Siria promete respetar el alto al fuego pero mantiene la represión
El Ejército sirio mantiene el asedio sobre Hama, según afirman fuentes opositoras al régimen
Jerusalén, El País
La enésima promesa de Damasco de que parará su sangrienta campaña militar contra los grupos opositores ha sido acogida con extrema cautela, pero también con cierta esperanza por parte de la comunidad internacional. El régimen sirio ha asegurado que dejará de disparar a las seis de la mañana del jueves —una hora menos en España—, pero también ha dicho que se reserva el derecho a atacar a aquellos que le agredan. El anuncio se produjo apenas 12 horas antes de que se cumpla el ultimátum propuesto por Kofi Annan, mediador designado pro Naciones Unidas y la Liga Árabe.
Sobre el terreno, las balas volvieron a sobrevolar Siria, ajenas a los vaivenes diplomáticos. Homs y Hama volvieron a ser las ciudades en las que la represión se volvió más violenta, según los testimonios de los activistas antigubernamentales que contaron una decena de víctimas mortales en la jornada del miércoles.
“Una fuente oficial del ministerio de Defensa ha dicho que han decidido parar las misiones de las fuerzas armadas a partir del jueves por la mañana, después de haber culminado con éxito las misiones para combatir actos criminales de grupos terroristas armados e imponer la autoridad del Estado en todos sus territorios”, indicó la agencia oficial de noticias siria Sana. Y añadía: “Las fuerzas armadas estarán en alerta para hacer frente a cualquier ataque de grupos terroristas”.
Un texto similar fue el que recibió Annan, que el miércoles se encontraba de visita en Irán, el principal valedor de Damasco. El portavoz de Annan detalló el contenido de la misiva, pero no detalló cómo se supervisará de cumplirse el alto el fuego ni sobre todo qué pasará en caso de que se incumpla. Tampoco hizo mención al resto del contenido del plan de Annan, que incluyen la retirada de las tropas y los tanques de las ciudades.
Dos niños sirios llegan al campo de refugiados de Kilis (Turquía). / BULENT KILIC (AFP)
Ante Annan, el Gobierno iraní volvió a insistir en la necesidad de dar tiempo a El Asad para que ponga en marcha las manidas reformas políticas que nunca llegan pero a las que Damasco no se cansa de hacer referencia. Rusia, otro gran aliado sirio, se apresuró ayer a ofrecer su interpretación de la evolución de la crisis. Para Moscú, la pelota está ahora en manos de la oposición, según hizo saber el viceministro de Exteriores ruso, Gennadi Gatilov.
La promesa siria llegó después de días de intensa actividad diplomática y de declaraciones subidas de tono por parte de varios países occidentales, que dicen desconfiar de las palabras del presidente sirio. “Bachar el Asad ha mentido a Kofi Annan”, dijo ayer el jefe de la diplomacia francesa Alain Juppe.
Algo más de un año de campañas militares con las que Damasco se ha afanado en aplastar a la oposición han dejado un balance más de 9.000 muertos, según el recuento de Naciones Unidas. La virulencia de la represión, junto al temor de que los enfrentamientos entre oficialistas y grupos rebeldes armados terminen en una guerra civil, ha motivado la intensa actividad diplomática que de momento no ha ofrecido resultados tangibles más allá de las buenas palabras.
Jerusalén, El País
La enésima promesa de Damasco de que parará su sangrienta campaña militar contra los grupos opositores ha sido acogida con extrema cautela, pero también con cierta esperanza por parte de la comunidad internacional. El régimen sirio ha asegurado que dejará de disparar a las seis de la mañana del jueves —una hora menos en España—, pero también ha dicho que se reserva el derecho a atacar a aquellos que le agredan. El anuncio se produjo apenas 12 horas antes de que se cumpla el ultimátum propuesto por Kofi Annan, mediador designado pro Naciones Unidas y la Liga Árabe.
Sobre el terreno, las balas volvieron a sobrevolar Siria, ajenas a los vaivenes diplomáticos. Homs y Hama volvieron a ser las ciudades en las que la represión se volvió más violenta, según los testimonios de los activistas antigubernamentales que contaron una decena de víctimas mortales en la jornada del miércoles.
“Una fuente oficial del ministerio de Defensa ha dicho que han decidido parar las misiones de las fuerzas armadas a partir del jueves por la mañana, después de haber culminado con éxito las misiones para combatir actos criminales de grupos terroristas armados e imponer la autoridad del Estado en todos sus territorios”, indicó la agencia oficial de noticias siria Sana. Y añadía: “Las fuerzas armadas estarán en alerta para hacer frente a cualquier ataque de grupos terroristas”.
Un texto similar fue el que recibió Annan, que el miércoles se encontraba de visita en Irán, el principal valedor de Damasco. El portavoz de Annan detalló el contenido de la misiva, pero no detalló cómo se supervisará de cumplirse el alto el fuego ni sobre todo qué pasará en caso de que se incumpla. Tampoco hizo mención al resto del contenido del plan de Annan, que incluyen la retirada de las tropas y los tanques de las ciudades.
Dos niños sirios llegan al campo de refugiados de Kilis (Turquía). / BULENT KILIC (AFP)
Ante Annan, el Gobierno iraní volvió a insistir en la necesidad de dar tiempo a El Asad para que ponga en marcha las manidas reformas políticas que nunca llegan pero a las que Damasco no se cansa de hacer referencia. Rusia, otro gran aliado sirio, se apresuró ayer a ofrecer su interpretación de la evolución de la crisis. Para Moscú, la pelota está ahora en manos de la oposición, según hizo saber el viceministro de Exteriores ruso, Gennadi Gatilov.
La promesa siria llegó después de días de intensa actividad diplomática y de declaraciones subidas de tono por parte de varios países occidentales, que dicen desconfiar de las palabras del presidente sirio. “Bachar el Asad ha mentido a Kofi Annan”, dijo ayer el jefe de la diplomacia francesa Alain Juppe.
Algo más de un año de campañas militares con las que Damasco se ha afanado en aplastar a la oposición han dejado un balance más de 9.000 muertos, según el recuento de Naciones Unidas. La virulencia de la represión, junto al temor de que los enfrentamientos entre oficialistas y grupos rebeldes armados terminen en una guerra civil, ha motivado la intensa actividad diplomática que de momento no ha ofrecido resultados tangibles más allá de las buenas palabras.