Roma y Nápoli igualaron en un partido muy cambiante


Roma, Espn
En un partido de la fecha 35 del Calcio, disputado en la noche italiana del sábado en el estadio Olímpico de esta capital, Roma y Nápoli empataron por 2 a 2.

El brasileño Marqunho en la primera etapa puso arriba al local, Camilo Zúñiga y Edinson Cavani dieron vuelta al marcador en el complemento pero, sobre el final, otro brasileño, Simplicio, le dio cifras definitivas a la pizarra.

Con este resultado, la pelea por la tercera plaza se pone al rojo vivo. Nápoli ahora está tercero junto a Lazio, ambos con 55, detrás marchan Inter y Udinese con 52 y Roma con 51.

Si el domingo Udinese le ganara a Lazio en el Friuli e Inter superase a Cesena en el Meazza, tendríamos a cuatro equipos compartiendo la teecera posición a falta de tres jornadas, en un final de torneo increíblemente apasionante.

En la primera etapa, luego de un breve período de estudio, Roma tomó saldamente la iniciativa en sus manos. Nápoli jugaba con un ritmo demasiado blando, sin presionar y dejándoles libertad a los volantes de Roma de circular el balón "a piacere".

Nápoli tuvo un par de chances, una corrida de Zúñiga y otra de Hamsik por el "carril del diez", ambas cerradas con remates débiles y centrales (que pusieron loco a Cavani, libre por el medio en los dos casos), pero Roma era dueña del trámite.

La primera chance clara la tuvo Gago: Totti remató muy fuerte, De Sanctis dio rebote y el volante argentino, llegando de frente, la quiso ubicar a lado del palo pero terminó, de manera increíble, enviándola afuera desde un par de pasos. Luego De Sanctis salvó ante Bojan y Marquinho le perdonó la vida al arquero cabeceando desviado.

Pero el gol estaba en el áire y llegó sobre el final del tiempo: Totti abrió de manera deliciosa hacia la derecha para la corrida de Rosi, el lateral metió el centro rasante y Marquinho, en anticipo sobre el borde del área chica, la mandó a guardar, así que Roma se fue al descanso con una ventaja merecida.

Mazzari debe haber gritado y mucho en los vestuarios, porque Nápoli volvió con otra garra y tardó apenas cuatro minutos para igualar: Zúñiga (la figura para nosotros) recibió sobre el borde del área, algo desplazado por izquierda, y despachó un derechazo a girar al segundo palo, inatajable, un verdadero golazo.

Roma quedó sentida y Nápoli, de la mano del recién ingresado Pandev, quien tuvo un impacto importante sobre el partido, se adueñó de la iniciativa y se puso arriba con un derechazo impecable de Cavani, muy parecido al anterior del compañero colombiano y desde posición casi idéntica.

La visita dio la impresión de poder controlar el partido y llevarse un triunfo que lo ubicaba como máximo candidato en la carrera por la tercera plaza, pero Mazzarri en el final cometió un grave error, decidiendo el ingreso de Lavezzi por Cavani. El argentino lo hizo claramente sin ganas y Nápoli terminó sufriendo otra vez la maniobra local.

En cambio, Luís Enrique adivinó los ingresos del juvenil marfileño Tallo y del brasileño Simplicios, quienes armaron el empate: Tallo se fue bien por izquierda y metió el centro, Simplicio le ganó el anticipo a Aronica y la mandó a guardar de zurda.

En suma, un empate correcto, producto del clásico partido cambiante, de un tiempo cada uno pero con un sustancial equilibrio de valores entre los dos rivales. Claro que el empate le sirve de poco a Nápoli y casi de nada a Roma, pero ese ya es otro discurso.

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