Polémica en Israel por manifestación violenta contra inmigrantes ilegales
Tel Aviv, AFP
Una manifestación de israelíes contra la inmigración ilegal degeneró en actos de violencia racista en Tel Aviv y desencadenó este jueves una fuerte polémica sobre la presencia en Israel de unos 60.000 clandestinos, en su mayoría sudaneses y eritreos.
En la noche del miércoles, unos mil israelíes se manifestaron en el barrio desfavorecido de HaTikva, en el sur de Tel Aviv, gritando "¡los sudaneses a Sudán!" o "¡fuera los negros!", y criticando a las "buenas conciencias izquierdistas" que defienden a esos extranjeros.
Algunos manifestantes atacaron y saquearon tiendas regentadas por africanos y apedrearon automóviles en los que viajaban inmigrantes, indicó el portavoz de la policía, Micky Rosenfeld.
La policía detuvo a 20 manifestantes y pidió el jueves a la justicia que mantenga en detención a 16 de ellos, incluyendo cuatro menores.
Ningún inmigrante resultó herido en la noche del miércoles y efectivos de policía permanecieron en la zona "para mantener la calma", puntualizó Rosenfeld.
Este jueves se veía a pocos africanos en el mercado de HaTikva, constató la AFP.
"Hay un 70% menos de negros esta mañana", se felicitó el propietario de una pequeña tienda de ropa, que prefirió mantener el anonimato.
Este israelí de 24 años explica que el flujo de africanos provoca un sentimiento de inseguridad entre los habitantes más viejos del sur de Tel Aviv.
"Mi abuela se fue del barrio después de que un africano se metiera en su casa. Yo también tengo miedo", cuenta.
Sin embargo, asegura que comprende la difícil situación de estos clandestinos. "Como están en situación ilegal y tienen hambre, pues claro que estaría dispuestos a hacer cualquier cosa".
"La única solución es echarlos a su casa", insiste una mujer israelí que compra tomates en el puesto de al lado. "Nos da miedo salir de nuestras casas. Su situación empuja a esos ilegales a hacer cosas tremendas".
El ministro del Interior Elie Yishai, jefe del partido religioso sefardita Shass, dijo que la solución sería "poner a esos ilegales detrás de los barrotes".
"Hay que meterlos en centros de detención y retención, y luego mandarlos a sus países, ya que vienen a quitarle el trabajo a los israelíes y hay que preservar el carácter judío del Estado de Israel", declaró el ministro a la radio militar.
Si el gobierno no actúa, advirtió Yishai, "pronto serán medio millón, o incluso un millón", en un país que cuenta una población total de en torno a siete millones.
Según cifras oficiales, 62.000 inmigrantes ilegales se "infiltraron" desde 2006 en Israel provenientes sobre todo de Sudán, Sudán del Sur y Eritrea.
Para impedir ese fenómeno, el gobierno aceleró la construcción de una barrera de 250 km en su frontera con Egipto, muy porosa al encontrarse en pleno desierto del Sinaí. Las obras se espera que terminen a fin de año.
Una diputada del Likud, el partido derechista del primer ministro Benjamin Netanyahu, Miri Regev, participó en la manifestación del miércoles y comparó a los clandestinos con "un cáncer que prolifera".
Por su parte, Yariv Oppenheimer, director de la asociación antidiscriminación La Paz Ahora, pidió al fiscal general que abra una investigación por "incitación al odio racial" contra los diputados del gobernante Likud que concurrieron a la manifestación.
La tarde de este jueves se prevén dos manifestaciones antirracistas en Tel Aviv y Jerusalén.
Tras una serie de delitos cometidos por inmigrantes, se entabló recientemente un fueret debate en Israel sobre los inmigrantes clandestinos africanos.
El domingo, Netanyahu calificó el fenómeno de la inmigración ilegal de "extremadamente grave", y consideró que amenaza "los fundamentos de la sociedad israelí".
Una mujer observa a un inmigrante africano descansando en un parque de Tel Aviv. Una manifestación de israelíes contra la inmigración ilegal degeneró en actos de violencia racista en Tel Aviv y desencadenó este jueves una fuerte polémica sobre la presencia en Israel de unos 60.000 clandestinos, en su mayoría sudaneses y eritreos.
Un inmigrante africano camina el 24 de mayo por un barrio de Tel Aviv. El ministro del Interior Elie Yishai, jefe del partido religioso sefardita Shass, dijo que la solución sería "poner a esos (inmigrantes) ilegales detrás de los barrotes".
