Viento a favor en América Latina

El subcontinente crece a buen ritmo, pero sin perder de vista los problemas en Europa y la desaceleración de China

Montevideo, El País
Era una reunión de ministros de Economía, gobernadores de los bancos centrales, banqueros e inversores, pero en la sesión inaugural tomaron la palabra un maestro de bailarines, un dramaturgo, una alfabetizadora y una exministra de Cultura. En la inauguración de la reunión anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), celebrada recientemente en Montevideo, se habló de cultura, y tal vez eso sea representativo del momento que atraviesa la economía latinoamericana. Ya no se viven las urgencias de otros tiempos, ni siquiera las que afronta Europa, aunque queda mucho por hacer tanto en el fomento cultural como en el desarrollo económico. “Es gracioso que ahora la crisis es mundial, pero acá no hay crisis”, comentó el dramaturgo, el joven uruguayo Gabriel Calderón. Lo usual era que las cosas sucedieran al revés. El desafío es que la gracia persista y contagie a los 174 millones de latinoamericanos, un 31% del total, que malviven en la pobreza.

El porcentaje de pobres demuestra, pese a todo, un progreso “impresionante” respecto de las décadas de los ochenta y noventa del siglo XX, según Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que participó en una jornada de reflexión paralela a la reunión del BID. En la sede de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), con vistas a La Rambla de la capital uruguaya y al Río de la Plata, Bárcena destacó que Latinoamérica “está aprendiendo de su pasado, es más prudente en la macroeconomía y más progresiva en materia social”. De todos modos, advirtió, “esta no será necesariamente la década de Latinoamérica”. En 2010, tras la Gran Recesión mundial, la economía de la zona se expandió un 6,2%. En 2011 el ritmo de crecimiento bajó al, 4% y la CEPAL prevé que este año crezca un 3,7%, dada la recesión en Europa, la desaceleración del crecimiento chino y la recuperación aún no tan fulgurante de EE UU.

El informe de coyuntura que difundió el BID en la reunión de Montevideo calcula que la economía latinoamericana se expandirá el 3,6%. Pero el banco que preside Luis Alberto Moreno abre el paraguas y plantea otros dos pronósticos. En uno empeoran la recesión de Europa y la desaceleración de China sin que la actividad interna de EE UU se ralentice por motivos endógenos. En ese caso, la economía latinoamericana se estancaría en 2012. Pero si la situación europea deriva en una crisis y se prolonga hasta al año siguiente, China crecería todavía menos y EE UU se contraería, con lo que el PIB de América Latina caería más del 3%.

Los bancos, que siempre suelen arrojar pronósticos más optimistas de lo que a veces la realidad evidencia, confían en que ocurrirá el primero de los escenarios. En hoteles de lujo y clubes de golf, JP Morgan y el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, según sus siglas en inglés), que reúne a 450 bancos de 70 países, organizaron seminarios paralelos al encuentro del BID a los que asistieron inversores. En el encuentro de JP Morgan, los participantes coincidieron en que seguirían apostando por Latinoamérica porque crecerá un 3,6%, tiene bajas necesidades de financiamiento y se beneficia de los precios de las materias primas, que se mantienen altos porque dependen más de la evolución de China que de la de Europa. El IIF pronostica un 3,7% porque destaca la capacidad de la región para resistir las sacudidas externas. El instituto prevé que Perú, Colombia y Venezuela, en año electoral, crezcan por encima del 4%. Brasil alcanzaría un 3,4% y México, un 3,6%. Los banqueros coinciden en que una desaceleración mayor a la esperada en China constituye el principal fantasma latinoamericano.

Aun si se cumplen las perspectivas de crecimiento moderado para 2012, las autoridades de la región afrontan serios desafíos. Bárcena mencionó en primer lugar la inflación, dado el aumento de los precios internacionales de las materias primas. De eso ya se quejan los automovilistas colombianos o argentinos, por ejemplo. En segundo término, señaló la apreciación de los tipos de cambio, lo que implica una señal fuerte en contra de la exportación y a favor de la importación, con el consiguiente deterioro de la cuenta corriente, clave para contrarrestar las fugas de capitales que se producen de un día para otro cuando se acaba la confianza. El IIF aboga por que los países modifiquen sus políticas macroeconómicas para proteger la competitividad. En tercer lugar, la jefa de CEPAL identificó precisamente la amenaza de la volatilidad de los mercados financieros internacionales. La incertidumbre provoca costes para empresas y trabajadores, según comentó el ministro de Economía de Uruguay, Fernando Lorenzo.

