Sarkozy agita el fantasma de la crisis económica contra Hollande
Sarkozy redobla en los últimos días sus ataques contra el candidato socialista
El primer ministro conservador augura "una crisis masiva" si gana Hollande
París, El País
“No se hace campaña preparando la ruina del país que se pretende amar”. Esta sentencia de Nicolas Sarkozy marca el tono entre desabrido y apocalíptico que ha invadido la campaña de las presidenciales francesas a solo diez días de que se decida la primera vuelta. Mientras los mercados financieros vuelven a mostrar síntomas de pánico y Europa zozobra otra vez, el presidente saliente y su primer ministro, François Fillon, afirmaron que si gana las elecciones el socialista François Hollande, “habrá una crisis de confianza masiva y volverá la especulación contra el euro”.
Sarkozy ha redoblado en los últimos días sus ataques contra el candidato socialista para tratar de arrastrar a las urnas a la “Francia silenciosa" (la parte de la población menos cultivada y más temerosa), a los centristas que van abandonando a François Bayrou, a los indecisos (todavía un 30% según las encuestas) y a los abstencionistas, que los sondeos calculan en un número cercano al 20% de los inscritos.
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La estrategia a la desesperada, en vista de que la victoria en la segunda vuelta sigue estando a diez puntos para Sarkozy, es sin embargo un clásico en cualquier elección del planeta, y consiste en agitar el espectro de la llegada al poder de una izquierda financieramente irresponsable, dispendiosa y aficionada a subir los impuestos y a redistribuir los recursos abusando del talonario social.
Fillon, que llegó a Matignon (sede de la presidencia del Gobierno en París) en 2007 diciendo que Francia estaba en “estado de quiebra”, afirmó el miércoles durante un pequeño mitin ante 1.000 personas en Versalles que, si Hollande gana las elecciones el 6 de mayo, “al minuto siguiente” aumentará el riesgo de que Francia “sea desclasada” y regresen “los ataques especulativos contra el euro”.
Según Fillon, la razón es que Hollande quiere renegociar el tratado europeo (para añadir crecimiento y solidaridad a la austeridad), y llegar al déficit cero en 2017, y no en 2016 como Sarkozy.
El jefe del Estado dobló luego la dosis al afirmar que en caso de una victoria socialista se produciría una “crisis de confianza masiva” en Europa. “Si empezamos a contratar funcionarios, empezamos a gastar y ponemos en cuestión la reforma de las pensiones, no es que haya un riesgo de que aumenten los impuestos, es que hay una certeza”, afirmó Sarkozy a la cadena de radio France Info.
El secretario general de la UMP, Jean-François Copé, cerró el círculo del miedo diciendo que si se aplica el programa de Hollande habrá “un riesgo enorme de implosión del sistema económico” francés.
Las paradojas del ataque de la familia gaullista, que ha mantenido la presidencia de la República durante 53 años de los 67 pasados desde el fin de la II Guerra Mundial y ha dirigido el Gobierno durante casi cinco décadas, parecen evidentes. Francia no ha cerrado un ejercicio fiscal sin déficit en sus cuentas públicas desde 1979; la segunda economía de la zona euro perdió su triple A en enero después de tres ajustes durísimos y tras casi diez años de Ejecutivos conservadores; bajo el mandato de Sarkozy la deuda pública del país ha aumentado en 600 millones de euros y el desempleo en un millón de personas.
Respecto al futuro, las diferencias entre el programa económico del presidente y el de Hollande no parecen excesivas, al menos en cuanto al volumen de gasto comprometido. Sarkozy, que ayer negó que vaya a subir los impuestos si gana, admitió sin embargo unos días antes que la recaudación fiscal aumentará 40.000 millones en cinco años, aunque diversos analistas cifran la subida impositiva en 46.000 millones y le acusan de manejar unas previsiones irreales de crecimiento y de camuflar varias décimas de aumento del gasto público.
Los socialistas quieren retocar la reforma de las pensiones para permitir que los que han cotizado 40 anualidades puedan jubilarse a los 60 años y no a los 62, y prometen crear 60.000 puestos de trabajo en Educación. Pero Hollande se ha comprometido a respetar los compromisos de déficit fijados por Bruselas, y ha reiterado que no quiere revisar el tratado presupuestario, sino mejorarlo con medidas de estímulo que no afectarían al techo de gasto. La diferencia básica, como tantas veces, parece residir en la retórica. Hollande ofrece esperanza, justicia e igualdad. Tras haber dado por resuelta la crisis financiera varias veces, las nuevas turbulencias empujan ahora a Sarkozy al tradicional “o yo el caos”.
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París, El País
“No se hace campaña preparando la ruina del país que se pretende amar”. Esta sentencia de Nicolas Sarkozy marca el tono entre desabrido y apocalíptico que ha invadido la campaña de las presidenciales francesas a solo diez días de que se decida la primera vuelta. Mientras los mercados financieros vuelven a mostrar síntomas de pánico y Europa zozobra otra vez, el presidente saliente y su primer ministro, François Fillon, afirmaron que si gana las elecciones el socialista François Hollande, “habrá una crisis de confianza masiva y volverá la especulación contra el euro”.
Sarkozy ha redoblado en los últimos días sus ataques contra el candidato socialista para tratar de arrastrar a las urnas a la “Francia silenciosa" (la parte de la población menos cultivada y más temerosa), a los centristas que van abandonando a François Bayrou, a los indecisos (todavía un 30% según las encuestas) y a los abstencionistas, que los sondeos calculan en un número cercano al 20% de los inscritos.
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Fillon, que llegó a Matignon (sede de la presidencia del Gobierno en París) en 2007 diciendo que Francia estaba en “estado de quiebra”, afirmó el miércoles durante un pequeño mitin ante 1.000 personas en Versalles que, si Hollande gana las elecciones el 6 de mayo, “al minuto siguiente” aumentará el riesgo de que Francia “sea desclasada” y regresen “los ataques especulativos contra el euro”.
Según Fillon, la razón es que Hollande quiere renegociar el tratado europeo (para añadir crecimiento y solidaridad a la austeridad), y llegar al déficit cero en 2017, y no en 2016 como Sarkozy.
El jefe del Estado dobló luego la dosis al afirmar que en caso de una victoria socialista se produciría una “crisis de confianza masiva” en Europa. “Si empezamos a contratar funcionarios, empezamos a gastar y ponemos en cuestión la reforma de las pensiones, no es que haya un riesgo de que aumenten los impuestos, es que hay una certeza”, afirmó Sarkozy a la cadena de radio France Info.
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Los socialistas quieren retocar la reforma de las pensiones para permitir que los que han cotizado 40 anualidades puedan jubilarse a los 60 años y no a los 62, y prometen crear 60.000 puestos de trabajo en Educación. Pero Hollande se ha comprometido a respetar los compromisos de déficit fijados por Bruselas, y ha reiterado que no quiere revisar el tratado presupuestario, sino mejorarlo con medidas de estímulo que no afectarían al techo de gasto. La diferencia básica, como tantas veces, parece residir en la retórica. Hollande ofrece esperanza, justicia e igualdad. Tras haber dado por resuelta la crisis financiera varias veces, las nuevas turbulencias empujan ahora a Sarkozy al tradicional “o yo el caos”.