Insensibilidad ante huelga de médicos

Aldo Luna
Según la política oficial del Gobierno, se encuentra en el inicio la aplicación del Seguro Universal de Salud o medicina socializada, fundándose en el concepto de que la salud es un derecho para todos. Así lo especifica la Organización Mundial de la Salud y de acuerdo con este axioma, el Gobierno pretende que todos los habitantes se acojan al servicio de salud. Se dictó el decreto 1.126 sobre las espaldas de los trabajadores en salud, aumentando sus horas de trabajo, sin reconocimiento económico.

Lo grave de tal medida es que no hay una planificación para su aplicación en el país. Pareciera que se trata de actuar demagógicamente, en desmedro de trabajadores y pacientes. Las autoridades de salud reconocen que no hay infraestructura hospitalaria y falta insumos y medicamentos. En esta situación el paciente que es atendido en consulta externa no tendría dotación de medicamentos para su curación. Si se va a atender a más pacientes, se tiene que aumentar personal medico y paramédico.

Se necesita con urgencia habilitar nuevos quirófanos en hospitales estatales, ya que los actuales no abastecen. Se requiere equipos de radiología, tomógrafos con tecnología actualizada. Es evidente la falta de laboratorios y el poco personal actual hace lo que puede para cubrir las exigencias de una atención médica actualizada. Los actuales hospitales fueron construidos hace 40 años, cuando la población no pasaba de 50 a 100 mil personas, nos referimos al Hospital de Clínicas de La Paz y al Hospital Obrero.

Se pretende hacer mesas de trabajo para la planificación de salud. El ministro de Economía manifestó que no hay un soporte financiero para iniciar obras de infraestructura en el sector salud y así, en estas condiciones, se pretende aplicar un decreto para mejorar la salud de la población, lo que en los hechos no se daría.

Si consideramos la formación del médico boliviano, en la universidad estudia 10 semestres, equivalentes a cinco años de estudio. En los primeros cursos los alumnos llevan materias teórico-prácticas y en los últimos hacen práctica hospitalaria docente asistencial, por lo que pasan clases clínico-hospitalarias, con docentes de especialidad.

Posteriormente el estudiante prepara su tesis o examen de grado, que en medicina es el internado rotatorio en hospitales, lo que demanda un año de preparación. Una vez egresado como médico, si sus posibilidades económicas lo permiten, puede hacer cursos de especialidad o post-grado en el exterior, lo que implica dos o tres años de estudios complementarios, por lo que la formación completa de médico dura de ocho a nueve años. Los que no tienen recursos económicos para acceder a cursos de post-grado, al egresar tratan de conseguir empleo estatal, en centros de salud o simplemente sobreviven con la consulta privada.

Por lo expuesto, la profesión del médico es sacrificada y el Estado debería considerar su lucha contra las enfermedades para mantener la salud del pueblo. Actualmente los profesionales en salud, conjuntamente con personal paramédico, enfermeras, radiólogos, laboratoristas, realizan sus labores sin poder recurrir a la Ley General del Trabajo para tener derecho al reconocimiento de horas extras, vacaciones pagadas y otros beneficios.

La inclusión del sector médico en dicha ley solucionaría el problema de salud. Infelizmente el Gobierno se opone porque no tienen financiamiento de 800 millones de bolivianos por año, para beneficiar a 13.000 personas e insiste en aplicar el aumento de dos horas más de trabajo, con carácter general, sin reconocimiento económico. Las posiciones de ambos lados son intransigentes y no se avizora solución, por lo cual es conveniente postergar o derogar el mencionado decreto, hasta que estén dadas las condiciones favorables, con un estudio completo de la salud y soporte financiero para su ejecución.

Las conclusiones de la “cumbre social” de Cochabamba, tendrán que esperar un tiempo razonable para su aplicación, hasta que existan condiciones de operabilidad.

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