Una manifestación de israelíes contra la inmigración ilegal degeneró en actos de violencia racista en Tel Aviv y desencadenó este jueves una fuerte polémica sobre la presencia en Israel de unos 60.000 clandestinos, en su mayoría sudaneses y eritreos.
En la noche del miércoles, unos mil israelíes se manifestaron en el barrio desfavorecido de HaTikva, en el sur de Tel Aviv, gritando "¡los sudaneses a Sudán!" o "¡fuera los negros!", y criticando a las "buenas conciencias izquierdistas" que defienden a esos extranjeros.
Algunos manifestantes atacaron y saquearon tiendas regentadas por africanos y apedrearon automóviles en los que viajaban inmigrantes, indicó el portavoz de la policía, Micky Rosenfeld.
La policía detuvo a 20 manifestantes y pidió el jueves a la justicia que mantenga en detención a 16 de ellos, incluyendo cuatro menores.
Ningún inmigrante resultó herido en la noche del miércoles y efectivos de policía permanecieron en la zona "para mantener la calma", puntualizó Rosenfeld.
Este jueves se veía a pocos africanos en el mercado de HaTikva, constató la AFP.
"Hay un 70% menos de negros esta mañana", se felicitó el propietario de una pequeña tienda de ropa, que prefirió mantener el anonimato.
Este israelí de 24 años explica que el flujo de africanos provoca un sentimiento de inseguridad entre los habitantes más viejos del sur de Tel Aviv.
"Mi abuela se fue del barrio después de que un africano se metiera en su casa. Yo también tengo miedo", cuenta.
Sin embargo, asegura que comprende la difícil situación de estos clandestinos. "Como están en situación ilegal y tienen hambre, pues claro que estaría dispuestos a hacer cualquier cosa".
"La única solución es echarlos a su casa", insiste una mujer israelí que compra tomates en el puesto de al lado. "Nos da miedo salir de nuestras casas. Su situación empuja a esos ilegales a hacer cosas tremendas".
El ministro del Interior Elie Yishai, jefe del partido religioso sefardita Shass, dijo que la solución sería "poner a esos ilegales detrás de los barrotes".
"Hay que meterlos en centros de detención y retención, y luego mandarlos a sus países, ya que vienen a quitarle el trabajo a los israelíes y hay que preservar el carácter judío del Estado de Israel", declaró el ministro a la radio militar.
Si el gobierno no actúa, advirtió Yishai, "pronto serán medio millón, o incluso un millón", en un país que cuenta una población total de en torno a siete millones.
Según cifras oficiales, 62.000 inmigrantes ilegales se "infiltraron" desde 2006 en Israel provenientes sobre todo de Sudán, Sudán del Sur y Eritrea.
Para impedir ese fenómeno, el gobierno aceleró la construcción de una barrera de 250 km en su frontera con Egipto, muy porosa al encontrarse en pleno desierto del Sinaí. Las obras se espera que terminen a fin de año.
Una diputada del Likud, el partido derechista del primer ministro Benjamin Netanyahu, Miri Regev, participó en la manifestación del miércoles y comparó a los clandestinos con "un cáncer que prolifera".
Por su parte, Yariv Oppenheimer, director de la asociación antidiscriminación La Paz Ahora, pidió al fiscal general que abra una investigación por "incitación al odio racial" contra los diputados del gobernante Likud que concurrieron a la manifestación.
La tarde de este jueves se prevén dos manifestaciones antirracistas en Tel Aviv y Jerusalén.
Tras una serie de delitos cometidos por inmigrantes, se entabló recientemente un fueret debate en Israel sobre los inmigrantes clandestinos africanos.
El domingo, Netanyahu calificó el fenómeno de la inmigración ilegal de "extremadamente grave", y consideró que amenaza "los fundamentos de la sociedad israelí".
Una mujer observa a un inmigrante africano descansando en un parque de Tel Aviv. Una manifestación de israelíes contra la inmigración ilegal degeneró en actos de violencia racista en Tel Aviv y desencadenó este jueves una fuerte polémica sobre la presencia en Israel de unos 60.000 clandestinos, en su mayoría sudaneses y eritreos.
Un inmigrante africano camina el 24 de mayo por un barrio de Tel Aviv. El ministro del Interior Elie Yishai, jefe del partido religioso sefardita Shass, dijo que la solución sería "poner a esos (inmigrantes) ilegales detrás de los barrotes".