¿Norteamérica tercermundista?
Arianna Huffington, fundadora de The Huffington Post, alerta del deterioro de la sociedad estadounidense en su nuevo libro
Washington, El País
El último libro de Arianna Huffington desprende aromas a 15-M. O, mejor dicho, a Occupy Wall Street, el movimiento de los indignados neoyorquinos. El viaje ideológico de esta exitosa empresaria de la comunicación, que a mediados de los noventa fue ferviente militante conservadora y ahora es una musa de la izquierda liberal, sigue adelante. No hay más que leer su último libro: Traición al sueño americano: cómo los políticos han abandonado a la clase media (Taurus). En la página 23, escribe: “Pero la magnitud del engaño al pueblo y del asalto a la clase media ha quedado en evidencia de manera muy chocante al comparar las medidas mínimas adoptadas para rescatar a las pequeñas y medianas empresas con las medidas máximas adoptadas para rescatar a las grandes entidades bancarias y financieras de Wall Street”.
—¿Se ha hecho usted simpatizante del movimiento Occupy Wall Street, o qué?
—Creo que Occupy Wall Street ha sido y continúa siendo un movimiento poderoso que da expresión a un sentido de la injusticia de nuestro sistema económico. El motivo por el que ha resonado tanto es porque ha calado en la sociedad y ha involucrado a gente que no está necesariamente muy politizada, pero que pensó en dar prioridad a la voz que expresa esa injusticia que sienten millones de personas. Gente que tiene la sensación de que la partida está amañada.
—¿Y piensa usted que la partida está amañada?
—Sí, la partida está amañada. Washington está lleno de lobbies que se salen con la suya: allí uno puede sacrificar el interés público para promover sus propios intereses.
Huffington habla desde un coche en marcha que se desplaza de Oxford a Londres. Acaba de participar en una charla. Es una mujer que no para. No para quieta un instante. Su vida da para varias películas, y ahora estamos en el capítulo del éxito absoluto como empresaria de la comunicación. Exmujer de un magnate del petróleo y excandidata a gobernadora de California, hace siete años, en 2005, fundó la web The Huffington Post, el gran fenómeno mediático del nuevo siglo, un éxito de audiencia sin precedentes. Política, famosos, incorporación de legiones de blogueros, mucho debate, conversación abierta en la red y marketing viral fueron las claves de su fórmula maestra. En tan solo seis años, en mayo de 2011, arrebataba el liderato de los diarios en Internet a The New York Times. Lo hizo tres meses después de sumar a su audiencia la de AOL (American Online), que redireccionó a sus usuarios al HuffPo —diminutivo de The Huffington Post— tras comprarlo por 227 millones de euros. Solo seis años. Ahora está inmersa en la expansión internacional de su marca. Las versiones francesa, canadiense y británica de su invento ya están en marcha. La española, El Huffington Post, participada al 50% por PRISA Noticias, editora de EL PAÍS, verá la luz el próximo 7 de junio. Y para este verano está previsto el lanzamiento de un canal televisivo en Internet, el HuffPost Streaming Network, que emitirá 24 horas al día siete días a la semana, con reporteros, blogueros y miembros de la comunidad participando en la conversación. A sus 61 años, y sin parar quieta, encuentra hueco para promocionar su libro y conceder entrevistas, aunque sean a trompicones y cortas.
Arianna Huffington lanza una señal de alarma en su nuevo libro, el decimotercero de su carrera, que publicó en Estados Unidos mediado el año 2010. Alerta de que Estados Unidos podría convertirse en una nación con solo dos clases, “los ricos y todos los demás”. Y sostiene que EE UU corre el peligro de convertirse en un país como México o Brasil, en el que los más acaudalados acaben viviendo en recintos amurallados con vigilantes armados. De hecho, en inglés, el libro se titula Third World America, o sea, América tercermundista. En varias ocasiones ha asumido que se trataba de una frase de impacto, para señalar un problema. “En dos años la cosa ha empeorado. No ha habido la misma urgencia en solucionar el problema de Wall Street que en solucionar el problema en la calle. Cada vez más gente sin casa, desahucios, licenciados que no consiguen trabajo, una deuda que crece… El sentido de la prioridad brilló por su ausencia”.
