Liga de Europa: El Athletic Club culmina su oda: estará en Bucarest
Bilbao, As
Lástima no ser un bardo celta para poder narrar con la épica que merece la clasificación del Athletic Club para la final de la Europa Liga. La realidad, y no la leyenda, decía que el Sporting nunca había ganado en España. También decía que los portugueses eran duros, correosos, y que no se dejarían seducir con facilidad por los cantos de sirena de Bielsa. No cedieron. Pero el Athletic tampoco, y cuando la prórroga parecía inevitable, Ibai Gómez, que había entrado en el once por el sancionado De Marcos, hizo bueno el pasaje del Quijote: "Llaneza, Sancho, que toda afectación es vana". Así fue: en el minuto 88 se plantó en el polvorín luso, levantó la cabeza, dribló y simplemente vio el pase a Llorente. No fue extravagante, fue simple, pero épico y enormemente bello de narrar.
Entre otras cosas, la primera parte fue el enésimo homenaje de Fernando Llorente al juego con el pecho. El corpachón del Rey León acuna cada vez mejor los pases en largo de la defensa rojiblanca. Así sucedió en el minuto ocho con un balón de Javi Martínez sobre el ariete, pero éste remató mordido al balón.
Si el Athletic desplegó su habitual inicio, con mucha presión, mucha concentración y todo el toque posible, los de Sa Pinto no se quedaron tan atrás como se esperaba. Al menos en la animosidad, como demostró Van Wolfswinkel, que muy pronto vio la amarilla por una dura entrada por detrás a Amorebieta. Lo bueno de este Athletic de Bielsa es que es entretenido de ver; lo mismo esperas una jugadita de Llorente que una delicatessen de sus jugadores creativos. En el 10 de partido, Iturraspe combinó con Ander, que levantó la cabeza y puso el esférico a un Muniain dentro del área que arrancó los primeros aplausos en La Catedral.
Más inexplicable fue ver cómo Llorente se dejó caer minutos después ante la presencia de Polga. El delantero del Athletic había hecho bien su jugada favorita por segunda vez; esto es, control impecable con el pecho y media vuelta con unas gotitas de fantasía... pero los de Bielsa estuvieron de dulce en el primer tramo de partido, y el primer gol no se hizo esperar. Ander Herrera comenzó la jugada sirviendo un buen balón a Muniain, que centró desde la línea de fondo y encontró a Llorente, que de nuevo con su pecho dejó el balón franco a Susaeta para adelantar a los leones (minuto 16).
No se puede decir que el Athletic bajara los brazos tras el gol, simplemente los levantó el Sporting para empezar a faenar en San Mamés. En el 19' de partido, a punto estuvo Pereirinha de empatar tras un remate de cabeza a pase de Capel que se fue por encima del larguero por muy poco. Eran minutos para los lusos, que trajeron más de un dolor de cabeza a la zaga del Athletic con la hiperactividad frenética de hombres como Matías Fernández, Pereirinha, Pereira o Martins. Sin embargo fue a balón parado y también de cabeza la manera en que el Sporting puso a prueba a Iraizoz mediante un remate de Polga (minuto 31).
Ya cerca del descanso, es probable que buena parte de la afición del Athletic fuera bosquejando en su imaginación la final de Bucarest. El partido estaba parejo, sí, pero el los leones estaban jugando a lo Bielsa, iban ganando... y además, en el 41' Llorente perdonaba el segundo, tras una gran intervención de Rui Patricio. Pero llegó el empate (minuto 43). Un rechace y ahí estuvo Van Wolfswinkel para borrar de un plumazo la rapsodia que pergeñaba San Mamés. Era el famoso 'gol psicológico', un tanto que siempre llega en mal momento y suele ser augurio de males mayores. Esta vez no fue así, porque cuando moría la primera mitad, Fernando Llorente ideó un pasecito en corto y al hueco para Ibai... que anotó el segundo y reavivó la épica.
En la segunda mitad, el Athletic mudó la piel. Ya no eran leones. Eran titanes. Colosos. Jugadores entregados a la causa y alentados por el conjuro una afición que hará historia. Simplemente podemos decir que los de Bielsa se volcaron sobre el área portuguesa decididos a ahogar hasta la muerte a las malditas prórrogas.
Así llegaron ocasiones para todos los gustos y públicos, entre otros un obús de Susaeta y un completo catálogo de acercamientos de Fernando Llorente, que ya merecía marcar esta noche. No nos olvidamos del Sporting de Portugal, porque para que una contienda adquiera tintes heroicos el rival tiene que ser digno. Los de Sa Pinto lo fueron: sufridores, batalladores, profesionales hasta la médula y ansiosos también por viajar a Bucarest para disputar la final.
Sin embargo, el electrónico de San Mamés devolvía a los presentes a la machacante realidad. El rojo del marcador goteaba sangre cada vez que se movía un número y se acercaba la prórroga. Pero no, Ibai Gómez paró el partido. Casi literalmente, porque puso la calma necesaria dentro del área para levantar la cabeza y ver a Fernando Llorente, que lanzó sus 194 centímetros para rematar con lo que pillara. Y vaya si lo hizo, marcó y concretó la gesta. El Athletic jugará su segunda final europea 35 años después.
Athletic Club de Bilbao: Iraizoz; Iraola, Javi Martínez, Amorebieta, Aurtenetxe; Iturraspe, Herrera (Íñigo Pérez, min.94), Muniain (Ekiza, min.90); Susaeta, Ibai Gómez (Toquero, min.93) y Llorente.
Sporting Clube de Portugal: Rui Patrício; Joao Pereira, Polga, Xandao, Insúa; Schaars, André Martins (Carrillo, min.83), Matías Fernández (Carriço, min.46); Pereirinha (Jeffren, min.63), Capel; y Van Wolfswinkel.
Goles: 1-0, min.17: Susaeta. 1-1, min.43: Van Wolfswinkel. 2-1. Ibai Gómez. 3-1, min.88: Llorente.
Árbitro: Martin Atkinson (Inglaterra). Mostró tarjeta amarilla a los locales Amorebieta, Ibai Gómez, y a los visitantes Van Wolfswinkel, Carriço y Xandao.