El ‘caso Timoshenko’
Europa debe mantener su presión frente a la deriva autoritaria del presidente ucranio
Ucrania, El País
El caso de la ex primera ministra de Ucrania Yulia Timoshenko, encarcelada y en huelga de hambre tras acusar de maltrato a sus carceleros, socava seriamente los planes del presidente Víktor Yanukóvich. No solo la oposición le acusa de eliminar a rivales mediante procedimientos oscuros, un juicio de motivación política en el caso de Timoshenko, condenada en octubre a siete años por supuesto abuso de poder y pendiente de un nuevo proceso por corrupción. Las protestas de los Gobiernos europeos contra Kiev por su trato a la líder opositora no se circunscriben ya a la congelación del acuerdo de asociación de Ucrania con la UE. En los últimos días, cinco presidentes han anunciado su ausencia de la cumbre de este mes en Yalta. Y es muy probable un boicot político del campeonato europeo de fútbol que Ucrania coalbergará en junio; un evento que Kiev considera su definitiva carta de presentación europea, pese a las crecientes acusaciones de gansterismo sobre su organización.
La corrupción ha dominado la política y los negocios en Ucrania también antes de que Yanukóvich llegara al poder, en enero de 2010. Pero el encarcelamiento de adversarios como táctica ha tensado al límite las relaciones de Kiev con la UE y Estados Unidos, que aguardan las elecciones parlamentarias de octubre —a las que los dos principales partidos opositores concurrirán unidos— como la prueba de fuego de las dudosas credenciales democráticas del presidente. Es el primer intento serio de la oposición para desafiar el control absoluto de Yanukóvich en sus dos años al frente de Ucrania, tras derrotar a Timoshenko en unos comicios que cerraron el ciclo de la revolución naranja. Durante este tiempo, ha puesto una vela a Rusia y otra a la UE, sin conseguir, por diferentes motivos, el beneplácito de ninguno de los dos vecinos.
Ucrania es cada vez más un régimen autoritario y cleptocrático. Ni Yanukóvich puede pretender que el encarcelamiento de su archienemiga responde a una decisión soberana de la justicia ucrania, ni tampoco aspirar a no ser presionado por una UE que se limita a aplicar principios elementales como el respeto por los derechos humanos y la transparencia democrática. El líder ucranio prefiere mostrar una firmeza granítica respecto a Timoshenko que ser acusado de debilidad por los suyos. Pero si la integración europea sigue siendo su objetivo primordial, como repite solemnemente, tiene ante sí un largo y difícil camino por recorrer.
Ucrania, El País
El caso de la ex primera ministra de Ucrania Yulia Timoshenko, encarcelada y en huelga de hambre tras acusar de maltrato a sus carceleros, socava seriamente los planes del presidente Víktor Yanukóvich. No solo la oposición le acusa de eliminar a rivales mediante procedimientos oscuros, un juicio de motivación política en el caso de Timoshenko, condenada en octubre a siete años por supuesto abuso de poder y pendiente de un nuevo proceso por corrupción. Las protestas de los Gobiernos europeos contra Kiev por su trato a la líder opositora no se circunscriben ya a la congelación del acuerdo de asociación de Ucrania con la UE. En los últimos días, cinco presidentes han anunciado su ausencia de la cumbre de este mes en Yalta. Y es muy probable un boicot político del campeonato europeo de fútbol que Ucrania coalbergará en junio; un evento que Kiev considera su definitiva carta de presentación europea, pese a las crecientes acusaciones de gansterismo sobre su organización.
La corrupción ha dominado la política y los negocios en Ucrania también antes de que Yanukóvich llegara al poder, en enero de 2010. Pero el encarcelamiento de adversarios como táctica ha tensado al límite las relaciones de Kiev con la UE y Estados Unidos, que aguardan las elecciones parlamentarias de octubre —a las que los dos principales partidos opositores concurrirán unidos— como la prueba de fuego de las dudosas credenciales democráticas del presidente. Es el primer intento serio de la oposición para desafiar el control absoluto de Yanukóvich en sus dos años al frente de Ucrania, tras derrotar a Timoshenko en unos comicios que cerraron el ciclo de la revolución naranja. Durante este tiempo, ha puesto una vela a Rusia y otra a la UE, sin conseguir, por diferentes motivos, el beneplácito de ninguno de los dos vecinos.
Ucrania es cada vez más un régimen autoritario y cleptocrático. Ni Yanukóvich puede pretender que el encarcelamiento de su archienemiga responde a una decisión soberana de la justicia ucrania, ni tampoco aspirar a no ser presionado por una UE que se limita a aplicar principios elementales como el respeto por los derechos humanos y la transparencia democrática. El líder ucranio prefiere mostrar una firmeza granítica respecto a Timoshenko que ser acusado de debilidad por los suyos. Pero si la integración europea sigue siendo su objetivo primordial, como repite solemnemente, tiene ante sí un largo y difícil camino por recorrer.