Defensores y detractores de El Asad combaten en el norte de Líbano
Al menos ocho personas han muerto y decenas han resultado heridas en los últimos cinco días
Ana Carbajosa
Damasco, El País
La violencia sectaria entre defensores y detractores del régimen sirio volvió a prender ayer dejando varios heridos en Trípoli, la ciudad costera del norte de Líbano, según informaron fuerzas de la seguridad libanesa a la agencia France Presse. Al menos ocho personas han muerto y decenas han resultado heridas en los últimos cinco días a consecuencia de unos enfrentamientos, que han provocado el despliegue del Ejército libanés, ante el temor de que los choques se extiendan en una zona altamente volátil.
Los soldados libaneses lograron en principio pacificar la zona el martes, tras tres días de combates entre barrios y confesiones rivales. Estas nuevas escaramuzas dan, sin embargo, una idea de que pervive el peligro de que el conflicto sirio incendie el vecino Líbano, un país pequeño y dividido, en el que la paz permanece cosida con alfileres.
Los combates estallaron tras la detención de Shadi Mawlawi, un islamista al que las autoridades acusan de terrorismo y supuesto militante a favor de la revolución siria. Los islamistas suníes consideran que con la detención el Gobierno controlado por la milicia-partido chií Hezbolá ha querido proteger al régimen de Damasco.
Bab al Tabane, poblado por musulmanes suníes y Yabal Moshen, donde predominan los alauíes, la secta a la que pertenece el presidente sirio Basar el Asad, son los dos barrios enfrentados y entre los que periódicamente salta la chispa. Líderes políticos y religiosos se han mantenido reuniones en los últimos días para tratar de reducir la tensión, según informa la prensa libanesa.
Los choques de Trípoli son de alguna manera un reflejo de las divisiones en todo el país ante la revuelta siria que dura ya 14 meses y en la que los grupos rebeldes aspiran a derrocar al presidente El Asad. La situación en Trípoli es, sin embargo, particularmente delicada debido a la avalancha de refugiados sirios que ha cruzado la frontera huyendo de la violencia y al trasiego de víveres y todo tipo de ayuda destinada a los opositores sirios.
“Hace 30 años, dispararon a un hombre allí. Ayer, uno de sus familiares murió en el mismo lugar. Siempre vamos a vivir así. Mis hijos y sus hijos. Esto no va a terminar hasta que no arrastremos a Líbano a otra guerra”, dijo un residente de Trípoli a la agencia Reuters.
Ana Carbajosa
Damasco, El País
La violencia sectaria entre defensores y detractores del régimen sirio volvió a prender ayer dejando varios heridos en Trípoli, la ciudad costera del norte de Líbano, según informaron fuerzas de la seguridad libanesa a la agencia France Presse. Al menos ocho personas han muerto y decenas han resultado heridas en los últimos cinco días a consecuencia de unos enfrentamientos, que han provocado el despliegue del Ejército libanés, ante el temor de que los choques se extiendan en una zona altamente volátil.
Los soldados libaneses lograron en principio pacificar la zona el martes, tras tres días de combates entre barrios y confesiones rivales. Estas nuevas escaramuzas dan, sin embargo, una idea de que pervive el peligro de que el conflicto sirio incendie el vecino Líbano, un país pequeño y dividido, en el que la paz permanece cosida con alfileres.
Los combates estallaron tras la detención de Shadi Mawlawi, un islamista al que las autoridades acusan de terrorismo y supuesto militante a favor de la revolución siria. Los islamistas suníes consideran que con la detención el Gobierno controlado por la milicia-partido chií Hezbolá ha querido proteger al régimen de Damasco.
Bab al Tabane, poblado por musulmanes suníes y Yabal Moshen, donde predominan los alauíes, la secta a la que pertenece el presidente sirio Basar el Asad, son los dos barrios enfrentados y entre los que periódicamente salta la chispa. Líderes políticos y religiosos se han mantenido reuniones en los últimos días para tratar de reducir la tensión, según informa la prensa libanesa.
Los choques de Trípoli son de alguna manera un reflejo de las divisiones en todo el país ante la revuelta siria que dura ya 14 meses y en la que los grupos rebeldes aspiran a derrocar al presidente El Asad. La situación en Trípoli es, sin embargo, particularmente delicada debido a la avalancha de refugiados sirios que ha cruzado la frontera huyendo de la violencia y al trasiego de víveres y todo tipo de ayuda destinada a los opositores sirios.
“Hace 30 años, dispararon a un hombre allí. Ayer, uno de sus familiares murió en el mismo lugar. Siempre vamos a vivir así. Mis hijos y sus hijos. Esto no va a terminar hasta que no arrastremos a Líbano a otra guerra”, dijo un residente de Trípoli a la agencia Reuters.