En cuarto término, Bárcena se refirió a un desafío estructural como el del aumento de la productividad. “Hay una brecha entre las pymes y las empresas que están en la vanguardia”, observó la experta mexicana. Por la comodidad que provocan los buenos precios de los productos básicos importados, se desindustrializa la producción latinoamericana. El quinto elemento es la desigualdad, menor que hace una década, pero alta de todos modos. Los banqueros no solían preocuparse mucho por la equidad en el pasado, pero en el último informe del IIF lo señalan como uno de los principales “riesgos” de la región. Por eso recomiendan que los gobernantes pongan en marcha políticas para reducir las desigualdades como si de una inversión se tratase. Eso les permitiría recabar apoyos a las recetas de mercado y mermar las opciones que ellos consideran “populistas”. El ministro de Economía de Uruguay advirtió de que es mayor la desigualdad en la distribución de los medios de producción de recursos naturales que en la de ingresos. “La valoración de la producción basada en recursos naturales ofrece oportunidades de crecimiento, pero también tensiones de tipo distributivo, por una cuestión de justicia y por tratarse de recursos no renovables”, explicó Lorenzo.

Un sexto factor es la política fiscal. “América Latina recauda poco y mal, con impuestos regresivos, y tenemos problemas en el gasto”, disparó Bárcena. En séptimo lugar aparece la necesidad de una mayor inversión. Latinoamérica invierte el equivalente al 22,9% del PIB, por debajo del 25% que desembolsaba entre 1970 y 1982, cuando estallaba la crisis de la deuda y comenzaba la llamada década perdida. Asia-Pacífico está en un 35%. Uno de los destinos de la inversión es la infraestructura, que alcanza el 2% del PIB, frente al 8% del este de Asia.

La violencia fue mencionada como problema por el secretario general iberoamericano. La delincuencia en general, y el narcotráfico en particular, destruyen vidas humanas, pero también el entorno económico. El modo de combatirlos tampoco garantiza mayor seguridad. Iglesias señaló un noveno reto: “Hay que ver cómo nos integramos con China. A la africana no sirve”. El expresidente del BID aludió así a un esquema más parecido al colonialismo económico que a una relación simbiótica.

Un décimo asunto pendiente es la integración regional. Solo el 17% de las exportaciones de los países latinoamericanos se destina a la región. En Asia, el comercio intrarregional supone el 45% del total. Países como Brasil y Argentina buscan preservar sus industrias o evitar déficits en la cuenta corriente mediante la aplicación de barreras al intercambio, mientras México, Chile, Colombia y Perú tienen fe ciega en el libre comercio.

La lista continúa. El ministro de Economía de Perú, Luis Miguel Castilla, llamó a mejorar la calidad de las instituciones. “Debemos modernizar el Estado peruano, que la carrera en la Administración pública esté regida por la meritocracia y la transparencia. Además, hay problemas de gobernabilidad en distintos países que deben resolverse con una presencia más efectiva del Estado”, opinó Castilla.

Algunos factores que en la actualidad contribuyen al crecimiento latinoamericano pueden transformarse en un bumerán. Dado los altos precios y la elevada demanda de materias primas, la región se ha hecho más dependiente de ellas, según el BID. Para países como Brasil, Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Uruguay y Venezuela, las exportaciones de productos básicos representan más del 50% de sus envíos al exterior, según el IIF. La excepción es México entre las grandes economías del vecindario. Una vulnerabilidad adicional radica en la dependencia de los ingresos fiscales respecto de las materias primas agrícolas, petroleras y mineras. Los precios de los metales, principal exportación de Chile y Perú, corren el riesgo de una desaceleración de China, y sobre todo de una caída en la inversión de este país. Los precios de los granos también pueden bajar, pero no tanto, pues no se esperan grandes retrocesos en la expansión de las clases medias china e india, que demandan cada vez más alimentos. Esto constituye una buena noticia para Argentina, Brasil o Uruguay.

El fuerte ingreso de capitales, que suele manifestarse con un rápido crecimiento del crédito, también puede frenarse. El BID recuerda que las economías emergentes han sufrido crisis bancarias o recesiones en alrededor del 50% de los casos en que habían producido auges de entradas de fondos especulativos. El organismo presidido por el colombiano Moreno recomienda entonces que los países refuercen la supervisión de los bancos y la prudencia en sus políticas macroeconómicas. Brasil ha recurrido a una batería de controles de capitales. Argentina y Venezuela también los han aplicado, pero no porque corran el peligro de un auge de entradas sino, por el contrario, porque quieren restringir las salidas. Los bancos centrales de ambos perdiendo reservas el año pasado, a diferencia del resto de los vecinos.

En caso de que empeore la crisis europea, los analistas en Latinoamérica se preguntan si la región podrá ejercer una política contracíclica como la que combatió con inusual éxito el impacto de la debacle de Lehman Brothers en 2008. Parte del estímulo fiscal que se aplicó en su momento ya ha sido retirado, pero otra porción continúa vigente, sobre todo en lo que se refiere al gasto social, algo lógico teniendo en cuenta los aún altos índices de pobreza de la región. Además, el BID recomienda el mantenimiento de los estímulos en casos como el actual, cuando existen riesgos de crisis. Pero el banco advierte de que los déficits fiscales estructurales han crecido, con lo que “la región está menos preparada que antes de la Gran Recesión para responder a una perturbación (externa) negativa con una política fiscal contracíclica”. Bárcena, en cambio, observa que “las finanzas públicas están bajo control”. Una mayor inestabilidad financiera mundial elevaría los costes de financiamiento de Latinoamérica, que por ahora siguen bajando.

