España: Los "indignados" vuelven a las plazas en su 1er aniversario
España, AFP
Nacido hace un año para protestar contra la crisis, los políticos y los excesos del capitalismo, el movimiento de los "indignados" vuelve a las plazas de España este sábado, en el puntapié inicial de cuatro días de movilizaciones para demostrar que su espíritu sigue vivo.
Bajo el lema "Toma la calle", los activistas, en su mayoría jóvenes movilizados a través de las redes sociales, convocaron concentraciones en 80 ciudades, entre ellas Madrid y Barcelona.
En torno a una pancarta blanca en la que podía leerse "Open your eyes" (abre los ojos), los primeros "indignados" comenzaron a reunirse por la mañana en la céntrica Plaza Cataluña de Barcelona.
Gracias al movimiento surgido el 15 de mayo pasado "poco a poco la sociedad ha ido abriendo los ojos", afirma Noelia Moreno, de 30 años, una de las participantes en aquella protesta que, inspirada en las de la primavera árabe, sorprendió al mundo.
"Creo que ha cambiado algo en la mentalidad de la gente, no es algo muy tangible ahora pero se ha plantado una semillita que de cara al futuro se irá viendo", asegura.
Es consciente, sin embargo, de la necesidad de mantener el movimiento vivo. "Es una carrera de fondo, nadie puede cambiar todo un sistema político en un día ni un año, eso lleva tiempo", dice.
Mantener ese impulso es precisamente lo que buscan los "indignados" en este primer aniversario, que durante cuatro días dará pie a debates y asambleas populares en plazas de toda España.
Ahora tienen más motivos que nunca para protestar, el país vuelve a estar en recesión, el desempleo afecta al 24,44% de la población activa y al 52% de los jóvenes y el gobierno conservador de Mariano Rajoy impuso medidas de rigor por unos 30.000 millones de euros.
Bajo un sol abrasador, cientos de personas, muchos con la camiseta verde del movimiento contra los recortes en educación, partieron a primera hora de la tarde de los suburbios del sur de Madrid.
Precedidos por una banderola que proclamaba "El problema es el sistema. ¡Rebélate!", su objetivo era converger con otras columnas madrileñas en la emblemática Puerta del Sol.
Fue en esta plaza donde se instaló hace un año un improvisado campamento de carpas y sacos de dormir que, con su comedor, su guardería y su biblioteca, se convirtió en el símbolo del hartazgo popular por la crisis, inspirando movimientos similares otros países.
Con motivo del aniversario también se convocaron el sábado protestas en ciudades como París, Atenas, Nueva York o Rio de Janeiro.
Pero todas las miradas volverán a estar puestas en Sol, porque las autoridades españolas advirtieron que no habrá nuevas acampadas y sólo autorizaron las concentraciones hasta las 22H00 (20H00 GMT).
"Más allá de esas horas lo que se estaría es vulnerando la ley", afirmó la vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. "Evidentemente no va a haber acampadas porque son actos ilegales", aseguró el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz.
Los "indignados" prevén sin embargo realizar un minuto de silencio en Sol a medianoche y después algunos podrían intentar quedarse, creando una situación de tensión con la policía, que desplegó a 1.500 agentes.
"No será una acampada, sino una asamblea permanente", explica Luis, portavoz del movimiento, esperando que esta fórmula les permita quedarse en la plaza hasta el martes, cuando los "indignados" celebran su primer año.
Desde que el campamento de Sol fue desmantelado el 12 de junio del año pasado, el movimiento perdió visibilidad pero siguió viviendo en las redes sociales, en las asambleas de barrio y en la lucha contra la exclusión. Eso sí, con menos seguidores.
"Los que han permanecido son los más concienciados, actuando en acciones sectoriales como por ejemplo oponiéndose a los desahucios", señala Antonio Alaminos, catedrático de sociología de la universidad de Alicante.
Efecto más concreto de la movilización de los "indignados", el nuevo impulso dado a la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH), que desde 2009 lucha contra los desalojos de familias sobreendeudadas -muchas de ellas inmigrantes-, logró en los últimos meses bloquear o retrasar decenas de expulsiones.
