En Kabul, Obama preparó el fin de la guerra pero talibanes atacan de nuevo
Kabul, AFP
Los talibanes atacaron el miércoles, en el primer aniversario de la muerte de Osama Bin Laden, una residencia para extranjeros cerca de Kabul, causando al menos siete muertos, apenas unas horas después de la visita del presidente Barack Obama para preparar el final de la guerra.
Este ataque en los suburbios de la capital demuestra una vez más la capacidad de los talibanes, aliados de Al Qaeda, a golpear hasta en la ciudad en principio ultra protegida, menos de dos años antes de la salida prevista de las tropas de combate de la OTAN del país y del traspase de su seguridad a las fuerzas locales.
El asalto se lanzó hacia las 06H15 locales (01H30 GMT) por los rebeldes escondidos bajo burkas que detonaron un carro-bomba ante el “Green Village”, un complejo protegido que alberga entre otros a empleados de la ONU, de la Unión Europea y de ONG, antes de atacar a sus guardias.
Según el ministerio afgano del Interior, murieron siete personas, incluido un guardia. Al menos seis de estas víctimas son afganas, precisó.
El ataque también hirió a 18 personas, ocho de las cuales ingresaron en el hospital, según el ministerio de Salud.
Hacia las 10H00 (05H30 GMT), la fuerza de la OTAN en Afganistán (Isaf) anunció que el asalto finalizó y que todos los asaltantes -tres según el ministerio del Interior- murieron.
Los talibanes reivindicaron el asalto, afirmando querer responder así a la visita nocturna relámpago de Barack Obama en el país.
Durante su estancia de seis horas, un año exactamente tras la eliminación de Osama Bin Laden en el Pakistán vecino, Obama, que aspira dentro de seis meses a un segundo mandato de cuatro años, se presentó sobre todo ante sus compatriotas como una comandante en jefe capaz de poner fin a este interminable conflicto, aunque evitó fijar una fecha.
Cerca de 11 años después de que Estados Unidos invadieran Afganistán en respuesta al 11 de Septiembre, derrocando al régimen de los talibanes que albergaron a Al Qaeda y a su jefe Bin Laden, más de 1.950 soldados estadounidenses han perdido la vida en este conflicto que fatiga cada vez más a la opinión pública estadounidense.
En un discurso a los soldados retransmitido en directo por las televisiones estadounidenses desde la base aérea estadounidense de Bagram, cerca de Kabul, Obama prometió “un nuevo día” a sus compatriotas, afirmando que vencer a Al Qaida estaba “ahora al alcance” de Estados Unidos.
“Incluso aquí en Afganistán, en la oscuridad que precede al alba de Afganistán, distinguimos el resplandor de un nuevo día que asoma por el horizonte”, afirmó Obama.
“Este periodo de guerra empezó en Afganistán, y aquí concluirá”, dijo también el presidente.
“Reconozco que numerosos estadounidenses están hartos de la guerra (…) No dejaré en peligro a estadounidenses ni un solo día más de lo absolutamente necesario para nuestra seguridad nacional. Pero debemos poner fin a esta guerra de manera responsable”, expresó.
Durante su visita, el presidente estadounidense también firmó un acuerdo de cooperación estratégico con su homólogo afgano, Hamid Karzai, que marca las condiciones de una presencia de soldados estadounidenses en su país hasta 2024.
Dicho acuerdo no contempla bases militares permanentes en Afganistán, pero compromete a este país a dar “acceso y a permitir a las fuerzas estadounidenses actuar hasta 2014 y más allá”. Obama también volvió a llamar a los talibanes a que entregen las armas y participen a la reconciliación nacional.
Los talibanes han intensificado de forma considerable la insurrección en los últimos años y extendido sus acciones de guerrilla a la casi totalidad del territorio.
El ataque del miércoles ocurre dos semanas después de otro, de gran amplitud, en la capital afgana, donde decenas de rebeldes atacaron oficinas del gobierno, de las embajadas y de las bases militares extranjeras.
La fuerza de la OTAN, dirigida por Washington, cuenta todavía con unos 130.000 soldados, más de los dos tercios de los cuales estadounidenses. Pero los occidentales prevén retirar todas sus tropas de combate del país antes de finales de 2014, dejando el país ante el peligro de una posible guerra civil.
Pakistán por su parte permanecía el miércoles en estado de alerta, por temor atentados por parte de los grupos islamistas locales aliados a Al Qaida, un año día por día tras el ataque de las fuerzas especiales estadounidense que mató a Bin Laden en Abbottabad, en el norte del país.