Huffington considera que ninguno de los aspirantes a la Casa Blanca podrá hacer gran cosa para resolver el problema que, en su opinión, acucia al país: la desaparición de la clase media. “No veo que ninguno de los candidatos tenga una visión clara, ni un plan claro de lo que hay que hacer”, asegura. Con su voz pausada y su acento griego (nació en 1950 en Grecia, pero vive en EE UU desde 1980), se muestra particularmente crítica con el actual inquilino de la Casa Blanca. “Obama hizo exactamente lo que dijo que no iba a hacer”: se refiere a que incorporó en su equipo a gente de épocas pretéritas, como Larry Summers (exsecretario del Tesoro), que son “parte del problema”. Las recetas en boga para solucionar los problemas de la crisis tampoco parecen convencerle. “Priorizar el recorte del déficit es una auténtica locura. Nunca van a ser capaces de eliminar el déficit del todo”.
Huffington se muestra satisfecha de la evolución de su web. Asegura que ha incrementado la plantilla en 75 editores y reporteros. En febrero registró 33,7 millones de usuarios únicos.
A pesar de que todo indica que algunos modelos que incorporan fórmulas de pago, como el implantado por The New York Times, no están funcionando mal, sigue confiando en su modelo gratis, financiado mediante publicidad. Eso sí, no descarta, dice, cobrar por alguna aplicación premium en algún momento.
Entra un mensaje en su Blackberry al final de la entrevista. Sus abogados le informan de que acaba de ganar el pleito que le montaron hace un año el ejército de blogueros impagados de su plataforma. En abril de 2011, un grupo de los que contribuyen sin cobrar a The Huffington Post demandaron a Arianna Huffington reclamando una parte del pastel tras la venta de la plataforma a AOL. Solicitaban 72 millones en concepto de compensación. Huffington sigue pensando que para la mayoría de sus blogueros es normal no cobrar porque la plataforma les da visibilidad. “No es distinto de cuando vas a una televisión o a la radio para participar sin cobrar”. Y se mantiene firme en sus postulados sobre la agregación de contenidos. The Huffington Post se nutre de muchas noticias generadas por otras webs, de las que publica un pequeño avance, y enlaza para que la gente pueda leer el contenido original. “Esto es la economía del enlace. La agregación es una parte muy importante del futuro”.
Washington, El País
El último libro de Arianna Huffington desprende aromas a 15-M. O, mejor dicho, a Occupy Wall Street, el movimiento de los indignados neoyorquinos. El viaje ideológico de esta exitosa empresaria de la comunicación, que a mediados de los noventa fue ferviente militante conservadora y ahora es una musa de la izquierda liberal, sigue adelante. No hay más que leer su último libro: Traición al sueño americano: cómo los políticos han abandonado a la clase media (Taurus). En la página 23, escribe: “Pero la magnitud del engaño al pueblo y del asalto a la clase media ha quedado en evidencia de manera muy chocante al comparar las medidas mínimas adoptadas para rescatar a las pequeñas y medianas empresas con las medidas máximas adoptadas para rescatar a las grandes entidades bancarias y financieras de Wall Street”.
—¿Se ha hecho usted simpatizante del movimiento Occupy Wall Street, o qué?
—Creo que Occupy Wall Street ha sido y continúa siendo un movimiento poderoso que da expresión a un sentido de la injusticia de nuestro sistema económico. El motivo por el que ha resonado tanto es porque ha calado en la sociedad y ha involucrado a gente que no está necesariamente muy politizada, pero que pensó en dar prioridad a la voz que expresa esa injusticia que sienten millones de personas. Gente que tiene la sensación de que la partida está amañada.
—¿Y piensa usted que la partida está amañada?
—Sí, la partida está amañada. Washington está lleno de lobbies que se salen con la suya: allí uno puede sacrificar el interés público para promover sus propios intereses.