Nacido hace un año para protestar contra la crisis, los políticos y los excesos del capitalismo, el movimiento de los "indignados" vuelve a las plazas de España este sábado, en el puntapié inicial de cuatro días de movilizaciones para demostrar que su espíritu sigue vivo.
Bajo el lema "Toma la calle", los activistas, en su mayoría jóvenes movilizados a través de las redes sociales, convocaron concentraciones en 80 ciudades, entre ellas Madrid y Barcelona.
En torno a una pancarta blanca en la que podía leerse "Open your eyes" (abre los ojos), los primeros "indignados" comenzaron a reunirse por la mañana en la céntrica Plaza Cataluña de Barcelona.
Gracias al movimiento surgido el 15 de mayo pasado "poco a poco la sociedad ha ido abriendo los ojos", afirma Noelia Moreno, de 30 años, una de las participantes en aquella protesta que, inspirada en las de la primavera árabe, sorprendió al mundo.
"Creo que ha cambiado algo en la mentalidad de la gente, no es algo muy tangible ahora pero se ha plantado una semillita que de cara al futuro se irá viendo", asegura.
Es consciente, sin embargo, de la necesidad de mantener el movimiento vivo. "Es una carrera de fondo, nadie puede cambiar todo un sistema político en un día ni un año, eso lleva tiempo", dice.
Mantener ese impulso es precisamente lo que buscan los "indignados" en este primer aniversario, que durante cuatro días dará pie a debates y asambleas populares en plazas de toda España.
Ahora tienen más motivos que nunca para protestar, el país vuelve a estar en recesión, el desempleo afecta al 24,44% de la población activa y al 52% de los jóvenes y el gobierno conservador de Mariano Rajoy impuso medidas de rigor por unos 30.000 millones de euros.
Bajo un sol abrasador, cientos de personas, muchos con la camiseta verde del movimiento contra los recortes en educación, partieron a primera hora de la tarde de los suburbios del sur de Madrid.
Precedidos por una banderola que proclamaba "El problema es el sistema. ¡Rebélate!", su objetivo era converger con otras columnas madrileñas en la emblemática Puerta del Sol.
Fue en esta plaza donde se instaló hace un año un improvisado campamento de carpas y sacos de dormir que, con su comedor, su guardería y su biblioteca, se convirtió en el símbolo del hartazgo popular por la crisis, inspirando movimientos similares otros países.
Con motivo del aniversario también se convocaron el sábado protestas en ciudades como París, Atenas, Nueva York o Rio de Janeiro.
Pero todas las miradas volverán a estar puestas en Sol, porque las autoridades españolas advirtieron que no habrá nuevas acampadas y sólo autorizaron las concentraciones hasta las 22H00 (20H00 GMT).
"Más allá de esas horas lo que se estaría es vulnerando la ley", afirmó la vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. "Evidentemente no va a haber acampadas porque son actos ilegales", aseguró el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz.
Los "indignados" prevén sin embargo realizar un minuto de silencio en Sol a medianoche y después algunos podrían intentar quedarse, creando una situación de tensión con la policía, que desplegó a 1.500 agentes.
"No será una acampada, sino una asamblea permanente", explica Luis, portavoz del movimiento, esperando que esta fórmula les permita quedarse en la plaza hasta el martes, cuando los "indignados" celebran su primer año.
Desde que el campamento de Sol fue desmantelado el 12 de junio del año pasado, el movimiento perdió visibilidad pero siguió viviendo en las redes sociales, en las asambleas de barrio y en la lucha contra la exclusión. Eso sí, con menos seguidores.
"Los que han permanecido son los más concienciados, actuando en acciones sectoriales como por ejemplo oponiéndose a los desahucios", señala Antonio Alaminos, catedrático de sociología de la universidad de Alicante.
Efecto más concreto de la movilización de los "indignados", el nuevo impulso dado a la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH), que desde 2009 lucha contra los desalojos de familias sobreendeudadas -muchas de ellas inmigrantes-, logró en los últimos meses bloquear o retrasar decenas de expulsiones.