El BID considera que pocos países se encuentran en mejores condiciones fiscales que en 2007, antes de la crisis mundial. Ellos son Bolivia y Uruguay. Por su parte, Argentina, Brasil, Honduras y Venezuela se encuentran igual que hace cinco años. Los demás carecen de la misma capacidad para ejercer políticas anticíclicas en caso de crisis. Si se desencadena el peor de los escenarios, el BID considera que solo Argentina, Bolivia y Nicaragua cuentan con “amplio espacio” para aplicar estímulos; El Salvador, Paraguay, Uruguay y Venezuela estarían en una situación “intermedia” y el resto, “restringido”.

Los tipos de interés de los países que se manejan con objetivos de inflación, que son la mayoría de las economías grandes, no se encuentran tan altos como antes de la crisis de 2008. De ahí que el BID alerte de que esta vez hay menos margen para bajarlos en caso de una nueva debacle mundial. Brasil y Chile han comenzado a reducirlos, mientras que otros países aún se mantienen más preocupados por la inflación.

Las políticas del Gobierno de Dilma Rousseff, sobre todo en la lucha contra la subida de precios, están despertando un “creciente escepticismo” en los inversores financieros, según quedó reflejado en el seminario de JP Morgan. Claro que los mercados muchas veces se equivocan. Los expertos tampoco se mostraron optimistas con las perspectivas de crecimiento y de mejoras de la competitividad en México. Colombia y Perú les despiertan “sentimientos positivos”, mientras que hay más interés por invertir en bonos de Venezuela que de Argentina, según un informe de JP Morgan.

Los países más dependientes de las exportaciones a Europa son Brasil, Chile, Honduras, Argentina, Costa Rica, Perú y Uruguay. Pero solo el 16% de las exportaciones van al Viejo Continente, lo que explica en parte por qué América Latina se ha contagiado tan poco de la crisis europea, según el IIF. Los países que tienen una mayor proporción de sus emigrantes en el Viejo Continente son Bolivia, Ecuador, República Dominicana y Uruguay, aunque para ninguno de ellos las remesas constituyen un factor decisivo en sus ingresos.

Como lo demostró ya en la crisis mundial de 2008, Latinoamérica cuenta con armas para defenderse de otra debacle. Como dijo el ministro de Economía de Uruguay, no todo lo bueno que le acontece a la región se explica por factores externos. La región dispone de niveles inéditos de reservas en sus bancos centrales, unos 765.000 millones de dólares. Es la segunda región con más bonos del Tesoro de EE UU. El peso de la deuda ha descendido al 35% del PIB, según destaca la CEPAL. El BID lamenta que la reducción del endeudamiento se haya estancado en los últimos años. Lo que ha bajado es la proporción de deuda pública externa, del 50% en 2002 al 16% en 2010. Los Gobiernos deben más a inversores de su país. Al mismo tiempo, ha subido el porcentaje de pasivos denominados en monedas locales, del 51% en 2007 al 57% en 2010. Es decir, los países corren menos riesgos de suspender pagos en caso de devaluación porque abonan las obligaciones en sus propias monedas.

En la reunión de ALADI, el ministro de Economía de Argentina, Hernán Lorenzino, destacó algunos “pilares inamovibles” de la política económica de los Kirchner: que sus objetivos “únicos” son el pleno empleo y la redistribución de la riqueza, que la prudencia fiscal no debe implicar ajustes recesivos, que la política tributaria debe extraer parte de las rentas “extraordinarias” de sectores como los de recursos naturales y que el Estado apoya las negociaciones colectivas entre empresas y empleados. “Aplicar políticas que no van por la misma senda de siempre puede tener buenos resultados para nuestra gente”, se jactó Lorenzino. Su par de Bolivia, Luis Arce, concretó que “el abandono del sistema neoliberal es una de las premisas” de su Gobierno. “Nosotros proclamamos la participación del Estado en la economía”, añadió Arce, que sorprendió en la reunión del BID con el anuncio de que Bolivia volverá a colocar un bono en los mercados internacionales después de 90 años de ausencia, para aprovechar los flujos de capitales que llegan a la región. El ministro de Economía de Perú resaltó otros atributos de su país, como el superávit fiscal, un sistema financiero capitalizado y con liquidez y la diversidad de destinos de exportación.

El BID destaca que la supervisión financiera y la prudencia macroeconómica ya han reducido la probabilidad de una crisis por una brusca reversión del flujo de capitales. Además, la experiencia de las acertadas políticas contracíclicas de 2008 puede servir para aplicar las más apropiadas de ser necesario otra vez. También la flexibilidad de los tipos de cambio supone un atributo positivo, según el BID.

Es así que el año pasado, en medio de la crisis europea, Latinoamérica batió su marca histórica de inversión extranjera directa: 138.000 millones de dólares. En especial destacaron las empresas chinas y las de la propia región, las llamadas multilatinas. Todo un contraste gracioso para el dramaturgo uruguayo Gabriel Calderón, pero no para los europeos.

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