Huffington habla desde un coche en marcha que se desplaza de Oxford a Londres. Acaba de participar en una charla. Es una mujer que no para. No para quieta un instante. Su vida da para varias películas, y ahora estamos en el capítulo del éxito absoluto como empresaria de la comunicación. Exmujer de un magnate del petróleo y excandidata a gobernadora de California, hace siete años, en 2005, fundó la web The Huffington Post, el gran fenómeno mediático del nuevo siglo, un éxito de audiencia sin precedentes. Política, famosos, incorporación de legiones de blogueros, mucho debate, conversación abierta en la red y marketing viral fueron las claves de su fórmula maestra. En tan solo seis años, en mayo de 2011, arrebataba el liderato de los diarios en Internet a The New York Times. Lo hizo tres meses después de sumar a su audiencia la de AOL (American Online), que redireccionó a sus usuarios al HuffPo —diminutivo de The Huffington Post— tras comprarlo por 227 millones de euros. Solo seis años. Ahora está inmersa en la expansión internacional de su marca. Las versiones francesa, canadiense y británica de su invento ya están en marcha. La española, El Huffington Post, participada al 50% por PRISA Noticias, editora de EL PAÍS, verá la luz el próximo 7 de junio. Y para este verano está previsto el lanzamiento de un canal televisivo en Internet, el HuffPost Streaming Network, que emitirá 24 horas al día siete días a la semana, con reporteros, blogueros y miembros de la comunidad participando en la conversación. A sus 61 años, y sin parar quieta, encuentra hueco para promocionar su libro y conceder entrevistas, aunque sean a trompicones y cortas.
Arianna Huffington lanza una señal de alarma en su nuevo libro, el decimotercero de su carrera, que publicó en Estados Unidos mediado el año 2010. Alerta de que Estados Unidos podría convertirse en una nación con solo dos clases, “los ricos y todos los demás”. Y sostiene que EE UU corre el peligro de convertirse en un país como México o Brasil, en el que los más acaudalados acaben viviendo en recintos amurallados con vigilantes armados. De hecho, en inglés, el libro se titula Third World America, o sea, América tercermundista. En varias ocasiones ha asumido que se trataba de una frase de impacto, para señalar un problema. “En dos años la cosa ha empeorado. No ha habido la misma urgencia en solucionar el problema de Wall Street que en solucionar el problema en la calle. Cada vez más gente sin casa, desahucios, licenciados que no consiguen trabajo, una deuda que crece… El sentido de la prioridad brilló por su ausencia”.
Huffington considera que ninguno de los aspirantes a la Casa Blanca podrá hacer gran cosa para resolver el problema que, en su opinión, acucia al país: la desaparición de la clase media. “No veo que ninguno de los candidatos tenga una visión clara, ni un plan claro de lo que hay que hacer”, asegura. Con su voz pausada y su acento griego (nació en 1950 en Grecia, pero vive en EE UU desde 1980), se muestra particularmente crítica con el actual inquilino de la Casa Blanca. “Obama hizo exactamente lo que dijo que no iba a hacer”: se refiere a que incorporó en su equipo a gente de épocas pretéritas, como Larry Summers (exsecretario del Tesoro), que son “parte del problema”. Las recetas en boga para solucionar los problemas de la crisis tampoco parecen convencerle. “Priorizar el recorte del déficit es una auténtica locura. Nunca van a ser capaces de eliminar el déficit del todo”.
Huffington se muestra satisfecha de la evolución de su web. Asegura que ha incrementado la plantilla en 75 editores y reporteros. En febrero registró 33,7 millones de usuarios únicos.
A pesar de que todo indica que algunos modelos que incorporan fórmulas de pago, como el implantado por The New York Times, no están funcionando mal, sigue confiando en su modelo gratis, financiado mediante publicidad. Eso sí, no descarta, dice, cobrar por alguna aplicación premium en algún momento.
Entra un mensaje en su Blackberry al final de la entrevista. Sus abogados le informan de que acaba de ganar el pleito que le montaron hace un año el ejército de blogueros impagados de su plataforma. En abril de 2011, un grupo de los que contribuyen sin cobrar a The Huffington Post demandaron a Arianna Huffington reclamando una parte del pastel tras la venta de la plataforma a AOL. Solicitaban 72 millones en concepto de compensación. Huffington sigue pensando que para la mayoría de sus blogueros es normal no cobrar porque la plataforma les da visibilidad. “No es distinto de cuando vas a una televisión o a la radio para participar sin cobrar”. Y se mantiene firme en sus postulados sobre la agregación de contenidos. The Huffington Post se nutre de muchas noticias generadas por otras webs, de las que publica un pequeño avance, y enlaza para que la gente pueda leer el contenido original. “Esto es la economía del enlace. La agregación es una parte muy importante del futuro”.