Los talibanes atacaron el miércoles, en el primer aniversario de la muerte de Osama Bin Laden, una residencia para extranjeros cerca de Kabul, causando al menos siete muertos, apenas unas horas después de la visita del presidente Barack Obama para preparar el final de la guerra.
Este ataque en los suburbios de la capital demuestra una vez más la capacidad de los talibanes, aliados de Al Qaeda, a golpear hasta en la ciudad en principio ultra protegida, menos de dos años antes de la salida prevista de las tropas de combate de la OTAN del país y del traspase de su seguridad a las fuerzas locales.
El asalto se lanzó hacia las 06H15 locales (01H30 GMT) por los rebeldes escondidos bajo burkas que detonaron un carro-bomba ante el “Green Village”, un complejo protegido que alberga entre otros a empleados de la ONU, de la Unión Europea y de ONG, antes de atacar a sus guardias.
Según el ministerio afgano del Interior, murieron siete personas, incluido un guardia. Al menos seis de estas víctimas son afganas, precisó.
El ataque también hirió a 18 personas, ocho de las cuales ingresaron en el hospital, según el ministerio de Salud.
Hacia las 10H00 (05H30 GMT), la fuerza de la OTAN en Afganistán (Isaf) anunció que el asalto finalizó y que todos los asaltantes -tres según el ministerio del Interior- murieron.
Los talibanes reivindicaron el asalto, afirmando querer responder así a la visita nocturna relámpago de Barack Obama en el país.
Durante su estancia de seis horas, un año exactamente tras la eliminación de Osama Bin Laden en el Pakistán vecino, Obama, que aspira dentro de seis meses a un segundo mandato de cuatro años, se presentó sobre todo ante sus compatriotas como una comandante en jefe capaz de poner fin a este interminable conflicto, aunque evitó fijar una fecha.
Cerca de 11 años después de que Estados Unidos invadieran Afganistán en respuesta al 11 de Septiembre, derrocando al régimen de los talibanes que albergaron a Al Qaeda y a su jefe Bin Laden, más de 1.950 soldados estadounidenses han perdido la vida en este conflicto que fatiga cada vez más a la opinión pública estadounidense.
En un discurso a los soldados retransmitido en directo por las televisiones estadounidenses desde la base aérea estadounidense de Bagram, cerca de Kabul, Obama prometió “un nuevo día” a sus compatriotas, afirmando que vencer a Al Qaida estaba “ahora al alcance” de Estados Unidos.
“Incluso aquí en Afganistán, en la oscuridad que precede al alba de Afganistán, distinguimos el resplandor de un nuevo día que asoma por el horizonte”, afirmó Obama.
“Este periodo de guerra empezó en Afganistán, y aquí concluirá”, dijo también el presidente.
“Reconozco que numerosos estadounidenses están hartos de la guerra (…) No dejaré en peligro a estadounidenses ni un solo día más de lo absolutamente necesario para nuestra seguridad nacional. Pero debemos poner fin a esta guerra de manera responsable”, expresó.
Durante su visita, el presidente estadounidense también firmó un acuerdo de cooperación estratégico con su homólogo afgano, Hamid Karzai, que marca las condiciones de una presencia de soldados estadounidenses en su país hasta 2024.
Dicho acuerdo no contempla bases militares permanentes en Afganistán, pero compromete a este país a dar “acceso y a permitir a las fuerzas estadounidenses actuar hasta 2014 y más allá”. Obama también volvió a llamar a los talibanes a que entregen las armas y participen a la reconciliación nacional.
Los talibanes han intensificado de forma considerable la insurrección en los últimos años y extendido sus acciones de guerrilla a la casi totalidad del territorio.
El ataque del miércoles ocurre dos semanas después de otro, de gran amplitud, en la capital afgana, donde decenas de rebeldes atacaron oficinas del gobierno, de las embajadas y de las bases militares extranjeras.
La fuerza de la OTAN, dirigida por Washington, cuenta todavía con unos 130.000 soldados, más de los dos tercios de los cuales estadounidenses. Pero los occidentales prevén retirar todas sus tropas de combate del país antes de finales de 2014, dejando el país ante el peligro de una posible guerra civil.
Pakistán por su parte permanecía el miércoles en estado de alerta, por temor atentados por parte de los grupos islamistas locales aliados a Al Qaida, un año día por día tras el ataque de las fuerzas especiales estadounidense que mató a Bin Laden en Abbottabad, en el norte del país.