídeos de propaganda yihadista difundidos por la organización.

Al Libi fue capturado en 2002 por tropas paquistaníes que lo entregaron a las fuerzas de EEUU que acababan de invadir Afganistán. Entonces, fue encarcelado en la prisión de la base militar de Bagram, situada al norte de Kabul y considerada de alta seguridad. Tres años más tarde logró escapar junto a tres compañeros de celda, lo que añadió lustre a su currículo. Desde entonces, se ha escondido en las zonas tribales de Pakistán donde ha sobrevivido a varios ataques de drones. El pasado verano, cuando uno de estos mató a su compatriota Atiyah Abdel-Rahman, él pasó a convertirse en el número dos de Al Qaeda.

“Su muerte, si se confirma, será otro golpe significativo a Al Qaeda y otro ejemplo de que la controvertida política de atacar con drones está funcionando”, reconoce Gohel.

En los últimos meses el uso de drones está siendo objeto de una doble polémica. A la crítica de los grupos de derechos humanos sobre la ilegalidad de unas acciones que tildan de “asesinatos selectivos”, se ha sumado el daño a las relaciones de EEUU con Pakistán. El Gobierno de este país sufre una fuerte presión de su población ante el creciente sentimiento anti norteamericano y las víctimas inocentes que causan los bombardeos. Ayer mismo, convocó al encargado de negocios estadounidense para expresarles su “seria preocupación” por la última oleada de ataques, que ha dejado un total de 30 muertos.

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